Con esta cuarta edición puede asegurarse que la BienalSur se ha instalado ya como un encuentro internacional, desplazándose por distintos continentes, ciudades y países, de julio a diciembre; con acciones y exposiciones centradas y descentradas, que se involucran en distintas problemáticas y ejes culturales.
Desde un primer momento su presidente, Aníbal Jozami, había señalado que se apuntaba a conquistar más espectadores, buscar otro público y escapar a ciertos cánones.
Pero un interrogante se impone en ese proyecto, que es todo un desafío: ¿se podrá escapar de la “institución arte” y de la misma “institución bienal”? ¿No integra, acaso, el formato bienal el propio mainstream?
Desde el primer evento, en 2017, se han presentado como ejes las interferencias públicas (inolvidable, pues, la serie de Graciela Sacco, “Quién fue”); arte en las fronteras, tránsitos y migraciones, cuestiones de género (2019); conciencia ecológica, políticas del arte (2021) y la problemática del medio ambiente, la construcción de relatos y la democracia (2023).
En 2016, en la Casa Histórica se posicionó el lanzamiento de la Bienal, con la participación de un importante teórico cultural como Néstor García Canclini, conocido por sus trabajos sobre las culturas híbridas. En su recordada ponencia (“Localizaciones y deslocalizaciones”) insistió en analizar y resaltar las relaciones inestables entre lo local y lo global.
Hasta septiembre
La cuarta edición comenzó el primero de este mes en Mar del Plata, siguió en Córdoba, La Plata y hoy y mañana se sitúa en Tucumán, que se extenderá hasta septiembre.
Y son cinco exposiciones: en el MUNT (San Martín 1.545), en El Cercado (Monteros), en el Centro Cultural Virla, la sala Lola Mora (San Martín 251) y el Museo Iramain (Entre Ríos 27). En otras palabras, con la Provincia y la Universidad Nacional de Tucumán, la bienal creada por la Universidad Nacional Tres de Febrero avanza en los miles de kilómetros establecidos, particularmente enunciados.
Esta tarde a las 19.30, se inaugurará “Entre-tejidos” en el MUNT y previamente a las 14.30, en Monteros, Mumora. Mañana lo hará “Los gestos del trabajo” a las 18 en el Espacio Lola Mora y “La Escultura y la Ruina”, a las 19, en el Museo Iramain. a las 20, también se verá la muestra del Centro Cultural Virla.
El Museo Móvil de la Randa (Mumora) se desplaza del establecimiento de una exposición en un museo, para hacerlo portátil y ambulante. Hay un paso insoslayable allí: desplazar a un espacio que se traslada lo que, en un principio, se entendía como estático.
Otro interrogante: ¿Acaso un museo móvil es distinto al tradicional? En esta provincia, sabemos que sí. Hace unos años, Espora debutó como una galería de arte itinerante, recorrió con sus obras parques como el Percy Hill en Yerba Buena, el Avellaneda o la plaza San Martín.
Pero son las randeras de El Cercado las que enseñan, desde Monteros, cómo se hacen las randas. Un arte textil que se entrecruza con la artesanía, y que parece debatir cuánto de artesanal hay en el arte; cuánto de arte en lo artesanal. Discusión que ya tiene más de una década en el arte contemporáneo, hay que decirlo.
Desde las 14.30 en el Predio Piossek, “Con- texturas randeras” (con la curaduría de Alejandra Mizrahi y Lucía Galindez), pone de relieve encajes y redes que traman historias que recorren hijas, madres y abuelas; relatos tensos como la propia malla que queda atrapada a un bastidor y se despliega en imágenes. En esa exposición se aspira a resaltar a las randeras como una comunidad.
En el comunicado de la organización se indica que se tratan de muestras “vinculadas al trabajo textil femenino, la precarización laboral contemporánea y cómo el capitalismo modifica los modos de estar en el mundo”.
Más que gestos
“Los gestos del trabajo” (con la curaduría de Clarisa Appendino y Benedetta Casini) plantean una mirada crítica de la realidad. “Partimos desde la observación de objetos; ya sean culturales, útiles o herramientas. Desde un cuchillo o una pala hasta las técnicas industriales y las maquinarias automatizadas, la mirada ha soslayado los movimientos y se dirige hacia los gestos”, explica Appendino.
Con videos e instalaciones se puede observar el cruce de trabajos, como el ya difundido en extenso desde la pandemia: el home office. Y se puntualizan las condiciones de precarización de esas tareas.
Hace pocas semanas el diario Ámbito Financiero realizaba un informe sobre la modalidad del trabajo híbrido como una tendencia mundial de recursos humanos de las empresas.
El artista inglés Alan Warburton, por ejemplo, plantea el denominado workstation, una mezcla de trabajo y vida privada, que incrementa la productividad en el capitalismo. El croata Neli Ružiæ, a su modo, reemplaza el mecanismo del movimiento por el gesto, en relación a un veterano obrero industrial. Se observan los cuerpos a través de la fuerza de los brazos, la postura de la espalda y la flexión de las piernas.
En acción
En la tarde noche del martes, Antonio della Guardia se concentraba en la sala Lola Mora. El artista italiano realizará mañana una performance en la apertura de la muestra en San Martín 251, a las 18.
“Más que crítica mi tarea es indagar las relaciones laborales en la actualidad, cómo se han precarizado”, contestó a este columnista durante una conversación. Contó que en su acción detiene el movimiento: “se ralentiza, y toda mi atención está en esos gestos”, precisa.
El joven napolitano ya estuvo en Córdoba con otra performance y recorrerá otros espacios de la BienalSur.
En esta exposición participan las artistas brasileñas Érica Storer y Sofia Caesar junto a Felipe Rezende; Letizia Calori y Antonio Della Guardia desde Italia; la española Cristina Galán; el croata Neli Ružiæ; la argentina Ana Gallardo y la española Cristina Galán Vargas.
A las 19, “La Escultura y la Ruina”, se abrirá en el Museo Iramain. En una entrevista con la curadora, destacó el diálogo que se establece entre las cabezas realizadas por Iramain sobre los mineros del norte argentino y un proyecto del escultor Rodrigo Díaz- Ahl con retratos de trabajadores del conurbano bonarense. “Unos y otros están en una situación similar de vulnerabilidad, aunque en tiempos y geografías tan distintas”, agregó. También participa el Proyecto Ibid de intervenciones en la vía pública, que comparten los argentinos Rodrigo Díaz-Ahl y Sofía Villasenin.
Caminar y recolectar
Cuatro videos en la Sala de Arcos del Virla integran la muestra “La mirada caminante”. “Son dos prácticas artísticas, el caminar y la recolección. El caminar como práctica estética que no está vinculada al traslado sino que trata de conectar con el contexto”, explicó la curadora durante una entrevista con LA GACETA .
“Hay algo de situacionismo; se problematiza el punto de vista del camino. Así, uno de los videos tiene una mirada cenital y otro que hacia abajo”, describe.
En la nota que se realizó en el MUNT los bastidores con las randas, de Mumora, están instaladas en el espacio central.
En la primera sala la artista Jimena Travaglio exhibe una práctica vinculada al tejido con técnicas antiguas, pero ella lo realiza con cuentas, con una imaginería contemporánea, señala Appendino.
Ángeles Jacobi, en el último espacio, muestra lo que se presenta como arte robótico textil. Y en uno de los muros puede observarse la proyección de una acción de la artista italiana María Lai. En su pueblo natal en 1981, durante tres días niños, ancianos, hombres y mujeres anudaron 27 kilómetros de cordel azul a puertas y ventanas.
Queda visibilizado así el tejido y la práctica textil como una acción colectiva que da cuenta de la misma comunidad.
Textil femenino
Pero también la duda sobre la referencia de prácticas asociadas tradicionalmente a la mujer, como una mandato social. Porque se trata de arte textil expresamente femenino, que desde los 90 en adelante es un espacio ocupado por hombres, igualmente.
“Por el contrario hay una reivindicación genuina de esas prácticas. Acá hay una conexión histórica de tradición que, al mismo tiempo conecta el planteo de mujeres en otras muestras”, explicó Appedino.