Aunque los adultos vivamos las fechas patrias con solemnidad (o desinterés, según el caso), ver a los más pequeños vestidos con indumentaria histórica tradicional o acompañarlos a algún acto escolar pincela de ternura la ocasión. Para ellos, las efemérides tienen una perspectiva diferente que debe ser atendida para generar aprendizajes valiosos; son diferentes a simplemente memorizar una fecha o el nombre de una batalla. Y es que, cuando los chicos nos regalan dudas, a veces hay que decirles gracias.

Patricia Guijarrubia es educadora y dispone de una especialización en museos. Cómo fruto de esa mezcla entre pasiones y labores, el año pasado la docente de primaria publicó su primer libro infantil: “Ponchos y mariposas”. A través de cuatro cuentos, la obra invita a relacionarnos de una manera distinta con las efemérides más conocidas del calendario nacional y promover una mirada federal e integral sobre ellas.

La gesta del cruce de los Andes, la declaración de la Independencia, el Día del Maestro y la creación de la bandera representan el trasfondo de esta historia en la cual tres hermanos (Nico, María y Juan) interactúan entre el pasado y el presente para entretejer el amor por nuestra “matria” (en la visión de Guijarrubia) y la memoria colectiva. Los protagonistas nacieron en la Patagonia y se dedican a recorrer museos en compañía de su papá y la novia de este.

El libro objeto posee algunos detalles que lo hacen especial. Además de disponer de unas hojas de papel vegetal para dibujar encima, cada relato incluye una lámina ilustrada por la artista Cecilia Codoni. Sus diseños enaltecen la lectura y le otorgan al ritual de leer en el aula o junto a la familia (al maternar o paternar) una experiencia creativa y azulada.

A futuro, la autora espera que “Ponchos y mariposas” figure en las librerías locales. Hasta entonces, es posible adquirir la obra -que hoy se presenta- por medio de la editorial tres.horas.ediciones o vía Instagram (@pguijarrubia). Para apartar la mirada centralista de la historia, la autora incluyó algunos guiños a la diversidad cultural y territorial del país.

- Al ser la cuna de la independencia, tu libro cuenta con un capítulo dedicado a Tucumán, ¿qué elementos del territorio aparecen?

- El papá de los protagonistas es periodista y justo debe hacer una entrevista en Tucumán. Eso hace que los tres chicos lleguen a la Casa Histórica. En su viaje ellos conocen a una niña llamada Amaicha. Ella viste un poncho azul con bolsillos, dentro de los cuales anidan mariposas. Con un toque de realismo mágico, ese personaje aparece en cada museo que visitan los protagonistas. Las mariposas que la acompañan le susurran a los chicos algunos disparates y preguntas sobre la historia que nos sirven para reflexionar y acercarnos a las efemérides. En el caso de este capítulo, algunas consultas que aparecen son: ¿por qué no había mujeres congresales? ¿Por qué el acta de la independencia se tradujo al quechua? Si actualmente somos independientes, ¿por qué en las Islas Malvinas no ondea nuestra bandera?


- Al crecer, nuestra percepción de los acontecimientos nacionales cambia y tendemos a ser siempre solemnes en los homenajes, respetar las tradiciones o valorar -ante todo- un pasado cuantificable. ¿Cómo deberían interpelarnos las efemérides en esta etapa de la vida?

- Son días en los cuales disponemos de la oportunidad de entender lo que implica la patria y cómo la vamos construyendo a diario; también con mínimos actos. Las efemérides deben amalgamar la memoria pasada, el presente y la construcción de un futuro. Hoy hay algunas acciones que son cuestionadas o adquieren, a partir de su problematización, un enfoque distinto. Por ejemplo, en la mayoría de escuelas ya no se acostumbra pintar la cara de los niños de negro para simular ser un negrito candombero. En cambio, empezamos a focalizarnos en darle valor a la cultura afrodescendiente. A partir de la Ley N° 26.852 y en homenaje a María Remedios Del Valle, cada 8 de noviembre se conmemora el Día Nacional de las y los afroargentinos/as y de la cultura afro. Existen grandes esfuerzos para no infantilizar, estigmatizar ni estereotipar la historia; por aportarle mayor profundidad a cada práctica. Si bien todavía existen maestros que repiten las matrices que aprendieron, la nueva museología y los avances en las ciencias sociales hace que los actos y las efemérides se encaren distinto.

- En relación a las “formas de narrar” la historia, el año pasado el Museo Casa Histórica de la Independencia renovó su guión. ¿Qué opinas sobre los resultados?

- Está a la altura de las mejores narrativas porque incluye una visión integradora que toma diferentes dimensiones poco exploradas. En lugar de hablar solamente de la historia fáctica, el guión nos acerca a los problemas que tuvo la vivienda, su restauración y las tensiones o conflictos que circularon ahí. Además, rescato que la propuesta es interactiva y contempla espacios para los niños y las personas con capacidades diferentes. La experiencia de descubrir la historia nacional se potencia a partir de distintos lenguajes; eso es algo que se supo reforzar institucionalmente con pantallas táctiles, videos y otros elementos interactivos. Que haya una sala en la cual se reconozcan la presencia de los pueblos originarios y el rol de las mujeres en la gesta independentista no aparece como un detalle menor.