En una remera Natalia Orozco es capaz de poner todo lo que es: sus raíces, su amor por la naturaleza, su pasión por el diseño, y hasta estampas de las hojas que caen y otros pisan sin pensar. Durante una entrevista virtual desde Florencia (Italia), donde cursa una beca en Polimoda, una de las instituciones educativas más prestigiosas en el rubro de la indumentaria, esta jujeña radicada en Tucumán afirma que creó Alkimia, su marca de ropa, para plasmar su identidad en piezas artesanales únicas. Su desarrollo autóctono de una propuesta de moda consciente, que es la que trata de no herir tanto al ambiente, está dando sus frutos porque Alkimia se hace cada vez más conocida fuera de la provincia en la que nació y de a poco se introduce en el terreno de la exportación. “Voy bien encaminada”, asegura Orozco, quien se hizo emprendedora a los 22, seis años atrás.

Vino a Tucumán a estudiar y, tras un período en Buenos Aires, Orozco abrió el proyecto con el que, según manifiesta, conjuga las técnicas textiles ancestrales con una visión de vanguardia donde predomina la sustentabilidad. Cada prenda de Alkimia ha sido pensada como un homenaje a la cultura y a los paisajes del Norte, y lleva implícito un mensaje de preservación. Esa mirada tan concentrada en los propios valores depositó las creaciones de Orozco, que mantiene el emprendimiento con su pareja Juan Cruz Moyano Delgado, en las pasarelas porteñas y uruguayas. Y ahora desde Italia observa que lo que produce es valorado por un público cada vez más amplio, que se da cuenta de que vestirse implica sentar una posición ante la sociedad y no solamente ponerse ropa.

Aunque la emprendedora llevaba la moda y el diseño en las venas, fue una capacitación del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) en Tafí del Valle la que la consolidó en ese destino. Durante ese encuentro de artesanas, Orozco conoció las técnicas de teñido con tintes naturales. “Me enamoré de esa forma de combinar el textil con la naturaleza porque hervíamos ramas, hojas y cáscaras de cebolla, y con esos colores hermosos teñíamos las lanas. Este proceso de alquimizar el color y de contacto con el medio me llamó la atención, y seguí formándome en tintorería natural, que hasta hace muy poco sólo se enseñaba en ámbitos privados”, relata.

Mucho estudio, mucho ensayo y mucha búsqueda de perfeccionamiento construyeron la impronta de Alkimia. Orozco explica que en su propósito siempre estuvo el diálogo con las tradiciones regionales. “Además, me movilizó la posibilidad de crear cada prenda de una manera respetuosa con el ambiente. Desde el comienzo del proyecto, toda la cadena de producción está concebida para no generar residuos y para trabajar con proveedores responsables, por ejemplo, cooperativas de Chaco que aplican los principios de comercio justo e integran a las comunidades originarias. Cada etapa de Alkimia genera un impacto social y ambiental positivo”, dice.

la gaceta / foto de diego araoz

Quienes eligen los diseños de Orozco optan por una estampación y un teñido que no contaminan, y que utilizan cantidades minúsculas de agua en comparación con las prácticas industriales. “En general no se sabe que la ropa de consumo masivo se fabrica con químicos nocivos para la salud. Nosotros promovemos lo contrario: una defensa de lo artesanal, del hacer a mano y de la sustentabilidad. Nuestra moda es lenta y maneja volúmenes limitados: al producir menos, la calidad es mayor y eso nos permite aspirar a prendas que sean perdurables”, refiere la diseñadora que tiene 28 años.

El inicio: un rollo de tela

La sustentabilidad también incide en la moldería, en el corte y en la confección. Para no generar basura, Alkimia se inclina por modelos amplios y por el estilo kimono, que ayudan a aprovechar al máximo las materias primas. Orozco añade que juntan los retazos, los clasifican y los convierten en detalles de las prendas: “tratamos de reutilizar todo, incluidos los conos de plástico de los hilos”.

En el diseño de las prendas también hubo una evolución. Al principio, sólo se dirigía a mujeres. Después, el emprendimiento viró hacia la ropa unisex. La fundadora comenta que de esta manera se puede alcanzar a una mayor cantidad de usuarios y, a la vez, responder a la tendencia actual que deconstruye los géneros. Pero enseguida acota que algo no cambia: “es la representación de los aspectos culturales distintivos del Norte tanto en los colores y las formas como con los apliques, y los accesorios de madera y de cerámica. Estas creaciones manifiestan la cultura en la que vivo y en la que nací, y que quiero llevar a todo el mundo”.

Alkimia debutó en 2017 con una colección cápsula en el Mercado Cultural local. “Empecé haciendo remeras y vestidos con un rollo de tela que costaba $ 5.000 que me regaló mi mamá. A partir de mi participación en las ferias Puro Diseño esto se fue transformando en más rollos y en máquinas. Todo lo invertía en el proyecto. Casi no tenía ingresos. La pandemia me obligó a modificar eso porque yo quería vivir de lo que hago. Es un desafío personal y, también, colectivo porque siento que el trabajo artesanal debe ser valorado y remunerado”, expresa. Durante el aislamiento, Alkimia se transformó en un medio de vida para Orozco y su pareja Moyano Delgado, quien trabajaba en una verdulería, pero no dejaba de mirar lo que hacía su compañera y de aprender. Ahora ella diseña y corta, y él tiñe y estampa.

La llegada de la covid-19 no sólo agrandó el equipo, sino que también impulsó la demanda de productos sostenibles, según Orozco. Al respecto, expresa: “la problemática ambiental se visibilizó, es decir, las consecuencias de nuestros consumos, y esto ayudó a quienes tratamos de producir en sintonía con la naturaleza. Hay más preguntas acerca del origen de lo que compramos y acerca de lo que hacemos con esos bienes. En particular, la industria textil es muy contaminante, pero también está el problema de la obsolescencia ligada a la lógica de las temporadas”. Dice la emprendedora que la originalidad de las piezas de Alkimia resulta muy atractiva y que ese imán desata la posibilidad de comunicar qué es lo que hace la diferencia. Se trata de una filosofía de vida y de labor en el fondo orgullosa de sus componentes afectivos y emocionales.

Ilusión de familia

Difícilmente un estampado con materias primas naturales sea idéntico a otro porque, más allá de las variaciones de la impresión, las hojas de los árboles cambian estación tras estación. “Por ejemplo, en el otoño trabajo más con el negro y el beige, porque eso es lo que me dan las hojas caídas. Mientras que en el verano aparece otra paleta. Este es el juego de temporalidad y atemporalidad que hace que el trabajo sea interesante por donde lo mires”, precisa. A esas particularidades se suman las materias primas, que tratan de ser igualmente naturales. Alkimia llegó a usar la fibra de bambú y de cáñamo importada cuyas propiedades y grandes beneficios le confirieron la fama de “lujo sustentable”.

La curiosidad por los textiles y las tinturas forma parte del legado que Orozco recibió por nacer donde nació. Con brillo en la mirada detalla: “mi sueño es el de mi padre, el de mi madre y el de mis abuelas, que quizá no pudieron dedicarse a lo que les gustaba. Mi abuela es de Bolivia y siempre cosió. Lo poco que hacía lo vendía, pero, como era empleada doméstica, nunca pudo coser de un modo exclusivo. Mi mamá toda la vida tuvo un local de ropa: yo iba con ella a Buenos Aires a comprar mercadería. Y mi papá es pintor de casas, un enamorado del color y un obsesivo de los detalles. Yo jugaba con las paletas que distribuían las pinturerías. Siento que mi emprendimiento es la suma de muchos sueños frustrados”.

Originada en las ilusiones de tantas vidas, Alkimia, que tiene un espacio de exhibición permanente en Las Piedras 1.026 (San Miguel de Tucumán) y otro de venta online, creció sobre la base de cruzar fronteras. Orozco está persuadida de que sus prendas artesanales y ecológicas arraigadas a la tierra arroparán a quienes las quieran, sin importar los límites geográficos y las banderas: “el camino hacia el extranjero ya está abierto. Al principio yo me preguntaba quién iba a comprarme estos diseños tan únicos que estaba haciendo y ahora veo que eso sí es posible, y que vale la pena esta entrega total como diseñadora, artesana y emprendedora”.

La receta de Alkimia:

- Producir prendas únicas que reivindican el valor de la artesanía.

- Aplicar la sustentabilidad desde la elección de la tela hasta el diseño.

- Apostar por la moda consciente y la exportación.

- Buscar que los productos representen la identidad cultural norteña.

- Tomar la naturaleza como fuente del color.

El emprendimiento en Instagram: @alkimiatextilancestral