Todo está en las fotos. Los cuerpos, las miradas, los escenarios. Una fábrica cerrada, una pancarta que se alza, la anatomía de un instante congelado para siempre gracias a un disparo que da en el blanco. Es el clic de las viejas cámaras análogicas dando a luz el registro de una época. Todo está en esas fotos que Trinidad Buffo recorrió, descubrió y eligió para contar, desde otro ángulo, la historia tucumana contemporánea en el punto máximo de su ebullición. Es la crisis azucarera (1965-1970) expuesta desde el trabajo de los fotoperiodistas.

“Siempre me atrajo la historia social y cultural de la segunda mitad del siglo XX. Las cuestiones que mantienen su vigencia en el presente porque marcaron la provincia y permanecen en la memoria”, explica Buffo. Puesta a definir el tema para su tesis de licenciatura (dirigida por Florencia Gutiérrez, codirigida por Leandro Lichtmajer) optó por enfocar aquella crisis que derivó en el cierre de los ingenios a través del tratamiento que le brindó la prensa, específicamente los fotoperiodistas. “Me pareció algo innovador y un desafío, porque en Tucumán casi no hay trabajos sobre esto -apunta-. Cuando se habla de fotoperiodismo el foco suele estar puesto en Buenos Aires”.

Una mirada diferente a la crisis azucarera y al cierre de ingenios
UN CLÁSICO TUCUMANO. Esta foto de LA GACETA, simbólica, es de incesante circulación. Y además es la favorita de Buffo.

Las fotos abren una ventana para indagar cómo se difundía el conflicto; cómo se lo miraba; cómo se lo vivía. Y cómo se lo entendía. La misión inicial de Buffo fue seleccionar las imágenes, a partir de fechas significativas, y apelando a fuentes locales y externas. “La idea es que las miradas sean tucumanas, pero también ajenas”, explica. Entonces hay fotos de LA GACETA y del acervo de Tucumán Arde, pero también de dos revistas porteñas que funcionan como formidables plataformas documentales: Primera Plana y Así (editada por el diario Crónica, de masiva tirada).

Crisis azucarera de 1902

¿Qué muestran esas fotos? “Conflictos, manifestaciones, ebullición social, agitación -describe Buffo-. Se refleja la acción colectiva, la organización de los pueblos azucareros para proteger las fuentes de trabajo, la labor de los curas párrocos y de las comisiones pro-defensa. Se advierte la participación de mujeres y de niños. Y algo constante: violencia, resistencia y represión”. En ese marco dos crímenes, dos víctimas (Camilo González en 1965, Hilda Guerrero de Molina en 1967), son episodios que adquieren un carácter político. “Se convierten en íconos que representan la máxima expresión de una crisis”, define Buffo.

MÁXIMA TENSIÓN. La columna de manifestantes y la guardia policial al frente. Una imagen repetida en aquel Tucumán.

Es interesante, advierte, el contraste que se nota en el tratamiento de la prensa. Mientras las fotos de Primera Plana y, sobre todo, de Así dan cuenta de un Tucumán dramático y sumido en el caos, LA GACETA propone un registro en un principio más cauto, y a medida que avanzaba el conflicto, abarcando otras aristas. “Fue una forma de poner en diálogo esas disputas de sentido”, resume.

¿Hay alguna foto que la haya impactado de forma particular? Buffo elige una emblemática, hasta clásica por la circulación que tuvo. Es el frente del ingenio Bella Vista, cruzado por un telón que habla de resistencia, de lucha. “Es una imagen densa en su contenido -apunta-. Y con un fuerte contenido simbólico, porque se trata de una fábrica que sobrevivió gracias al esfuerzo de la comunidad”.

El fotoperiodista como un actor que contribuye al proceso de construcción de sentido asoma entre las conclusiones que Buffo desgrana para definir su trabajo. En el armado de un imaginario social sobre una crisis tan profunda y devastadora como la sufrida por Tucumán en los 60 las fotos adquieren una relevancia particular. Relato, memoria, historia. Todo está allí.