La ganadería pastoril, muy extendida y típica en la región, es una herramienta valiosa para capturar carbono en el suelo. Aunque en la región casi no se les da “descansos” a los pastizales, si un productor excluyera al ganado, se reduciría la cantidad de raíces en el suelo, lo cual sería muy negativo para eso que tanto nos importa que es mitigar el cambio climático.

Este concepto es parte de un trabajo de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Buenos Aires (Fauba) y de la Universidad de la República de Uruguay que compiló y publicó la primera base de datos con esos estudios y, aplicándole una metodología estadística específica, descubrió que excluir el pastoreo por más de tres años disminuyó a la mitad la biomasa de raíces.

“Es una prueba más que contundente sobre los garrafales errores conceptuales de los inventarios de emisiones de Argentina es que en su BUR/IBA4 (Biannual Update Report/Informe Bianual de Actualización) declara 41,3 millones de toneladas de CO2e emitidas por pastizales”, indicó el asesor bioenergetico Santiago Paz, respecto de esos estudios, publicados en el sitio Bichos de Campo.

Reducción sensible

Si la Argentina utilizase el mismo criterio que Estados Unidos, proporcional a las áreas de pastizales de ambos países, en lugar de dichas emisiones tendría un balance neto favorable de 1,3 millón de toneladas de CO2e capturadas.

A las reflexiones de esta nota sobre el carbono en suelo, cabe añadir lo planteado en otra publicación de bichosdecampo.com, que señala que el metano producido por el ganado es parte del ciclo biogénico del carbono, el cual ha existido desde que se originó la vida en nuestro planeta. Como parte de la fotosíntesis las plantas captan CO2 de la atmósfera, absorbiendo el carbono y liberando el oxígeno. Ese carbono es convertido en carbohidratos dentro de la planta, la cual posteriormente es consumida por los vacunos, que los digieren y liberan en forma de metano. Pero al cabo de 10 años en la atmósfera ese metano es desdoblado convirtiéndose nuevamente en CO2. Es decir que estas moléculas de carbono son las mismas que estaban en la planta que el animal consumió, el cual fue obtenido por la planta de la atmósfera y luego regresa a la atmósfera; o sea, carbono reciclado.

El carbono biogénico es diferente, porque actúa a través de un ciclo. Es totalmente distinto al carbono de las energías fósiles, el cual ingresa por una vía de un solo sentido que va desde el subsuelo hacia la atmósfera.

El cambio climático hace referencia a la variación a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos del planeta, atribuida principalmente a la actividad humana, en especial, al uso de combustibles fósiles.

Cuando medimos el impacto del metano en el clima, lo hacemos comparándolo con el dióxido de carbono (CO2) el cual se considera el gas de efecto invernadero (GEI) más abundante en nuestra atmósfera. Pero la manera en que hemos estado comparando estos dos contaminantes del clima refleja inadecuadamente la forma en que ellos están calentando al planeta.

Impacto real

Según Frank Mitloehner (Director de CLEAR Center, Profesor y Especialista en calidad de Aire, UC DAVIS), estamos evaluando mal la emisión del metano. Si bien nos proponemos saber cuál es el impacto de la reducción del metano en el calentamiento global, pero la equivalencia entre el metano con el CO2 es una comparación errónea.

Para hacer las equivalencias, los estándares utilizados para confeccionar los inventarios de emisiones indican que una molécula de metano es tan potente como 28 moléculas de CO2 en un período de 100 años, lo cual sería cierto al momento de la emisión. La realidad es que el CO2 permanece en nuestra atmósfera por períodos superiores a 100 años pudiendo extenderse hasta por 1.000 años, acumulando así y prolongando su efecto de calentamiento por mucho tiempo después de emitido.

Es importante tener en cuenta que, si se mantiene constante el número de animales en nuestra explotación pecuaria, significa que la cantidad de metano producida por nuestro ganado y la cantidad de metano destruido será prácticamente la misma, lo que quiere decir que no se adicionará más carbono a la atmósfera, por lo que no habrá una contribución adicional al calentamiento global. El metano producido por el ganado se considera un gas de flujo porque, así como se produce se destruye. De forma contraria el CO2 producido por combustibles fósiles se considera un gas de reserva, es decir se acumula en la atmósfera.

El CO2 emitido hoy se adiciona al emitido ayer, el cual a su vez se suma al producido anteayer y así sucesivamente. Esto no representa un ciclo, sino que es una fuente de calentamiento en un solo sentido o dirección.