Cuidadas instalaciones, atractivos videos, pero también dibujos con tinta y un simple y sencillo, audio que transmite un CV laboral. “Los gestos del trabajo” se exhibe como una de las más destacadas muestras de la nueva edición de la BienalSur que se expone hasta septiembre en distintas salas de esta provincia, en la Lola Mora (San Martín 251), precisamente.

Las artistas brasileñas Érica Storer y Sofia Caesar junto a Felipe Rezende; Letizia Calori y Antonio Della Guardia desde Italia; la española Cristina Galán Vargas; el croata Neli Ružiæ; la argentina Ana Gallardo y el británico Alan Warburton, interpelan los modos en que las dinámicas presenciales de oficina y del home office se atan a la vida privada, se indica en la presentación, que tiene la curaduría de la argentina Clarisa Appendino y la italiana Benedetta Casini.

“Con el avance de la tecnología de un magnitud que favorece el tiempo libre, porque no estamos en tiempos de la manufactura que exigía el mayor esfuerzo físico, lo que crece es el tiempo esclavo, no el tiempo libre. Estamos peor que durante la manufactura”, acaba de describir el máximo dirigente trotskista del país, Jorge Altamira.

Muy posiblemente los artistas mencionados no conocen a Altamira, pero, a su modo, exponen ese trabajo precario, esa realidad laboral pasada por la última tecnología, ese home office y el workstation que tanto se han difundido en estos años, pandemia mediante.

La tecnología no solo ha influenciado sino que ha transformado el arte, se sabe, y desde hace décadas. Pero ahora es el arte el que revela y desenmascara, si se quiere, el rol de esa tecnología, que es sinónimo de precarización y sometimiento como le dijo a LA GACETA el italiano Della Guardia.

RETRATOS. Un conjunto de obreros, Entre el descanso y la dura tarea.

“Los gestos del trabajo” son eso, gestos, pero más que ellos, porque pasan a la acción. Cuando en la inauguración del viernes pasado la obra de Della Guardia (también realizada en Córdoba), las performers presentaban movimientos repetitivos, cuasi robóticos, fuertemente marcados, hablaban de los códigos laborales, de acciones corporales estereotipadas. La alienación tan representativa de los tiempos de la manufactura del capitalismo también se devela y desvela en la high tecnology.

De retratos y disputas

“El peso del sudor es mi evaporación” se llama el conjunto de dibujos con tinta sobre papel del brasileño Felipe Rezende. Obreros en un tractor o en una rastra cañera; con una pala en una obra en construcción, y sus momentos de descanso supuesto, en el suelo o en una carretilla, comiendo una pizza (¿?). Las expresivas líneas dan cuenta de una situación que, en este caso, retratan esa realidad, a su manera, claro está. El trabajo se planta opuesto al descanso; enemigo, ciertamente. Lo mismo sucede en la obra que sitúa el workstation, en una instalación preparada para descansar, en la que se pueden observar imágenes que disparan un par de videos en la playa o en una cama, pero en la que el ocio y la tarea, no terminan de ser tales, y uno vence al otro. Porque claro, se trata de una disputa.

Si la tecnología venía a aliviar la carga física, no es lo que efectivamente sucede; por el contrario, transforma ese tiempo en la productividad, la ganancia en el capitalismo.

No sería sano para una sociedad arremeter contra la tecnología y sus avances, pero sí defender el ocio, el tiempo libre para el desarrollo cultural y educativo y el entretenimiento de los trabajadores. A Marx nunca se le ocurrió, por ejemplo, proponer que los obreros destruyan las máquinas ni la industria.

En pocos minutos de video el croata Neli Ružiæ exhibe a Ana, una obrera textil que reconstruye con detalles del movimiento de su cuerpo el proceso de trabajo de una máquina, en total silencio. Se conoce que la industria textil (una de las más contaminantes del mundo), recluta entre las mujeres su mayor personal obrero cuyo grado de explotación y de alienación queda expresada en este acentuado minimalismo. Gestos, que son pequeños movimientos, ademanes, en “Till the End of th Thread” (“Hasta el final del hilo”). El cuerpo imita a la máquina, pero no puede reemplazarla, al parecer.

También mínimo y conceptual es el “CV laboral” (2009) de la argentina Ana Gallardo: con dos auriculares se puede oír su paso desde secretaria, vendedora, asistente, gestora y ayudante de una galería hasta productora de obras. “CV laboral” es propiedad del MALBA.

Ana Gallardo cuenta lo que gran parte de los artistas argentinos viven o han vivido desjerarquizando y precarizando sus aspiraciones y su profesión para poder sobrevivir.

Ironía y crítica

El artista inglés Alan Warburton plantea en su video la relación de un mundo entre el trabajo y el descanso pero en el que el empleado es finalmente vencido por su labor y reposa en una misma isla entre la mesa y la computadora. No tiene salida en esa disputa.

El workstation es, como lo indica su nombre, una mezcla entre el trabajo y las vacaciones. En una calmada playa brasileña, tomando sol y descansando en una silla, una joven es vencida por el peso de una pc y su contenido. Sobre una alfombra de potente amarillo se invita al público a reposar en la misma y observar las imágenes desde el piso. La instalación de Sofia Caesar (Brasil) se ubica en una línea de agotamiento, de rendición. A pocos metros, con expresa ironía la española Cristina Galán Vargas muestra la fotografía “You Are Perfect” (Eres perfecto) la instalación con globos metalizados “Happiness belongs to you” (La felicidad te pertenece).

En la no tan pequeña sala Lola Mora la puesta y el montaje disimulan limitaciones físicas. También se dicta un taller para niños titulado “Cuerpos que dicen. Arte Contemporáneo y Yoga”.