No deja de ser una satisfacción para Talleres. Después de correr desde lejos a River en la Liga Profesional, imposibilitado de alcanzarlo, se dio el gusto de eliminarlo de la Copa Argentina. Porque River es un indiscutible campeón del fútbol de Primera, sí, pero anoche la T supo cómo jugarle y cómo ganarle. De allí la locura de los 7.000 hinchas cordobeses que colmaron una de las cabeceras del estadio mundialista mendocino; de allí la euforia del plantel en la cancha. Fue un 1-0 edificado durante el primer tiempo y defendido en el segundo, suficiente para acceder a los octavos de final..

No hay excusas para River y tampoco las puso. Le tocó un cruce durísimo a pocas horas de la consagración en la Liga Profesional y Martín Demichelis congeló los festejos mandando al campo lo mejor que tiene. A favor del cuerpo técnico y del plantel corre el hecho de que la eliminación no es tan dolorosa; diferente habría sido perder en otro contexto. Pasando en limpio: el sábado pasado alcanzó uno de los objetivos de la temporada y anoche se le escapó otra de esas metas.

Talleres le ganó a River en Mendoza y lo eliminó de la Copa Argentina

Fue un partido tenso e intenso, de menor a mayor en cuanto a la calidad del juego, pero digno del choque entre los dos mejores equipos del momento. Son, a fin de cuentas, el campeón del fútbol profesional y su escolta. La diferencia, quedó dicho, la hizo la T a partir de los 20 minutos del primer tiempo, lapso en el que logró lo que muchos intentan y casi ninguno consigue: sacar a River de las casillas, dominarlo y atacarlo. Y lastimarlo, por supuesto.

Raro en River: tanta imprecisión, tanta imposibilidad de equiparar el ritmo que imponía Talleres. Gandolfi se frotaba las manos ante la evidencia: la dupla Villagra-Ortegoza copó el medio, Garro manejó los hilos y el paraguayo Sosa resultó imparable. El plan perfecto de los cordobeses, traducido en un tiro en el palo de Garro y un mano a mano que Armani le tapó a Sosa. El gol estaba al caer y cayó a los 42’ después de un par de embrollos en el área. Definió Garro.

Lo llamativo es que River tuvo dos chances clarísimas para igualar antes del entretiempo, primero con un tiro apenas desviado de De la Cruz y después con un cabezazo de Aliendro resuelto por una atajada milagrosa del arquero Herrera.

Los segundos 45’ fueron otra cosa. Talleres retrocedió, Garro perdió el compás y River se hizo de la pelota. Pero el aluvión “millonario” nunca llegó a desatarse con la furia acostumbrada. Hubo algunas aproximaciones (un cabezazo de Rojas, dos tiros cruzados de “Nacho” Fernández), pero no mucho más. Cayeron mil centros en el área de la T y a todos los rechazaron entre Catalán, Rodríguez y Portillo.

Una contra de Talleres, de lo escaso en ofensiva ensayado por los cordobeses, concluyó con el colombiano Valoyes mano a mano con Armani. Resolvió pésimo. Pero no fue para preocuparse, porque el de ayer fue un River inofensivo. Merecidamente vencido.