Hace dos años dispersaron con parapentes más de 10.000 bombas de semillas por el cerro. Parecía una locura, pero lo hicieron; el año pasado, propusieron reforestar tres hectáreas del Parque Sierra San Javier, con 2.800 árboles nativos. Sonaba como una gran locura, pero también lo lograron. Y como les gustan mucho las locuras, los cerebros detrás del programa ecológico Conscientes -impulsado por la empresa Maderplak- ahora persiguen un gran objetivo: reforestar bosques de toda Latinoamérica. Usando drones de hasta dos metros de diámetro. Ah, y con nuevas bombas, modificadas para garantizar la supervivencia de las semillas.
Todo eso lo cuenta a LA GACETA Damián Rivadeneira, fundador de Maderplak, creador de Conscientes y ahora de ReForest Latam, una novedosa empresa de soluciones climáticas que busca restaurar ecosistemas para mitigar el cambio climático. Mediante la biotecnología quiere brindar respuestas rápidas y escalables para el continente. “Utilizamos drones equipados con tecnología de siembra para plantar árboles de manera precisa y eficiente en áreas deforestadas. Estos drones pueden plantar miles de árboles en un día, lo que es mucho más rápido y eficiente que los métodos tradicionales de plantación”, comenta.
Todo es por el planeta, advierte. “Estamos enfrentando una crisis climática sin precedentes. El calentamiento global ya ha superado los 1,2°C por encima de los niveles preindustriales, y los informes científicos advierten que debemos actuar de manera decisiva en esta década para evitar una catástrofe climática irreversible. Nuestro futuro y el de las generaciones venideras dependen de nuestras acciones”, reflexiona.
Desarrollo propio
Damián explica que ReForest nació en diciembre, como una consecuencia de lo hecho con Consciente. Para esta iniciativa contó con la participación de la ingeniera Paula Gianserra. “La misma semana que hicimos la plantación en San Javier, en Salta se quemaron 45.000 hectáreas, y en Tucumán, otros cientos. Nos empezamos a preguntar cómo podíamos escalar nuestro proyecto. En una jornada, con 400 voluntarios, plantamos 3,5 hectáreas . Ahora, en un día de trabajo un dron puede reforestar 20”, comenta.
Las bombas de semillas se cargan en los drones y luego se dispersan. “Pero no son simples bombas; las llamamos iSeed. Son semillas nativas con un tratamiento químico. Tradicionalmente, para germinar, una semilla necesita ser ingerida por un animal, pasar por el tracto digestivo y ser expulsada. Lo que hacemos nosotros es seleccionar las mejores y las probamos con un consorcio de bacterias (hongos, compost y otros promotores) que las recubren. Estos componentes naturales les otorgan mejores condiciones germinativas”, explica Milena Bertani, biotecnóloga del grupo. Damián agrega: “además, tienen unas fibras orgánicas que mejoran la capacidad de la semilla para captar agua. Las empaquetamos en una bola de 17 milímetros, biodegradable, compostable y biosoluble”. Con las pruebas en laboratorio, la tasa de germinación es del 100%.
Pero para llegar al suelo, primero hay un gran análisis previo. Para explicar cómo es el proceso, Rivadeneira cita el caso de Tucumán, que será la primera ciudad donde se probará el proyecto: “vamos a restaurar más de 40 hectáreas de bosques de San Javier, con 20.600 árboles nativos y con 400.000 iSeeds -adelanta-; la bióloga de nuestro equipo, junto a otros biólogos y guardaparques de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) desarrollaron un plan de restauración; se definieron las áreas a restaurar, y en función de eso se elaboran los proyectos: se analiza el potencial de restauración, la biodiversidad local, el potencial del suelo y otras variables, como los patrones de cobertura del terreno y las precipitaciones anuales”.
Una vez que se comprenden las complejidades del terreno, se realiza la recolección de semillas, y luego se las separa: aquellas que tienen una alta tasa de germinación se usarán en las iSeeds, y las otras se sembrarán de forma tradicional, en viveros. En el laboratorio ya están trabajando con las semillas de árboles, arbustos y gramíneas nativas. Además -en paralelo- se producen árboles de esas mismas especies (churqui, pacará, cebil, tipa blanco, nogal criollo, tarco, lapacho, entre otros) en un vivero de la Fundación Forestar. Todo eso se utilizará en San Javier.
De Tucumán al mundo
Una vez que termine la restauración, la empresa seguirá monitoreando el sitio con parcelas testigo y con imágenes satelitales para garantizar el éxito a largo plazo. Ese mismo sistema es el que se planea copiar en el resto del país y del continente. “Uno a veces subestima y piensa que tenés que ir afuera para encontrar cosas que funcionen o cierta tecnología necesaria. Pero todo esto lo hacemos desde Tucumán; cuando empezás a ver, te das con que hay un montón de empresas dispuestas y comprometidas para participar de este tipo de proyectos, y con un alto nivel de capacitación. Desde acá se puede hacer un montón de cosas que cambien el mundo”, reflexiona Paula.
Para este proyecto, el equipo -integrado por profesionales de diversas áreas- se alió con Efficatia, una compañía de servicios agrícolas que pone a servicio los drones, y con M4Life, firma que desarrolla soluciones microbiológicas para la recuperación de suelos y para mejorar la sustentabilidad y el rendimiento de sistemas agricolas. Ambas empresas on tucumanas.
“En este momento de la civilización, los emprendedores o empresarios, no podemos ser indiferentes respecto del impacto que generamos en nuestra comunidad y en el planeta. Necesitamos entender que generar negocios no debe ser sinónimo de generar perjuicios ni al ambiente ni a la comunidad. Es más, nuestra responsabilidad es ver de qué manera podemos colaborar para regenerar y dejar de dañar nuestro planeta”, considera Rivadeneira.