Las barras proteicas sin gluten de Que Lo Paleó son transparentes. Adentro contienen los ingredientes promocionados en el envoltorio. Ni más ni menos, pero suficiente para hacer una diferencia respecto de los numerosos tentempiés que existen en el mercado, según el creador del emprendimiento e ingeniero industrial graduado en la Unsta (Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino), Eduardo Idígoras. Si el paquete dice “proteína de suero de leche, maní triturado, chocolate blanco y chocolate semiamargo”, la vista y las papilas gustativas corroboran la información con el primer mordisco.
Hay algo más: Que Lo Paleó no emplea agua ni genera emisiones contaminantes en la producción, y trata de reducir al máximo la huella de carbono asociada a la logística. Ese Tucumán traslúcido es el que Idígoras despacha desde la fábrica mínima que instaló en Yerba Buena y que pronto quintuplicará su tamaño para atender la demanda creciente de todo el país.
El emprendimiento nacido hace siete años proyecta consolidarse en la Argentina y exportar; proyecta incorporar propuestas cetogénicas, veganas y saladas, y, además, proyecta alumbrar el primer Que Lo Café con la idea de que, con el tiempo, se convierta en una cadena con franquicias. A Idígoras no le para la cabeza desde que se animó a experimentar con las barras en la cocina de su casa.
Él quería ofrecer “comida de verdad” para consumidores que necesitan energía para hacer un millón de cosas y carecen de tiempo para alimentarse en consecuencia. Y sigue queriendo lo mismo: mientras desayuna en una cafetería ubicada en el complejo del Camino de Sirga donde funciona Que Lo Paleó, el ingeniero dice que encontrar una respuesta acertada es clave para emprender y que, para eso, hace falta hacerse buenas preguntas.
“Este emprendimiento, como el mismo nombre lo dice, es todo un desafío para mí porque la Argentina no es un país que ofrezca muchas oportunidades laborales. A cierta edad es natural que un profesional sienta que ya está demasiado calificado para un trabajo. En esas circunstancias, no queda otra que emprender y volverse creativo para encontrar un nicho. Yo soy uno de esos emprendedores que se largó por su cuenta por falta de alternativas”, cuenta. Y agrega: “en algún momento pensé irme del país, pero entendí que uno debe mover su rueda y aportar para que el medio propio sea un poquito mejor. Esto es lo que me mantiene aquí, aunque viví en Bolivia y en Canadá. Hoy estoy contento con lo que hago, no con la realidad que nos toca vivir”.
Poner los pies sobre la tierra hizo que, por ejemplo, Que Lo Paleó optara por usar insumos y materias primas de origen argentino para evitar los inconvenientes que acarrean las importaciones. “Si en 2016, que es cuando comencé con Que Lo Paleó, yo me hubiese inclinado por mercadería importada, tal vez el proyecto no habría perdurado”, reflexiona Idígoras, quien en el camino recibió la ayuda de su madre y hoy tiene cuatro colaboradores. “Somos una minipyme en vías de convertirnos en una pyme”, detalla. El emprendedor dice que la mudanza a la nueva sede conllevará la duplicación de los puestos de trabajo que da Que Lo Paleó.
Sin “cosas raras”
A Idígoras se le prendió la lamparita gracias al crossfit, un método de entrenamiento que se popularizó en la Argentina durante la década pasada. “Yo me metí temprano, en 2011, porque estaba en Buenos Aires por otro tipo de emprendimiento de índole ambiental que no prosperó. Con el crossfit tomé conciencia de la importancia de la alimentación y me interesé en la dieta paleolítica, que es un estilo de vida que implica volver a comer como lo hacían nuestros ancestros. Pero eso es irrealizable porque ya no podemos ponernos a destripar un animal: hemos evolucionado y lo que tenemos que buscar es alimentarnos de la mejor manera en la época que vivimos”, refiere.
El ingeniero habla de gente insaciable: “por el avance de la tecnología, queremos hacer cinco millones de cosas en el mismo tiempo con el que antes se hacían dos. Somos ‘multitasking’. Y para ese tipo de vida no existe en general una buena nutrición porque los kioscos están llenos de calorías vacías: ‘snacks’ que no aportan buenos nutrientes”.
Si bien Que Lo Paleó se inspiró en el crossfit, lo cierto es que su público va más allá de los atletas. Idígoras asegura que ancianos y niños pueden aprovechar, según su nivel de actividad, los beneficios nutricionales de las barritas y restantes productos de la marca (pastas de maní, de almendras y de castañas de cajú).
“Mi propuesta es hacer ‘snacks’ con alto valor nutritivo sin cosas raras, como colorantes, saborizantes, emulsionantes, etcétera, para que el organismo reconozca la calidad de este producto y lo asimile como tal”, precisa. Idígoras manifiesta que esa es la base del pacto que hizo con el público, y la razón que explica el crecimiento y la proyección de la marca. “Para mí Que Lo Paleó es sinónimo de nutrición inteligente, de sostenibilidad y de sustentabilidad”, asegura.
Contra la corriente
Si bien el caballo de batalla son las barras negras y blancas con proteínas de suero de leche, el emprendimiento incorporó otras fuentes proteicas naturales de origen animal y vegetal, como la albúmina de huevo y el lupino. Esta comida, que se parece a la que ingieren los astronautas, no es “light”, sino nutritiva. “No queremos dinero con cualquier cosa ni de cualquier manera. Gastamos fortunas en cajas de castañas de cajú. ¿Qué hace la industria masiva? Muele todo de tal manera que uno no sabe lo que está comiendo. Nosotros vamos en contra de esa corriente y trituramos de manera tal que se vea lo que hay adentro de la barra. La gente se da cuenta de eso”, explica el emprendedor. La autenticidad del producto se refleja en su aspecto. “El gran problema que tenemos es que, como el moldeado aún es artesanal, la barra no tiene una presentación uniforme o muy bonita, pero compramos una máquina de moldeo para satisfacer también esa expectativa estética”, anticipa el creador de Que Lo Paleó.
A Idígoras le brilla la mirada: su entusiasmo parece ilimitado. “Insisto en que este es el desafío de mi vida. Los seres humanos venimos a dejar algo en el mundo para que alguien después tome la posta. Me veo como un gran productor de ‘snacks’. Quiero establecer una vara diferente a la que hay en el rubro con la convicción de que de esa manera creceremos todos. Que Lo Paleó es de la gente, de los que lo consumen, y son ellos los que nos llevan a mejorar; a pensar en investigación y en desarrollo y a buscar que Tucumán nos aporte más materias primas porque hoy sólo usamos arándanos cosechados aquí”, se lamenta.
Que Lo Paleó conserva su ADN y su DNI tucumanos por una situación emocional y afectiva. Idígoras dice que un argumento poderoso para mantener el emprendimiento en la provincia es que él cuida de su padre operado de las dos caderas. Sin vueltas y coherente con la sinceridad que caracteriza a su emprendimiento, precisa: “si fuera por una cuestión racional, tendría que estar en Córdoba”.
La receta de Que lo paleó
Fabricar tentempiés proteicos sin gluten naturales y saludables.
Ofrecer “nutrición inteligente” a consumidores que necesitan mucha energía.
Producir con un impacto mínimo en el ambiente.
Crecer sobre la base de un pacto de transparencia.
Dejar “una vara diferente” en el sector que beneficie al conjunto.
El emprendimiento en la web quelopaleo.com.ar