“La Circunvalación es un tema sensible, porque es la puerta de entrada a nuestra casa”. Así describió hace años el jefe del Tercer Distrito de Vialidad Nacional la situación del acceso a San Miguel de Tucumán, un extenso sector que abarca desde Villa Mariano Moreno al norte hasta el cruce del Canal Sur cerca de Los Aguirre. En la zona de Las Piedritas, cerca de los puentes carreteros sobre el río Salí, ocurrió en la tarde del martes pasado la tragedia del policía Ramón Sánchez, quien fue asesinado de siete balazos cuando circulaba en su motocicleta. Sector inseguro pese a que es intensamente utilizada por la población circundante y por quienes circulan entre la capital y el este del Gran San Miguel, requiere una intervención de las autoridades mayor a las estériles estrategias utilizadas en la última década por lo menos, ya que tragedias como la del martes y accidentes se suceden sin pausa. “Lo que le pasó a este chico es de todos los días, cuando pasa una moto sola salen en grupo y la derriban. A los autos les tiran piedras o les ponen obstáculos para ver si frenan y los pueden asaltar”, dijo una vecina. “En esta parte hicieron la obra de iluminación pero uno por uno fueron robando los faros o rompiéndolos. Vivimos en una boca de lobo”, agregó otro.
Esta “boca de lobo” articula la conexión vial entre el Gran Tucumán, el sur capitalino (la zona del Mercofrut), Banda del Río Salí, Alderetes, Las Talitas y Tafí Viejo. Además se ha ido poblando profusamente tanto en barrios planificados por el estado como en asentamientos, a tal punto que a pesar de que se trata de una vía de alta velocidad en ella hay circulación de carros, bicicletas, transeúntes y hasta es frecuente encontrar animales –perros, vacas, caballos-. En varios tramos parece una avenida que separa barrios y de hecho los vecinos dicen que la cruzan constantemente. “Podemos llegar a cruzar 10 veces al día; tenés que dejar a los chicos en la escuela y buscarlos, cruzar a hacer compras... Pero es peligroso; de noche no hay luces, y no podés salir con el celular para alambrar porque te roban; a veces hasta sin zapatillas salimos”, dijo hace tiempo una vecina. Por ello se estima que hay unos cien cruces clandestinos en la autopista, en varios de los cuales hubo accidentes trágicos. “Lo que sucede es que cuando se planificó la obra no existía un desarrollo urbano en la zona como hoy. Lo que se hizo, se pensó para la planificación de la época... Hay muchos barrios que surgieron después”, dijo el funcionario de Vialidad. “En el caso de que haya desarrollos urbanos no planificados, hay que plantear una solución diferente, en la que intervengan todos los actores”, añadió.
Precisamente hace falta la intervención articulada de los diferentes sectores: Vialidad Nacional -responsable de mantenimiento y señalización-, las municipalidades y la Policía, para realizar acciones coordinadas que se vinculen sobre todo con la seguridad, tanto de circulación como personal. En ese sentido, se deben superar las trabas para que puedan actuar los diferentes responsables. Por ejemplo, la Municipalidad capitalina suele cambiar los cables de iluminación, que son constantemente vandalizados, pero debe atravesar un trámite burocrático para poder trabajar en la zona. Hace dos años un funcionario relataba que se reponían semanalmente entre 400 y 600 metros de cables en el área de San Cayetano. En la zona norte, el intendente de Las Talitas decía que se pretendía apelar a la conciencia social por la proliferación de basurales. “Se arrojan muchos residuos sobre uno de los derivadores. Vienen vehículos o camiones y en horas de la noche arrojan contenidos de todo tipo”. En este sentido, y también por los ataques a pedradas y el riesgo para los conductores y transeúntes, se deben articular estrategias de prevención, acaso con puestos de vigilancia constante o esporádicos. La autopista, que es “la puerta de entrada a nuestra casa”, requiere una respuesta integral en procura de obtener soluciones de fondo.