Llegó para quedarse a mediados del siglo 20 y fue ganando cada vez más terreno hasta conquistar el mundo. La televisión provocaba una rara hipnosis a través de su pantalla y lo sigue haciendo. Con el correr de los años aparecieron sus hermanas. La computadora no tardó en desparramarse por el planeta de la mano de internet que se convirtió en el patrono o matrona –según el género que se le atribuya- de las sociedades. Pero fue el debut del teléfono móvil que profundizó la adicción social a la pantalla, hasta el punto de que para millones de individuos la vida no se concibe sin ese aparato en la mano.

El poder de la pantalla llegó a las aulas en algunos países hace un tiempo. Por eso, el reciente anuncio de que en materia de educación Suecia había decidido abandonar su Plan de Digitalización que contempla la enseñanza a través de las pantallas y regresar a los libros de texto provocó un debate entre los especialistas. Según informaron algunos medios, la decisión se había tomado tras conocerse los magros resultados de los chicos suecos de cuarto grado de la primaria en las pruebas Pirls 2021, que evalúa la comprensión de texto. Luego se aclaró que la ministra de Educación de Suecia, Lotta Edholm, no pretendía dejar de lado el Plan de Digitalización que se aprobó el año pasado, sino que solicitó a expertos que lo analizaran para que, en función de sus conclusiones, se aplicaran los cambios necesarios. Los alumnos suecos repetirán las pruebas, pero no en formato digital como sucedió la Pirls 2021, sino en papel.

Según el sitio educaciontrespuntocero.com, la ministra tiene una opinión crítica sobre el empleo de las pantallas, pero al mismo tiempo considera que la digitalización puede ser positiva si se la usa con sensatez. Por otro lado, la intención del gobierno sueco es que haya más libros en las aulas, e invertirá durante este año 60 millones de euros para la compra de material didáctico y otros 44 millones para fortalecer el desarrollo del lenguaje, la lectura y la escritura de su alumnado.

“Esos mejores resultados nunca llegan porque la motivación que miden esos estudios no es el interés por aprender, sino una fascinación pasiva ante los estímulos frecuentes e intermitentes. La mente aún inmadura del niño se vuelve pasiva y dependiente ante la pantalla cuyos algoritmos llevan las riendas”, sostiene la doctora en Educación y Psicología, Catherine L’ Ecuyer, respecto del empleo de tablets en el aula. La psicóloga Carmen Esteban afirma que no se trata de demonizar a las pantallas porque, especialmente en edades más mayores, pueden tener un componente motivacional que hace que el alumno se interese más. “Son un método complementario para ver una película de un tema que estamos dando en clase, un documental educativo, canciones, aprender a buscar información oficial en páginas de internet, saber realizar presentaciones en un ordenador o manejar otras aplicaciones”, señala.

Se dijo muchísimas veces que la televisión no es ni mala ni buena y que en buenas manos era una formidable herramienta educativa. Lo mismo sucede con las pantallas digitales, depende del uso que se les dé. Parece saludable la iniciativa del Estado sueco en invertir en libros y material didáctico para mejorar la educación. Los programas para incentivar la lectura deberían potenciarse no sólo en los alumnos, también en los padres y en los mismos docentes. Antinomias como “alpargatas sí, libros, no” es una confrontación inútil, así como “invertir gasas en los hospitales y no en cultura”. No se trata de una cosa o la otra, sino de que ambas son necesarias. La pantalla, las tablets, son sólo objetos, no educan por sí mismos. Los avances tecnológicos han permitido democratizar el conocimiento, pueden ayudarnos a mejorar como sociedad y como personas en la medida que sean bien utilizados. Lo interesante además de esta decisión de los suecos es que tras un fracaso educativo, rápidamente se preocupan por analizar las causas y si los análisis ponen en evidencia fallas, tomar las medidas para cambiar el rumbo de la educación.

Uso de la tecnología: a conciliar el aprendizaje con pantallas en las aulas