La Argentina está inundada de pesos. En poder de las personas y de los bancos existen alrededor de 7.900 millones de papeles de distintos valores. Y, próximamente, el Gobierno pondrá a circulación los billetes de $ 2.000, que será el de mayor devaluación, pero aún así, no le alcanzará a cualquier consumidor para comprar, por ejemplo, un kilo de carne. Las entidades financieras han tenido inconvenientes para atesorar tantos billetes. Algunas debieron contratar bóvedas especiales para guardarlos. La sociedad, en tanto, trata de sacárselos de encima rápidamente. El efecto inflacionario lleva a que los ciudadanos anticipen comprar para ganarle a los precios. En un país con una proyección del 126% en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de este año poco y nada se puede hacer con los ahorros. Por eso la fiebre de los que todavía tienen un poco de capital para convertirlos en dólares, más allá de que el que se consiga en el mercado sea más caro que el oficial: $ 469 para el “blue” o $ 432 para los dólares financieros frente a un tipo de cambio oficial de casi $ 236 por unidad. De allí la desesperación del Banco Central por subir las tasas al 91% para que los ahorristas conserven sus plazos fijos y no demanden divisas externas.

El nuevo billete está en poder del BCRA, que en los próximos días comenzará a distribuirlos entre las entidades financieras, con el fin de que adapten el sistema de cajeros automáticos al flamante papel de $ 2.000 que, el anverso, lleva las imágenes de Cecilia Grierson, considerada la primera médica argentina y del ex ministro de Salud y referente del sanitarismo argentino Ramón Carrillo, mientras que en el reverso se observará la imagen de la fachada del Instituto Malbrán.

Banqueros consultados por LA GACETA coinciden en que la puesta en circulación demandará no menos de un mes y que la primera tanda no será de muchos billetes. Un dato adicional: las casas matrices creen que los primeros billetes de $ 2.000 se distribuirán en el norte del país. En esta parte de la Argentina no se esperará al nuevo billete. Las elecciones en Tucumán, del domingo 14, han movilizado millones de pesos para la logística propia de cada turno electoral. Según algunos analistas de la City local, el ajetreo de moneda es similar -o tal vez mayor- al de otros comicios. “Todos los candidatos sacan su dinero porque cada cual tiene sus deudas y les resulta necesario tomar previsiones para no llegar al domingo de elecciones con contratiempos financieros”, indicó un financista con varias campañas sobre sus espaldas. Esto, a su vez, movilizará el consumo.

La maquinita de imprimir billetes no se ha detenido, por más que el FMI ponga reparos a la hora de analizar la conducta del país respecto del gasto público. Es difícil que un Gobierno lo frente en años impares, los electorales. La Casa de Moneda trabaja a full, pero el BCRA también espera partidas de “pesos” que llegarán desde Brasil, Malta o España. La gestión del presidente Alberto Fernández necesita dinero para cubrir los compromisos asumidos con los agroexportadores a través de las tres ediciones del dólar soja, hoy llamado agro. En las dos ediciones anteriores se habían emitido en términos netos $ 1,14 billón y $ 580.000 millones respectivamente, expandiendo así la base monetaria en 28% y 13% en cada caso. Debido al importante volumen de ventas netas en el resto del período, esta dinámica explicó apenas el 7,4% de la expansión total de los pasivos del Banco Central en los últimos 12 meses, señala el reporte semanal de GMA Capital.

La entidad monetaria nacional se ha quedado sin reservas netas. Sólo figuran las brutas que ascienden a U$S 34.003 millones, el registro más bajo en siete años. Si a ello se le descuentan principalmente los encajes y swaps, las reservas netas son negativas en U$S 1.200 millones.

El valor del activo de mayor calidad del Central, aquel fundamental para garantizar la calma en el frente cambiario, navega debajo de cero. Entre el inicio del año y el anuncio del “dólar soja 3” se desprendió de U$S 3.100 millones para hacer frente a la demanda de divisas del sector privado, observan los economistas Nery Persichini y Santiago Franco.

El nuevo tipo de cambio diferencial resultó ser menos exitoso de lo que se pensaba originalmente en términos de liquidación, y luego de realizar dos pagos al FMI en la última semana, las reservas (tanto las brutas como las netas) llegaron a mínimos en la gestión actual.

Esta semana, el BCRA logró calmar a los dólares financieros, pero sacrificando U$S 155 millones de sus reservas netas, aunque aplicó más restricciones para operar con el Contado con Liquidación y con el MEP. Tal vez esas reservas vuelvan a la senda positiva si es que el FMI desembolsa unos U$S 2.500 millones. Hasta que ello no ocurra, el equipo del ministro de Economía, Sergio Massa, tendrá que rezar para que no se produzca otra corrida cambiaria.

La estabilidad del mercado financiero es muy frágil, alerta Equilibra, Centro de Análisis Económico. La brecha cambiaria, por encima del 100%, parece ser un piso, tomando en cuenta que la escasez de reservas netas es un limitante para la estrategia oficial de intervención en las cotizaciones financieras. Según esa consultora, se avecinan semanas de mucha incertidumbre en el plano político y electoral. “Es esperable que, a menos que aparezca un flujo de financiamiento contundente que hoy cuesta vislumbrar, o un shock de expectativas que impulse la demanda de pesos, la presión sobre las cotizaciones financieras será mayor, mientras el poder de fuego del Central se está agotando”, puntualiza. La Argentina sigue en zona de turbulencias cambiarias.