Esta semana en LA GACETA Central fue entrevistado Martín Güemes, secretario de Modernización de Gobierno de Salta. Si bien el motivo de la charla fue indagar sobre el sistema de voto electrónico que rige en aquella provincia, inevitablemente, los conductores le terminaron preguntando sobre su parentesco con el héroe de la independencia. El funcionario no sólo contó que integra la sexta generación de descendientes directos del prócer, sino que también recordó algunas anécdotas heroicas -como el abordaje a caballo de un buque inglés en plena defensa de Buenos Aires- y resaltó la emoción que le genera el hecho de que, cada 17 de junio, un integrante de la división de Infernales (cuerpo militar creado por Güemes y que hoy aún existe) forme parte de la escolta presidencial integrada por los granaderos de San Martín.
El testimonio televisivo de este salteño puede ser un buen punto de inicio para reflexionar sobre el valor que ocupan hoy los próceres y las gestas patrias en el imaginario nacional y, puntualmente, en el de los habitantes del NOA. Sin restar méritos a la obra sanmartiniana, a las gestiones políticas que se realizaron en Buenos Aires y a lo ocurrido en la entonces Banda Oriental (hoy Uruguay), es justo destacar que la Independencia argentina se definió en el norte. Puntualmente en Tucumán, en Salta, en Jujuy y en lo que hoy es Bolivia y que, en aquel entonces, era conocido como el Alto Perú. Es decir, la sangre derramada en batalla por los habitantes de esta región abonó la tierra para que Argentina pudiera erigirse en nación independiente y soberana. Sin embargo, las injusticias persisten y hay deudas históricas con la región que aún no han sido saldadas.
Salta parece ser la excepción: basta observar los tradicionales desfiles gauchos y militares que se realizan cada 17 de junio para palpar la potencia identitaria que despierta la figura de Güemes y, a través de la suya, la de las miles de personas que sacrificaron todo (hasta la vida) para repeler las invasiones realistas. En 2016, la decisión del Gobierno nacional de declarar feriado en todo el país el día en que se recuerda la muerte del salteño fue interpretada como un hecho de justicia. Pero salvo en Salta, en el resto del país recordaremos a Güemes mañana 19, justamente para empalmarlo con el Día de la Bandera y generar un fin de semana extra largo. A pesar de la manipulación que constituye el hecho de mover los días de los feriados para adaptarlos a las necesidades del momento, sí se puede decir que la memoria de Güemes ostenta el privilegio de constituir un feriado nacional. Cosa que no es menor, porque de este modo, ingresa en la currícula escolar y se convierte en un mojón para la cultura.
No pasa lo mismo con otras fechas importantísimas para la constitución de nuestro país, como la Batalla de Tucumán, la Batalla de Salta y el Éxodo Jujeño. También podríamos incluir el día de la muerte de Manuel Eduardo Arias, glorioso jujeño, o el recuerdo del tucumano ilustre Bernabé Aráoz. Las primeras hoy ostentan el rango de feriado provincial. Las otras (y tantas más) ni siquiera eso.
Creemos que en estos tiempos en los que lo efímero se impone en casi todos los órdenes de la vida, el recuerdo de ciertos hechos se vuelve capital para mantener la cohesión y la identidad. Tal vez haya llegado el momento de que los dirigentes tucumanos, jujeños y salteños tomen las medidas necesarias para que efemérides fundamentales, como las enumeradas más arriba, ocupen el lugar que se merecen en el calendario y en la memoria colectiva.