En junio de 2013 Ángeles Rawson, una joven de 16 años de Buenos Aires, desapareció cuando volvía de una clase. Al día siguiente, tras la denuncia de sus padres, su cuerpo fue encontrado en una planta de residuos de José León Suárez. El responsable del femicidio fue el portero del edificio donde vivía la joven, una de las figuras menos sospechadas en su entorno.

El otoño de 2013 se tiñó de un gris aún más pálido al conocerse las teorías de secuestro que giraron en torno a Ángeles, una adolescente de 16 años del barrio bonaerense de Palermo. Pero el caso se volvió más extraño en cuanto los medios empezaron a alimentar las hipótesis sobre la culpabilidad de su propia madre y su padrastro.

El 10 de junio de 2013 Ángeles fue vista por última vez en su clase de gimnasia y, más tarde, captada por una de las cámaras de un edificio de Palermo, mientras regresaba a su hogar, lugar al que nunca llegó.

Al día siguiente de la denuncia, el cuerpo de “Mumi”, como se conocía a Ángeles entre sus allegados, fue hallado por casualidad a poco más de media hora de su hogar en José León Suárez. La joven asesinada se encontraba en la planta de tratamiento de residuos del Ceamse, la Coordinación Ecológica del Área Metropolitana Sociedad del Estado.

La casualidad en el hallazgo del cuerpo de Ángeles Rawson

Los trabajadores de la planta de tratamiento de residuos se encontraban en horario laboral cuando un extraño envoltorio les llamó la atención: era el cuerpo de Ángeles que pasaba por la cinta clasificadora. El cadáver de la adolescente más buscada de la provincia de Buenos Aires se encontraba ahora frente a ellos.

La casualidad fue una característica que destacó en el caso de Rawson. Sin ella, es probable que la muchacha siguiera desaparecida hasta el día de hoy. Los camiones recolectores habitualmente se dedicaban al traslado de desechos orgánicos por lo que no solían pasar por la planta procesadora. Sin embargo, el 11 de junio de 2013, un cambio inesperado permitió que se encontrara el cuerpo de la adolescente.

Jimena Aduriz y Sergio Opatowski

Su madre y su padrastro: los principales sospechosos

Debido a la gran apertura que la familia había hecho del caso frente a los medios, Jimena Adúriz, su madre; Sergio “Pato” Opatowski, su padrastro, y Axcel Opatowski, su hermanastro, se convirtieron en los principales sospechosos del crimen. La sociedad había decidido empezar a juzgarlos por detalles mínimos sin contar verdaderamente con pruebas en su contra. Franklin Rawson, el padre de “Mumi”, no vivía con ellos desde la separación de su madre. Ante la presunta culpabilidad de quienes convivían con su hija, Franklin pasó a constituirse como la nueva víctima del caso: el padre apartado que solo pedía esclarecer el asesinato de la muchacha.

Las declaraciones incriminatorias del asesino

Otra vez algo de casualidad entró a jugar en el caso al momento de dar con el asesino. Los encargados de la fiscalía citaron a gran cantidad de personas, todas allegadas a Ángeles, para declarar por el femicidio de la niña. Entre los citados, estaba Jorge Mangieri, el portero del edificio en el que vivía Ángeles y que nunca llegó a la entrevista voluntariamente.

Ante la falta de respuesta pero aún sin considerarlo sospechoso, la fiscal y abogada Paula Asaro envió a la policía por Mangeri. En su entrevista, la causa daría un giro inesperado por las declaraciones incriminatorias del portero. “Yo no estoy muy contento de venir acá, la verdad es que me picanearon, me torturaron”, se excusó de entrada Mangeri levantándose la ropa y dejando libre el torso. Era sólo la coartada que lanzaba por las marcas que llevaba en el cuerpo.

Inmediatamente Asaro pidió la detención de Mangeri y la examinación de sus heridas. La biopsia de las marcas del portero tomó horas, pero el perito determinó que se trataba de rasguños, “arañazos” que el sospechoso se había encargado de quemar con ácido para ocultar los rastros de defensa de Ángeles.

Jorge Mangeri

La culpabilidad de Jorge Mangeri

El único momento en que Mangeri asumió la culpa de los hechos fue en declaración con Asaro: “Doctora, la verdad después de todo este tiempo no quiero que a mi mujer le pase nada, ella es una mujer enferma y la culpa de todo la tuve yo”, dijo el portero incriminándose.

El ADN tomado de las uñas de Ángeles coincidió con el de Jorge Mangeri. Cuando la joven regresaba a su casa, fue secuestrada por el portero del edificio. No hay exactitud sobre el lugar al que “Mumi” fue llevada. Allí el acusado intentó violarla y, ante la resistencia de la víctima, el hombre le quebró cinco costillas y la estranguló hasta matarla.

Los vecinos del edificio declararon que el día del asesinato, el portero se había comunicado con todos los departamentos informando que pasaría a retirar la basura a un horario diferente al habitual y que no quería que se acercaran a la terraza. Se presume que fue el lugar en que escondió el cuerpo de Ángeles esa noche.

En julio de 2015, el Tribunal Oral Criminal 9 sentenció a Mangeri a cadena perpetua por el femicidio de Ángeles Rawson. “Vuelvo a declarar mi inocencia. Soy inocente. No tuve ni tengo nada que ver con la muerte de ‘Mumi’, nada más. Que se haga justicia. Nada más”, sostuvo el portero.

Una generación marcada por el crimen de Ángeles Rawson

La generación de niñas que en el 2013 cursaba la adolescencia empezó a modificar algunos comportamientos. Las vueltas a casa después de las clases de educación física, para muchas jóvenes, eran un momento de peligro. Enviar mensajes avisando que el regreso al hogar estaba pronto, caminar acompañadas o pedir que alguien salga al encuentro a mitad de camino fueron solo algunas de las nuevas actitudes adoptadas a partir del femicidio de Ángeles Rawson.