El fuego en los cañaverales solo provoca daños y disminuye la cantidad de azúcar si se la compara con la misma caña cosechada en verde, entonces, ¿qué gana el productor cañero con quemar su caña?, se preguntan los técnicos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).
Está claro que pierde los beneficios de dejar el rastrojo y, por otro lado, se expone a un mayor deterioro de la caña y del suelo. A cambio, no obtiene ningún beneficio, ya que ningún ingenio paga más por una caña quemada, por lo que atribuir la quema a un supuesto beneficio del cañero es una idea totalmente equivocada. Cabe preguntarse entonces si realmente el productor cañero atentaría contra su propia rentabilidad, al quemar su caña o su rastrojo, ya que además de exponerse a multas, a denuncias y a otros problemas legales, no obtiene ningún beneficio.
“El fenómeno de incendios es fundamentalmente climático, y no se soluciona con judicializar”Por otro lado, es cierto que la quema de cañaverales sigue siendo un problema; y los productores, aunque no se beneficien con ella e, incluso, sean perjudicados, deben tomar un rol protagónico en la lucha contra esta. En este sentido, la prevención es su principal arma y la estrategia más efectiva, por lo tanto queda en responsabilidad del productor hacer todo lo que se encuentre a su alcance para evitar que el fuego ingrese y se propague en sus lotes.
A tal efecto es necesario que el cañero tome todos los recaudos necesarios para evitar cualquier riesgo de quema tomando medidas de precaución como el rastrear y mantener limpios los callejones y perímetro de sus lotes -en especial si el campo se encuentra sobre una ruta o camino transitado-; incluir la limpieza de las banquinas que impida que el fuego generado en estas llegue al cañaveral; mantener limpias las acequias y los alambrados y preparar cortafuegos en el rastrojo una vez cosechada la caña. En caso de que sea posible, se debe tener preparado un tanque con agua que permita la extinción de pequeños focos de fuego.
Cartas de lectores: riesgo de quemas en la zafraLa certificación Local G.A.P. es una herramienta de adhesión voluntaria que permite al productor cañero de Tucumán demostrar que no usa el fuego en ninguna etapa del cultivo de caña de azúcar y que hace todo lo posible para evitar quemas accidentales en sus campos. Se encuentra avalado por el Gobierno de Tucumán y por la empresa Global G.A.P., líder mundial en certificaciones de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). Durante el año pasado se certificaron en Tucumán más de 46.000 hectáreas de caña de azúcar con esta norma y es el cultivo con mayor superficie certificada en la provincia.
También resulta de gran importancia señalar la responsabilidad de toda la sociedad y de las instituciones oficiales (Municipalidades, Comunas, escuelas, Vialidad Provincial y Nacional, etcétera) para evitar el uso del fuego en cualquier tipo de actividad. Sobre todo, en los meses de mayor riesgo de incendios -agosto y septiembre-, asociados a que las condiciones ambientales (escasas precipitaciones, muy baja humedad relativa y vientos persistentes) que facilitan la propagación de incendios.
Los números de la quema de cañaveralesAdemás, la ocurrencia de heladas en meses anteriores deja a casi toda la vegetación en un estado de alta combustibilidad, por lo que los incendios no solo se observan en lotes cañeros, sino que es frecuente detectarlos en banquinas, en pastizales, en bosques y en otros cultivos. En estas condiciones resulta sencillo que un pequeño foco de fuego de cualquier origen prospere rápidamente y termine afectando una superficie importante.
Para lograr este gran objetivo de eliminar la quema resulta imprescindible un profundo cambio cultural en la relación de la comunidad y el medio productivo con el fuego, para evitar los incendios accidentales y/o intencionales que tantos perjuicios ocasionan a la producción, al ambiente y la calidad de vida de la población.