“Me rompe el corazón la gente que no hace lo que dice que va a hacer; querer y no poder porque hay veces que por más que uno quiera e intente, no puede; las despedidas; la violencia hacia los animales y los teatros vacíos”, avisa Salustiano Zavalía, ilusionado de que, en su estreno de esta noche de “Quisiera no tener corazón” estará acompañado de público. La función será a las 21, en el foyer del teatro San Martín (avenida Sarmiento 601), y repite mañana a misma hora y lugar. “Y me rompe el corazón que haya una generación que crea que Javier Milei es un capo”, completa.
El espectáculo deriva del libro homónimo del actor, cantante, performer y conductor, que transita universos poéticos, donde lo femenino, el amor dislocado y la música se moldean en las contradicciones de una vida siempre en equilibrio precario. “Lo defino como vodevil, que trae a cuento también pinceladas de café concert en el marco estructural de lo que sería un unipersonal; pero bastante particular, porque en todo momento me acompaña en escena el multiinstrumentista Alito Gallo, que va a sorprender con sus dotes en otras áreas. LLogramos una sinergia muy linda entre nosotros. Improvisamos, cantamos juntos, nos tiramos también algunos palos en tono de humor”, anticipa.
Zavalía adelanta que su propuesta “no es un drama, pero habrá lugar para la emoción; tampoco es una comedia porque tiene un hilo conductor que tiene que ver con la improvisación, ni un stand up ya que los textos que se interpretarán se hacen desde personajes y no desde mí mismo”. “Puedo decir que es un show musical de humor y de amor, con entrega total”, resalta.
Uno de los desafíos fue traspasar a la actuación su texto: “en la lectura, las licencias y las interrupciones están a la orden del día. Es más cercano tal vez. Al elevarlo a un dimensión teatral, el compromiso es mayor. Y es mayor también la fragilidad de lo que se dice. Hay un texto que cuando lo leo ‘así nomás’ la gente se ríe; pero interpretado teatralmente termina siendo muy denso y bastante dramático. Para mí eso es nuevo. En esta oportunidad, si bien nos vamos a reír, me voy a permitir como actor habitar también espacios más sensibles. para que cuando la gente no se esté riendo, sea porque está pasando otra cosa. Hay que aprender también a estar cómodo en el silencio de la escena, sin el aplauso y la carcajada constante”, aclara.
Lo femenino recorre constantemente su obra artística, en sus múltiples manifestaciones: “las mujeres que recorren mi obra son una construcción que mezcla todas las influencias que he tenido en mí vida, son mis tías, mis abuelas, mí madre. Pero también son los actores transformistas con los que compartí desde muy pequeño en temporadas marplatenses. Son mis amigas travestis, orgullosas de serlo. Es la herencia de Antonio Gasalla, de Alejandro Urdapilleta, de Cris Miró, porque el universo de lo femenino es rico e interminable. Y las mujeres son el mejor instrumento para contar una historia, tienen una elegancia y una acidez que el hombre, definitivamente, no alcanza”.
Salustiano admite que experimenta “cierto hartazgo en mi cuerpo porque soy una persona muy sensible, las cosas me atraviesan de manera especial y me angustio fácil, siempre enredado en temas existenciales como la finitud de la vida”. “Por eso quisiera no tener corazón, para no sentir tanto. Hay gente más relajada, o con menos conciencia, que viven mejor. Y también quisiera ser hermosa, para nunca más decirme al espejo algo que no me guste... sólo ser bonita y no darse cuenta de nada estaría buenísimo. Pero no sé cómo sería si no tuviera corazón, ya que me empuja a absolutamente todo”, sostiene.
Su futuro inmediato será regresar a la Capital Federal para hacer funciones y seguir en radio con el programa “Honestidad brutal” por Extra 10.7 con Ernestina Pais. “Muy posiblemente arranque a presentar de a poco mis propias canciones, que estoy trabajando a mí ritmo y sin presiones”, concluye.