El gran debate en torno a la Inteligencia Artificial (IA) en el último tiempo se ha centrado en sus límites, y en si esta tecnología podría reemplazar o no a la inteligencia humana. En diálogo con LA GACETA, varios expertos explicaron que la IA puede (y podría) replicar algunos aspectos de nuestra inteligencia, pero no en su totalidad. Al menos por ahora. Y el planteo se cae -explicaron- si lo acotamos aún más: puede imitarnos pero, ¿hasta dónde? ¿El límite son las emociones?

Sí. Tiene sus límites. Hoy, la IA no piensa, sino que simula el pensamiento humano; “predice” una respuesta, pero no razona porque no tiene consciencia. Ni tampoco podría imitar algo tan “nuestro” como son las emociones, confirmó a LA GACETA Diego Fernández Slezak, investigador del Instituto de Ciencias de Computación (ICC) del Conicet y docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Hay un soporte de nuestro cerebro y nuestro cuerpo, y que es una cuestión casi religiosa: son las emociones. La gente puede creer que no dependen de reacciones químicas, sino de algo más. Cuando vas a la computadora, se complica copiarlo o programarlo; es imposible hacerlo porque no tenemos ni siquiera la definición de qué son. Empatizar con otra persona, reflexionar, lo hacemos mejor que las computadoras. Y ellas están lejos de replicar la inteligencia humana más allá del lenguaje”, indicó.

Frenos y posibilidades

La IA no podría reemplazarnos, porque no puede avanzar sobre la inteligencia humana; el conocimiento existente sobre ella es limitado, indicó Fernando Farfán, docente del Laboratorio de Investigación en Ciencia y Tecnología Aplicada (Lintec) de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Tucumán (Facet- UNT). “El diseño e implementación de los métodos computacionales (IA) se basan en modelos que utilizan datos -comentó-; sin embargo, el comportamiento humano no está totalmente resuelto, pues nuestras emociones muchas veces nos hace tomar decisiones que van en contra de lo lógico, natural o intuitivo. La neurociencia recién está empezando a asomarse a la comprensión de los procesos emocionales, y mas aún, como estos afectan nuestro comportamiento, y por consiguiente nuestra toma de decisiones. Todos los procesos cognitivos relacionados al razonamiento, aprendizaje, percepción de nuestros sentidos, comprensión, toma de decisiones y hasta incluso nuestros movimientos, son afectados por las emociones; en este contexto, por supuesto que hay un gran freno para llegar a imitar el comportamiento humano en el contexto emocional, que es donde naturalmente interactuamos con todo”.

Proyectar

Lo que quizá podrían hacer en el futuro es proyectar sentimientos, reflexionó Gustavo Juarez, responsable del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnológicas de la Universidad Nacional de Tucumán (Facet-UNT).

“La IA no deja de ser una computadora. Nosotros tenemos memoria selectiva; valoramos y recordamos más uno u otro acontecimiento; le damos diferente prioridad a los hechos y los almacenamos. La IA podría proyectar sentimientos, como sucede con el arte: el arte me genera algo, pero el arte en sí no tiene sentimientos. Somos los humanos los que le ponemos sentimiento a las cosas”, resumió.