Sandro Pereira regresa a su primer amor. Desde que el artista comenzó a difundir su producción hace casi un cuarto de siglo, planteó su figura, su imagen, su autorretrato como tema central. Desde entonces, la identidad, su identidad, se centró en esculturas, objetos, dibujos, pinturas y fotografías.

Ello va más allá, por supuesto, de los estereotipos, estigmas, modelos y pautas sociales y culturales de este tiempo. En otras palabras: en contra de esas medidas del cuerpo ajustado, del peso correcto y todo lo que se considera “políticamente correcto”.

Después de una estadía de años en Buenos Aires, el artista se instaló en su casa paterna, en el barrio El Sifón, renegando, tal vez, de las luces de la gran ciudad.

Es el autor del “Sánguche de Milanesa” (que tanto alimentó a propios y extraños y que incluso algunos lo convirtieron como una marca tucumana) y del Novio a la espera, como tantos otros personajes. Ahora, lo cotidiano son el achilatero, el fotógrafo, el girasol, el ciclista o el chancho coqueto; y no faltan el gaucho, el fanático, el pintor y la mancha o el rabino en la lista.

“Sandro Pereira, de colección”, se inaugura esta noche a las 20.30 en la galería Fausto (Muñecas 713), con la curaduría de Segundo Ramos. En ese espacio artístico de Barrio Norte de esta ciudad se podrán visitar 25 obras, entre esculturas y dibujos; de lápiz y lápiz color y acrílico y masilla epoxi.

Las esculturas rondan entre los 17 centímetros a los 36 cm de alto; y los dibujos miden entre 18 y 30 cm. Toda esta producción es de este año, explicó el curador.

Pereira fue uno de los que subvirtió el arte (corriéndose de lo establecido) en distintos géneros y disciplinas; en incursionar en lenguajes que plantean otras lecturas. Ganó el Gran Premio del XV° del Salón del MUNT (Museo de la UNT, en 2019) por “Selva o naturaleza muerta”, pero desde 2018 que no expone en esta provincia. En ese trabajo incorporó la pintura al espacio y exhibió el frente y el dorso; algo así como el lado A y el lado B.

Antes del nuevo siglo, mientras estudiaba en la Facultad de Artes de la UNT, comenzó con una figura antropomórfica de la cultura precolombina. “De los menhires tomé las formas de lo que es la cara. Otra fuente de inspiración fue la Bienal de San Pablo, porque allí tomé contacto con el arte contemporáneo. Fue un motor que aceleró”, afirmó el artista durante una entrevista.

Neopop

Más que autorreferencial, se podría indicar que es intimista: “Cuando trabajo me importa lo que quiero decir, mandar el mensaje. El gordo soy yo, en diferentes circunstancias”, asegura sin titubear, quien utiliza en algunas de sus esculturas calcos de su propio cuerpo.

“Sea en el grabado o en el dibujo, en la fotografía o en la propia performance, el ‘mensaje’ es el mismo”, remarca.

Más que pop, es neopop. El rescate de lo cotidiano es una actitud decididamente pop. Como lo hizo Andy Warhol con las sopas Campbell, en su creación se trata de un sandwich de milanesa. El neopop es un giro conceptual al propio pop.