Se habla mucho de la inteligencia artificial (IA), pero es poco lo que a ciencia cierta se sabe sobre sus alcances finales. Sus rápidos avances y su eficiencia en algunas tareas específicas crean un sinnúmero de hipótesis. Así, la futurología se adueña de la tecnología: se dice que va a quitarnos trabajos, que nos va a dominar al mundo, ¡y ahora hay quienes opinan que podría reemplazar la inteligencia humana! Que podría aprender a tener sentimientos, que podría pensar cómo nosotros y que hasta podría razonar mejor que las personas.

Sí, la IA es sumamente compleja y (para algunos) es imposible de copiar. Pero las novedades en el aprendizaje automático y en las redes neuronales de la IA ponen en duda los límites y las posibilidades a futuro. Hay quienes la entienden y explican como una caja negra: sabemos que funciona, pero en algunas de sus ramas desconocemos cómo y hasta dónde puede llegar.

Hace semanas, en diálogo con LA GACETA, Juan Gustavo Corvalán, que dirige el Laboratorio de Innovación e Inteligencia Artificial de la UBA explicó que hay un pequeño porcentaje de la IA cuyos límites no se conocen. “Es puntualmente el límite del aprendizaje profundo, que es un subtipo que si se le aplica una cierta tecnología de aprendizaje no supervisado podría generar algo que se nos vaya de las manos”, aclaró. Y como no conocemos todos sus alcances, estas suposiciones abren un debate necesario. ¿Es posible que la IA logre reemplazar la inteligencia humana? ¿O el razonamiento, la creatividad, la empatía y la comprensión emocional serán siempre propias de los humanos?

Límites

Estas son grandes incógnitas para la sociedad. De hecho, hace algunos días BBC Mundo consultó a sus lectores qué querían saber sobre la IA. Una de las preguntas más repetidas fue esa: ¿puede superar a la inteligencia humana y tomar consciencia? Quien respondió la interrogante fue Amparo Alonso Betanzos, catedrática de Ciencias de la computación e Inteligencia Artificial en la Universida de da Coruña (España). “Casi todos los sistemas de IA superan nuestra inteligencia, lo que pasa es que en un campo determinado -indicó y ejemplificó-; pueden ser magníficos diagnosticando un tipo de cáncer, pero no son buenos como médicos generales porque el conocimiento que se necesita es más amplio. Y sobre la consciencia... Puede, entre comillas, modelarla. Hay robots que pueden modelar sentimientos y puede parecer que tienen una toma de consciencia real, pero ni siquiera sabemos cómo ocurren ciertos procesos de la consciencia en los seres humanos, así que es algo muy complejo y amplio”.

Por la misma incógnita, LA GACETA se comunicó con expertos en este campo. La opinión es similar: con la tecnología existente, es difícil responder el planteo. Y todo tiene que ver con una cuestión de capacidades. “En algunos procesos sí es posible que la IA nos reemplace, pero no al 100%. Tiene un gran flujo de trabajo en sus procesos, pero no podría replicar la capacidad de almacenamiento del cerebro, por ejemplo. O, para hacerlo, necesitaría un flujo de tecnología infinito. Ese es uno de los enfoques; en cuanto a la percepción de sí misma o en lo que respecta a los sentimientos también sería complicado. Al menos por ahora; quizá cuando llegue la computación cuántica es otra la historia...”, reflexionó Gustavo Juarez, responsable del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnológicas de la Universidad Nacional de Tucumán (Facet-UNT).

Replantear la incógnita

El especialista consideró necesario acotar la pregunta. “¿Va a reemplazar a una inteligencia o a todas? -se preguntó-; lo cierto es que en algunos campos ya lo hace. La revolución industrial 4.0 es en el campo; y la IA ya reemplazó cosechadores de caña, por ejemplo. Las máquinas se manejan solas; pero le falta mucho tiempo de entrenamiento en las redes neuronales para que tenga un comportamiento humano”.

Quien también consideró insuficiente el planteo fue Diego Fernández Slezak, investigador del Instituto de Ciencias de Computación (ICC) del Conicet y docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). “No podemos decir que nos va a reemplazar la IA si ni siquiera tenemos bien definido qué es la inteligencia humana. Y, aún así, llamarle inteligencia a algo que viene de la computadora está mal etimológicamente. Suponiendo que aceptamos la pregunta, todos los nuevos modelos que llegaron, como ChatGPT, solo atacan un nicho en particular. Sí, copian una inteligencia, pero una porción ínfima; no abarca mucho más allá de eso, no llega a otras habilidades. Replican el lenguaje, lo hacen bien, pero no tienen nada más: y ese es el motivo por el que se da el debate. De golpe, tienen algo que era exclusivamente nuestro”, comentó.

Solo simulación

Fernando Farfán, docente del Laboratorio de Investigación en Ciencia y Tecnología Aplicada (Lintec) de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Tucumán (Facet- UNT) explicó que la IA es un conjunto de métodos computacionales, algoritmos, operaciones matemáticas y códigos de programación que responden a entradas (datos).

“Simulan los procesos del razonamiento, aprendizaje, percepción, interpretación, toma de decisiones y otros procesos cognitivos y conductuales del ser humano. La neuropsicología, los estudios sociales del comportamiento y las neurociencias les han proporcionado las bases, a través de modelos computacionales, para que la inteligencia artificial proporcione respuestas -indicó-; pero la inteligencia humana no ha sido resuelta. A medida que los avances en neurociencias crezcan, la IA irá también incrementando sus capacidades de generar respuestas más similares al comportamiento humano, pero falta mucho”, aseguró.