¿Cómo se desarrolla el conjunto de provincias con un sentido federalista en el que cada una de ellas tenga la misma calidad de los servicios que se brindan a los ciudadanos? El desafío lo plantea el economista Jorge Colina. Desde esa orientación, el también presidente del Instituto para el Desarrollo Social de la Argentina (Idesa) señala, en una entrevista concedida a LA GACETA, que se requiere la reformulación integral de los recursos públicos, de tal manera de evitar una alta concentración de lo que recauda el poder central en desmedro de las 23 provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). A su criterio, “el cambio estructural debe arrancar por la eliminación de la coparticipación para que, por ejemplo, los distritos capten recursos con un IVA provincial, mientras que la Nación se quede con lo que recauda por Ganancias”.
- ¿Cómo pueden vivir los argentinos con tanta inflación? ¿Hay formas de frenar este fenómeno?
- Seguramente que los salarios no se ajustarán a una inflación creciente, mucho menos las jubilaciones. ¿Quién puede hacer frente a un Índice de Precios al Consumidor (IPC) que se mueve a un ritmo del 8% mensual? El golpe lo siente desde el más pobre hasta aquel que tiene un buen pasar. Nadie se puede cubrir ante este fenómeno. Alguien que pueda tener cierto ahorro tal vez tenga la opción de reinvertir en algunos bienes y esperar que la situación económica del país se estabilice. Hace compras a futuro con la idea que, en algún momento, pueda pintar o agrandar la casa. Me imagino que debe ser difícil pensar en adquirir paquetes de vacaciones a nueve meses vista porque la oferta será acotada, ya que nadie sabe qué sucederá con los precios hasta entonces. Otros, en cambio, anticipan consumo, van al supermercado y adquieren mercadería que tengan una fecha de vencimiento más prolongada. La inflación se está comiendo hasta al dólar paralelo, que se retrasa tanto o más que las otras variables que hay en el mercado cambiario argentino. Lo malo es que pegue el salto y quedemos peor de lo que estamos.
- ¿Dónde quedó la clase media en estas circunstancias inflacionarias de la Argentina?
- Uno puede mirar la pirámide socioeconómica y decir que el 60% de la población puede ser pobre o está casi al límite de serlo y que hay un 40% de la población que se encuentra en un estadio de ingresos más elevado. Si nos comparamos con los países vecinos, la tradicional clase media argentina se vino progresivamente abajo. Un uruguayo puede tener mayor capacidad de consuno que un argentino. Si nos vamos a Europa, la diferencia es mucho mayor. Cuando uno viaja al exterior y hace una mirada general acerca de cómo estamos nos damos cuenta que la Argentina está decadente, que las cosas son más caras en precios relativos, que la ropa es cara y no de tanta calidad, porque afuera se consigue tal vez más barata y de mejor calidad. Lo que sí puede resultarnos más barato dentro del país son los servicios que, en muchos casos, depende de la evolución del salario. Pero, comprar una computadora, un celular o cualquier artículo tecnológico requiere de un esfuerzo financiero enorme.
- ¿Cómo podemos sobreponernos a esta realidad de crisis argentina?
- Este será indudablemente un año de inflación muy elevada. La intriga pasa por saber qué sucederá con el nuevo gobierno. La situación se presenta muy compleja. La crisis es muy profunda y se requiere cambios radicales. Y lo que estamos viendo es que los partidos o coaliciones políticas con chances de vencer en las elecciones no han mostrado un camino de salida a esta debacle. Se mueven en el terreno de la improvisación y/o de la subestimación del problema. Parece que sólo piensan en decirle a la sociedad que con dos o tres medidas se arregla todo esto y, entonces, la economía vuelve a funcionar. Pero todos nos damos cuenta de que la actividad económica no se soluciona con esas dos o tres cositas, porque está destruida y nos lleva a recorrer cambios estructurales en materia tributaria, previsional, de ordenamiento del Estado para no superponer tantas tareas, de tal manera que la gente perciba que hay más responsabilidad en sus funcionarios y que, por sobre todo, rindan cuentas de sus actos públicos ante la sociedad.
- ¿Cómo se hace para obligar a todos aquellos que gestionan el Estado de rendir cuentas de forma periódica?
- Desde Idesa venimos pregonando que hay que eliminar el régimen de coparticipación federal de impuestos y que cada provincia se financie con lo que recaude, por ejemplo, con un sistema similar al IVA en cada uno de los territorios, para que los aportes que realiza el ciudadano queden en la zona donde reside. “Con la coparticipación, como está hasta ahora, parece que a los gobernadores le llueven millones de pesos, miran hacia arriba esperando esa lluvia de plata. En realidad, los gobernadores y hasta los intendentes deberían mirar más hacia abajo, a los ciudadanos, a los empresarios, a los emprendedores, a los comerciantes y a los industriales para contribuir a la generación de valor y así financiar al Estado.
- ¿Qué significa eso?
- Que todo ese aporte que realiza la ciudadanía en general se convierta en una recaudación que recree el escenario en cada distrito. Quiero decir que contribuya a la generación de empleo genuino, con incentivos para que el sector privado invierta más con la confianza de que el dinero que aporta al fisco se redistribuye también genuinamente. Hoy todos los gobernadores y todos los intendentes miran hacia Buenos Aires para ver cómo viene el dinero coparticipable y también las transferencias discrecionales. En los países federales, el Poder Ejecutivo de cada provincia vive de acuerdo con lo que se produce y no está mirando permanentemente hacia el Estado nacional. El gobernador de Texas nunca va a Washington. El gobernador de Hamburgo trata de buscar sus propios recursos, pero no espera nada del poder central. En un Estado federal, cada distrito se preocupa por desarrollar la actividad económica de su zona de influencia, dándole una mayor productividad, y vive de eso. En cambio, en la Argentina vemos una caravana de gobernadores y de intendentes saliendo a mendigar plata hacia la Casa Rosada. Esto atenta contra el federalismo. Este tipo de conductas nos ha llevado a cambiar giro de fondos por favores políticos. A eso hay que ponerle punto final. Eso genera el régimen de coparticipación.
- Suena complejo desarrollarlo, si tomamos en cuenta la conducta histórica de los políticos...
- Es complejo porque el problema lo es más. Los gobernadores no toman conciencia de que se deben a los ciudadanos del lugar que gobiernan mucho más a los que se instalaron en el poder en Buenos Aires. Sólo se inquietan a la hora de votar, pero no a la hora de brindarle servicios que el Estado debe proveer. La coparticipación es la culpable. Un esquema posible es arrancar con ese IVA provincial, como fuente tributaria de las provincias, y que el impuesto a las Ganancias sea para la Nación.
- Para llevar adelante ese cambio estructural se requerirá otro Consenso Fiscal...
- Más bien, creo que en ese ámbito se puede debatir un fondo de convergencia que compense a aquellas provincias del norte que no tienen tanto nivel de actividad económica como lo puede mostrar hoy, por ejemplo, Tucumán. Esos distritos menos desarrollados deben saber que la compensación no será eterna, tal vez de una década de duración, mientras esas provincias ejecutan planes de desarrollo económico. El consenso debe estar dado para que las jurisdicciones más ricas del centro y del sur argentino ayuden a las del norte a desarrollarse en un plazo determinado. Esto de tener una coparticipación indefinida sume a las provincias a la decadencia en su desarrollo. Insisto: hoy a las provincias le llueve plata, pero no se piensa en cómo desarrollar económicamente su territorio.
- ¿Es una mala conducta política?
- No se generan incentivos para que esa realidad se modifique. Hoy te fijas en la computadora de tu despacho cuánto dinero se dispone, te vas hasta el Banco Nación y lo retiras sin hacer nada, ningún esfuerzo fiscal adicional. La sensación general es que repartir plata entre la gente a cambio de votos, pero si el gobernador o el intendente trabajar para generar sus propios ingresos, creo que las preocupaciones serían mayores. Los gobernantes deben rendir cuentas ante su gente que, en definitiva, es la que le paga los impuestos.
- ¿Cómo se combate la pobreza estructural?
- No hay forma de terminar con esa pobreza estructural si no se desarrolla la economía. Hay que generar incentivos para que ese desarrollo llegue a la comunidad. La crisis será terminal en la medida en que no se ataque los problemas de fondo de la economía. Hoy vemos que podemos cerrar el año con una inflación muy alta. Supongamos que se estabiliza en el 8% que se vio en abril. Creo que esa señal nos llevará a estar más cerca del 200% que del 100% que se proyecta y que ya pasamos.
- ¿Cuánto falta para un escenario de hiperinflación?
- Ya estamos en hiperinflación. Tres dígitos es una cosa loca en el mundo de hoy. Los argentinos nos autoengañamos y la llamamos inflación muy alta, porque nos acostumbramos a ver una híper de 1.000%, pero en estas condiciones no se puede hacer negocios y la gente se empobrece aún más. La calidad de vida se desmorona.