Por el crecimiento en la población, por la expansión de los límites de las ciudades o por los cambios culturales, las urbes crecen. La disponibilidad de tierras, la demanda de los residentes o las políticas de planificación hacen que las personas proyecten sus vidas en diferentes lugares. Con todo eso, cambia todo alrededor: a nivel tránsito, por ejemplo, es necesario encontrar nuevas y descongestionadas vías de conexión de un punto a otro. Eso es lo que pasa desde hace algún tiempo con la avenida Francisco de Aguirre, que se ha convertido ya en una gran arteria que une a varios municipios con el centro.
La usan mayormente los vecinos de la zona oeste de San Miguel de Tucumán, de Yerba Buena, de Lomas de Tafí y de Tafí Viejo. La escasez de semáforos, la menor congestión y las variadas calles de conexión la vuelven una alternativa rápida para los vehículos. Al mismo tiempo, un dolor de cabeza para vecinos y para peatones. Según indicó a este medio Enrique Romero, subsecretario de Tránsito municipal, por hora allí circulan 5.860 vehículos. “Una de las razones es la crisis del transporte; la cantidad de motos ha crecido enormemente por el precio del boleto. Además, hay 5.000 viviendas en Lomas de Tafí, y junto a Tafí Viejo, es mucho el volumen de vehículos que toma la avenida, aunque hay algunos que todavía usan Camino del Perú, que tiene gran congestión”, explicó.
Opiniones disimiles
Se necesitan cerca de 15 minutos para recorrerla entera. “Yo la empecé a usar en la pandemia; vivo en Lomas y es mucho más rápido seguir por acá que irme al Camino del Perú y meterme por las avenidas Belgrano o América, que siempre están llenas de autos”, explicó en un semáforo a LA GACETA Claudio y advirtió: “de noche intento evitarla, porque no hay mucha luz. Es un peligro”.
En unos tramos la circulación es más fluida, pero en otras partes se complejiza: a lo largo del recorrido se encuentran baches de todos los tamaños; se ve la falta tapas de desagües; se observa cómo la ausencia de semáforos produce caos e incluso hay grandes pérdidas de agua. En Francisco de Aguirre y Rivadavia, por ejemplo, se acumula el agua que llega de varias pérdidas. “Reclamás y no te dan bolilla. Nos hemos cansado de llamar; no te podés acercar a la orilla de la vereda porque salpican todos los autos. El colectivo (la Línea 19) tiene que parar acá, porque en la parada le es imposible por el agua”, contó el vecino Francisco Arce,
Y ese no es el único problema que identificó. “Es cierto, hay muchísima más gente que la usa ahora para ir al norte, para Tafí Viejo o hacia Las Talitas. Pero, de noche, no se ven ni las manos. Hace un mes reclamé porque no tenemos ni una luz -comentó-; en la otra esquina (la acera del frente) no te podés parar. Los policías están hasta las 20, pero por la noche te arrastran por nada”.
La situación es la misma en varios puntos de la arteria. “Sobrevivimos”, resumió Marta, empleada de un corralón en Francisco de Aguirre al 2.000. “Nosotros y la gente de otros negocios dejamos prendidas las luces si hay que salir. En los semáforos, no podés cruzar... Estamos a la expectativa, porque está todo oscuro. En teoría, vinieron a arreglar la calle y a poner luz, pero alguien se robó los cables”, comentó.
Más problemas
Hay que decir que la situación no es igual en toda la vía. El inicio, en las cercanías de Lomas de Tafí (a la altura del Pozo de Vargas) configura el ingreso de miles de vehículos de los diferentes municipios; esa zona es tranquila, pero faltan complejos de semaforización. En la intersección de la avenida con Néstor Kirchner -la unión con el megabarrio de Lomas-, autos y motocicletas se enfrentan diariamente ante la falta de un instrumento ordenador del tráfico. En el resto de la avenida hay semáforos que no funcionan. “Por acá pasan autos a mucha velocidad, y como el semáforo no anda, es peor”, indicó Cristian Sorane y su compañera completó: “esto es más una autopista”.
“Los martes hay picadas y se ve que pasan muchas motos hacia Lomas de Tafí”, añadió Isabel, a cargo de un quiosco sobre la avenida. “El semáforo acá no anda hace tres años, pero aún cuando funcionaba nadie lo respetaba... Es muy difícil cruzar, sobre todo en algunos horarios, que es más complicado. Los domingos por la mañana es imposible”, agregó.
Hay otras zonas tranquilas, como la que atraviesa Villa Muñecas; pero mientras más te acercás al centro, la congestión es mayor. Y ahí es donde más se ven las dificultades. Cerca del mediodía, los vehículos que van y vienen son mayoría: hay una constante falta de respeto por las normas de tránsito; vehículos cruzan en rojo, doblan en U, se adelantan y andan en zigzag para evitar dar con los pozos. Aun así, uno que otro es víctima de los cráteres. Así es andar por una de las avenidas más circuladas de Tucumán. Romero dice que el problema es profundo y no sólo tiene que ver con la ausencia de semáforos (admite que es necesario uno en Francisco de Aguirre y Viamonte, por ejemplo). “Hace falta algo que vengo reclamando hace años: que se incluya la educación y prevención vial en la currícula. Necesitamos ciudadanos formados -reflexionó-; al tucumano lo hacemos calificado antropológicamente como omnipotente, porque cree que puede hacer lo que se le da la gana. Todos violan las normas de tránsito, sin distinción de clase social”.
A fin de conocer más sobre el estado de la avenida, LA GACETA intentó contactar a personal de la secretaría de Obras Públicas municipal, pero al cierre de esta edición no hubo respuestas.
Configuración urbana
Lo que pasa en Francisco de Aguirre sucedió hace algunos años con avenida Ejército del Norte. Las nuevas necesidades plantan nuevos usos. “Es un fenómeno típico que la gente busque nuevas formas y caminos a medida que la urbanización se amplía”, reflexionó, en diálogo con LA GACETA, la arquitecta Inés González Alvo, experta en movilidad urbana y miembro del Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales de la Universidad Nacional de Tucumán (OFUT-UNT).
Para explicar lo acontecido, habla de la relación existente entre dos cuestiones: el territorio (la infraestructura de una ciudad) y la movilidad (los flujos, el “cómo” se mueve la gente). “Ambas cuestiones se influyen mutuamente; si cambia uno, cambia el otro. Es un ida y vuelta -explicó-; y eso es lo que sucede. La avenida crece, y es probable que eso esté relacionado con el crecimiento de Lomas de Tafí y la presión de crecimiento hacia Tafí Viejo. En las últimas décadas se ha dado un crecimiento fragmentado, como pequeños parches que van surgiendo, y una avenida, como la Francisco de Aguirre, queda encerrada. Lomas de Tafí es un ejemplo de cómo un parche cambió la dinámica de una zona y logró que se termine de generar la trama entre el área metropolitana y Tafí Viejo, y eso fue apoyado por la avenida. Ahí ves la importancia de esa arteria”.
Esta ruta -destacó- ocupa un lugar importantísimo. “No es una arteria secundaria; todo lo contrario. Descomprime hacia ese sector, y si pensamos en jerarquía, la última gran arteria que hay en el oeste antes de esta es la Belgrano-Perón. Y hay mucha distancia hasta Francisco de Aguirre, entonces es mucho el caudal que recoge. Es como que irremediablemente las arterias se vuelven a llenar, y es probable que eso pase con la avenida. La solución es pensar otra forma de movilidad en toda el área metropolitana”, reflexionó. Planificar es la clave.
Hemos visto que hay baches, que falta mantenimiento en algunos tramos y que hay que velar por la seguridad. ¿Por qué la ciudad avanza más rápido que las medidas que apoyan ese crecimiento? “Porque nos falta una agenda de actuación. Falta planificación, una que sea articulada a corto, mediano y largo plazo. Y también puede tener que ver con limitaciones presupuestarias y con la falta de anticipación a los cambios en la demanda de movilidad. El crecimiento de una ciudad es algo que se puede prever; podría no llevarnos puestos si tuviéramos planificación, que favorezca el proceso de toma de decisiones, a través de la investigación, como la que hacemos en el Observatorio. Todo eso nos ayuda a obtener mejores resultados y a que la ciudad sea una que cumpla con todos los derechos de los habitantes, porque circular en condiciones es un derecho”, concluyó la experta.