Carlos Duguech - Analista internacional
En una columna anterior (23/06) señalábamos el riesgo que implicaba que Ucrania fuese integrada con derechos y deberes en la Organización del Atlántico Norte (OTAN) que cuenta ya con 31 miembros con la incorporación reciente de Finlandia. Suecia, por ahora, tiene la promesa, nada más.
Lo realmente positivo de la reciente resolución de los integrantes de la Alianza Atlántica reunidos la semana anterior en Vilna (Lituania) es no haber tomado al pie de la letra las reiteradas peticiones del presidente ucraniano Zelenski de incorporar a su país en la OTAN. De las deliberaciones desarrolladas en el conjunto de sus miembros se procuraba mostrarle al presidente ucraniano la buena disposición de los miembros de la alianza para su ingreso. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, informó a comienzos de la semana última que se había pactado entre los principales líderes del grupo que sí invitarán a Ucrania a convertirse en miembro. ¿Cuándo? Era la pregunta impaciente de Zelenski: y hay una respuesta que valoramos como muy prudente: cuando los aliados lo acuerden Y en simultáneo con el cumplimiento de Ucrania una serie de condiciones.
Pasado en limpio: una de las condiciones es el fin de la guerra con Rusia. Ése es el eje valioso de la decisión de invitar a Ucrania a la OTAN. Claro que si fuese antes (del fin de la guerra) y como lo advertíamos en la citada columna anterior, la OTAN, por cumplimiento del artículo 5 de su Carta, necesariamente debía involucrarse en esa guerra para “defender” a un país miembro atacado. Y en tal caso, sumar a los envíos de fondos y armamento, contingente de soldados. Ergo, una guerra “entre dos, en el campo de batalla”, pasaba a convertirse en una “guerra de 32” (ya supuestamente incluida Ucrania). 32 países (EEUU, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Canadá, etc.) contra Rusia. La IIIGM, tan anunciada, tan temida. Ésa es la buena noticia porque, aparentemente -y lo esperaba Zelenski- la mala era que la solicitud de Ucrania de ser aceptada ipso-facto sumaría fuego sobre fuego.
A propósito de fuego
Hace unas dos semanas en Suecia, país flamante miembro de la OTAN, las hojas del libro sagrado de los musulmanas –el Corán- ardieron. Fue en Estocolmo, justo frente a una mezquita donde el fuego consumía el sagrado texto. No era un día común. Se celebraba el Eid el Adha (Fiesta del sacrificio, una de las más importantes conmemoraciones religiosas de los musulmanes). El autor de la quema es un inmigrante iraquí (se supone de confesión cristiana) aunque todos los dardos de la crítica musulmana estaban dirigidos al gobierno sueco en tanto la policía del país había autorizado la quema. Qué mal que suena cuando hace pie esa autorización en el “respeto a la libertad de expresión”. No se demoraron las protestas airadas en los países de población mayoritariamente musulmanas y en otros donde advierten que esto es -en el peor sentido- “jugar con fuego”.
Consejo de Derechos Humanos
En este Consejo de la ONU (en Ginebra, esa otra patria que eligió Borges) se debatió acerca de lo acontecido en Estocolmo, Pakistán, uno de los estados musulmanes miembros presentó el texto de una resolución en nombre de la Organización de la Conferencia Islámica (de 57 miembros). La moción de aprobar el texto obtuvo los votos necesarios en el Consejo de DDHH. El texto aprobado declara que la quema del Corán “es un acto ofensivo, e irrespetuoso y un claro acto de provocación. Persigue la resolución aprobada que el Consejo de Derechos Humanos elabore su informe y solicite a los estados que revisen su legislación y qué ello permita “la persecución de los actos y la apología del odio religioso”.
“Debemos ver esto como lo que es: incitación al odio religioso, a la discriminación y a los intentos de provocar la violencia” en palabras del ministro Butho de exteriores, de Pakistán. Por su parte la ministra de asuntos exteriores de Indonesia Retno Marsudi introdujo una expresión de aristas riesgosas: “Dejen de abusar de la libertad de expresión”. Si bien los países de Europa que integran el Consejo cuestionaron la quema del Corán se mostraron reacios a incursionar en las modificaciones sobre normas de libertad de expresión vigentes. El Papa Francisco sumó su voz sobre este asunto de la quema del Corán: “La libertad de expresión nunca debe usarse como excusa para despreciar a otros”.
Era de prever
Nadie esperaba que no pasara nada. En Estocolmo, al menos. Los humos en el aire de la quema del Corán no se habrían disipado del todo cuando nuevas llamas transferían en humo y cenizas los pliegos de papel de dos libros sagrados para la cristiandad y el judaísmo. Los suecos en función de gobierno y ciudadanos de a pie querían quemar la Biblia y la Torá. Claro que no serían quemas antojadizas. Muy ordenados |debieron pedir permiso a la policía.
Suponemos: “Señor Jefe de Policía de Estocolmo: “El suscrito, Ahmad Alush, en su carácter de organizador de un acto de expresión de protesta, viene a solicitar permiso para quemar dos libros religiosos: la Biblia cristiana y la Torá judía”. Acto seguido: “Señor Ahmad Alush, está autorizado por esta Policía de Estocolmo a quemar en la vía publica donde Ud. organice el acto, una Biblia y una Torá, ratificando con ello su derecho a la libertad de expresión”.
María Elena Walsh nos dejó “El reino del revés”. Música de fondo para esta realidad.
Finalmente, el solicitante del permiso para quemar libros sagrados, de origen sirio, pese a haberlo conseguido de la Policía de la capital sueca, desistió de sus intenciones a la vez que pontificó: “Quemar libros sagrados va en contra del Corán, por eso no voy a prender fuego a nada. Nadie debería hacerlo”
Y agrega: “Sólo quiero demostrar que la libertad de expresión tiene unos limites que hay que tener en cuenta”.
En EEUU la primera enmienda constitucional dio el basamento para que el Tribunal Supremo se expresara en un fallo que la quema de banderas es “una forma de expresión política”. Claro que organizaciones de veteranos de guerra (todas traídas desde allende las fronteras del extenso territorio de EEUU) protestaron por las quemas en tanto tienen demasiado presente en sus conciencias y experiencias que sus camaradas muertos regresan en cajas mortuorias envueltas en la bandera de las barras y las estrellas. También mostraron enojo las asociaciones patrióticas estadounidenses.
Tres terrorismos
-Uno de ellos es el de los que tienen origen en confesiones religiosas con “normas penales propias”.
-El de los que propugnan un cambio político por la vía armada.
-El de Estado. Que, en rigor, no debería ser llamado “terrorismo de Estado” siempre, sino “de grupos que se apoderaron de los controles del estado”.