Las lágrimas de David Beckham. El abrazo con LeBron James (foto). Serena Williams buscando su foto. ¡Bienvenido Leo Messi a la Miami de los celebrities, a la tierra del soccer que será sede de la próximaCopa América y de los Mundiales de Clubes y de Selecciones!
Antes del debut, creía personalmente que los únicos partidos de Messi que podrían interesarme en Estados Unidos eran los de la Copa América 2024 y, si Leo seguía jugando, los del Mundial 2026 (que Estados Unidos celebrará junto con México y Canadá).
Es decir, cero expectativa del Messi del Inter de Miami. Un equipo que va último en la tabla de posiciones, que está bajo multa de la Federación local (MLS) y que juega en un estadio interino para apenas 20.000 personas. “Messi no puede debutar en un estadio que tiene nombre con seis letras y encima consonantes”, ironizó un colega europeo, en referencia al estadio DRV PNK del Inter.
Una crónica que busque el lado B indicaría que Messi eligió Miami por gustos personales, que los dueños del flamante Inter (los hermanos cubanos anticastristas Jorge y José Mas) le aumentaron ese interés junto con el carisma de Beckham (hoy dueño de apenas el 10 por ciento del club) y que ambas partes acordaron anunciar su contrato como un hecho para que la MLS ni siquiera pudiera decir que no.
Una vez que Messi hizo él mismo el primer anuncio, la MLS supo que no habría posibilidad de marcha atrás. Aunque muchos no lo crean, el fútbol de Estados Unidos está centralizado por una Federación (la MLS) que aprueba los presupuestos y contratos de cada uno de sus 29 equipos.
¿Era lógico que el último de la tabla, sancionado además por irregularidades económicas, fichara al crack histórico que apenas seis meses atrás venía de coronarse campeón y figura en el Mundial de Qatar? La MLS vio que algo no cerraba, pero ya no podía decir nada. No podía hacer el papelón mundial.
No sólo aprobó el contrato, sino que, ahora, debeberá aceptar la modificación de algunas de sus reglas. La MLS tiene límites presupuestarios muy estrictos para sus equipos. Decidió hacerlo de ese modo porque no quería repetir la bancarrota del soccer, pletórico primero en los 70 cuando aterrizó Pelé, pero que rápidamente cayó en quiebra.
En 2006, la nueva MLS no estaba preparada cuando llegó Beckham, fichado por Los Angeles Galaxy. El crack inglés formaba vestuario con compañeros que ganaban apenas 13.000 dólares anuales. El experimento estuvo al borde del fiasco. Beckham quiso irse. Fue obligado a quedarse. Terminó siendo campeón, pero su influencia, más que dentro de la cancha, fue en los pibes y pibas de Estados Unidos que descubrieron el soccer por él. Ahora quiere algo más que eso.
El golazo de tiro libre en el último minuto para el triunfo ante Cruz Azul, de México, que el viernes pasado permitió al Inter abrir con un éxito el torneo regional de la Concacaf, terminó coronando la noche del debut perfecto.
Basta ver los portales de grandes diarios de Estados Unidos para entender que el fenómeno inició con buen pie. A los 36 años, jugando con DT amigo (Tata Martino) y jugadores también amigos (Sergio Busquets y Jordi Alba, ambos ex Barcelona), la sensación era que Messi estaba iniciando un retiro apacible. Pero es Messi. El inicio fue espectacular, fortalecido por el dominio del show “made in USA”.
El futuro todavía está abierto. Un Messi entusiasmado será garantía de una Selección argentina fuerte para la Copa América. Y, por qué no, para el Mundial 2026. Es cierto, Leo podría estar “viejo” para entonces. Podría entrar en los últimos minutos. Y anotar el gol del triunfo de tiro libre. Como ya lo hizo en su debut en la tierra del soccer.