Los cielos tucumanos en aquellos años iniciáticos de la aviación local fueron el escenario donde desplegaron sus aptitudes pilotos de renombre internacional al mismo tiempo que los nativos daban sus primeros vuelos. Personajes como Paul Castelbert, Sidney Holland, Max Holtzen, el capitán Kingsley, algunos de ellos avezados pilotos de combate de la Primera Guerra, se mezclaban con figuras como Próspero Palazzo, Ernesto Nougués o Gaudioso Molina. Pero hoy conoceremos la historia de un “as de ases” alemán que recibió medallas por sus servicios para el ejército germano durante el conflicto europeo de 1914 a 1918. Estamos hablando de Ernest Udet, nacido el 26 de abril 1896 en Frankfurt, quien era esperado por los amantes del vuelo a medianos de junio de 1923. Udet había sido invitado a nuestro país por el Círculo Aeronáutico Alemán en su condición de héroe y constructor de aviones. Según nuestro diario el hombre era esperado con gran expectativa por los tucumanos ya que como había anunciado Nicanor Posse, presidente del Aero Club Tucumán había invitado al alemán a nuestra provincia.

“El teniente Udet ha justificado con creces ese nombre que lo hace aparecer como el aviador más inteligente y experto que tuvo Alemania. Retirado de esas actividades y cubierto de merecida fama. El teniente ha resuelto hacer una jira por Argentina en carácter de propaganda de sus famosas máquinas Udet, que el mismo ha liderado y fabricado. Su fácil como sólida construcción, ha permitido a su autor realizar en breve tiempo una brillante jugada, al final de la cual ha quedado definitivamente consagrado su motor como el más práctivo y sencillo”, de esta manera se anunciaba la visita del piloto.

El anuncio estuvo a cargo de Pablo Salomón Leube secretario del Centro Aeronáutico Alemán y estaba prevista para el 10 de junio. Esta fecha no se cumplió porque Udet participó de carreras aéreas en Buenos Aires. Por lo que se anunció una reprogramación de la presentación para fines de mes, el 29 de junio y el primero de julio. Junto al piloto se anunciaba que venía el ingeniero Otto Heinecke que iba a presentar sus paracaídas e iba a realizar varios descensos.

Pese a todos los anuncios debemos decir que la gira no se produjo y por eso podemos decir que Tucumán no tuvo la oportunidad de ver volando al famosos piloto y en referencia al paracaidista su llegada se retrasó más de un año ya que se produjo en agosto de 1924.

Dejando de lado el hecho que el hombre no pudo estar en Tucumán su vida si merece ser contada. En referencia a su estada en Argentina hay que destacar que los aviones que trajo, el U.6 y el U.1, tuvieron importante actividad en el país. Uno de ello fue presentado al ejército para su estudio y analizar su posible compra. El otro, por su parte, participó de varios eventos en Buenos Aires, Rosario y El Palomar. Además junto a Holtzen viajó a Rosario el 6 de junio y estuvo en esa ciudad unos días regresando a El Palomar el 22.

Desavenencias

En esos días finales de junio se presentó una situación con sus honorarios y el Círculo. Y según el investigador Francisco Halbiter, citado por Eloy Martín en “Ernest Uder y sus aviones en Argentina”, “con el correr de los días la situación se fue haciendo cada vez más tirante, hasta que Carlos Tornquist decidió tomar cartas en el asunto y aplacar las iras, pagando algunos gastos de Udet en forma personal, y presentándole el U.6 a Jorge Alfredo Luro, quien terminó comprando ambos aviones y el piloto alemán emprendió el regreso a su país en los últimos días de julio”. Destaquemos que el U.6 al mando de Jorge Olivero quedó en novena posición en la copa Wilburt Wrigtht organizada por Aero Club Argentino el 5 de agosto de 1923. En mayo de 1924, al mando del mismo piloto y junto a María Elena Ortiz Machado (17 años), el U.6 (con modificaciones aportadas por el mismo Udet) superó el récord mundial de altitud con pasajero al llegar a los 3400 metros dejando atrás la marca anterior de 2800.

Con El Barón Rojo

Dejemos atrás su paso por la Argentina y veamos qué lo había hecho un as del aire: había conseguido derribar más de 20 aeronaves. Al finalizar la Gran Guerra en 1918 tenía 62 derribos y era el segundo de su país detrás de Manfred Von Richthofen, El Barón Rojo, que registraba 80. Y quedó cuarto entre todos los contendientes, superado por el francés René Fonck (75) y el canadiense Billy Bishop (72). En 1917 Richthofen lo sumó a su escuadrilla. Al morir El Barón Rojo fue considerado como líder de la aviación alemana pero finalmente tomó el mando Wilhelm Reinhardt. Luego se hizo muy amigo de Hermann Göring. Tras su paso por Argentina viajó a Estados Unidos donde tuvo amoríos con mujeres famosas entre ella la actriz Mary Pickford a quien le apostó que era capaz de recoger su pañuelo con el ala de su avión mientras iba en vuelo. La apuesta fue ganada por Udet. Tras su paso por Norteamérica regresó a Alemania para la década de 1930 sin ser simpatizante nazi se acercó de la aviación por su amistad con Göring y desarrolló una carrera que lo llevó hasta el cargo de general.

Su muerte

“El famoso aviador coronel Udet, que era el más grande de los ases alemanes vivientes de la primera Guerra Mundial, perdió la vida a raíz del ensayo de un arma, según reza el comunicado oficial” de esta manera anunciaba nuestro diario en noviembre de 1941 la muerte del piloto alemán. La noticia agregaba que “falleció a consecuencia de heridas sufridas en un experimento con armas de fuego”. Sin embargo investigaciones posteriores señalaron que él terminó suicidándose después de una fuerte discusión con el mariscal del Aire, Hermann Göring tras el fracaso de la Operación León Marino. Esta acción se enmarcó el intento alemán de invadir Inglaterra en 1940. Aproximadamente para la “Operación León Marino” se seleccionaron a un total de 96.100 soldados y 650 tanques para la primera oleada del Ejército Alemán, la mayoría de las fuerzas de ocupación desplegadas en Francia y Bélgica. La Kriegsmarine se encargaría del transporte de tropas en los puertos de invasión. En cuanto a la Luftwaffe, su misión consistía en destruir a la RAF, proporcionar escolta a la flota de invasión y neutralizar las defensas costeras una vez producido el desembarco. La aviación alemana nunca pudo imponer su fuerza y de ahí en más la operación fue perdiendo impetú y se frustró.

Agosto de 1924

“A las 17, el General La Madrid después de haber realizado diversas evoluciones con pasajeros, ascendió conduciendo al paracaidista Luis Nau, quien minutos más tarde, se arrojó de cabeza abajo, desde una altura de 1.000 metros. Honda impresión causó en el público el paracaidista en el espacio hasta que el paracaídas se abrió veloz y comenzó lentamente el descenso. El público advirtió entonces el arrojo del paracaidista y la seguridad de ese invento salvador en un posible accidente aéreo”. De esta manera nuestro diario anunciaba el festival de paracaidismo que se realizó el 18 de agosto de 1924. De todos modos, no hay información sobre si fue la primera vez que se realizaba una exhibición de este tipo. Ese día se realizaron dos saltos, el del ya mencionado Lau y el otro que fue realizado por el ingeniero alemán Otto Heinecke. Lo hizo desde 800 metros de altura y presentó el paracaídas que él mismo había inventado.