A preparar el bolsillo porque se vienen nuevos aumentos. Esta vez relacionados con el financiamiento por compras realizadas con tarjetas de crédito. Es que el costo de refinanciar el saldo pendiente pasará a 80% nominal anual, tres puntos porcentuales más que el valor que regía hasta abril.

Esta tasa limitada por el Banco Central (BCRA) es la que se aplica sobre saldos de hasta $ 200.000. Es una medida heredera de la que se tomó durante la pandemia, cuando la autoridad monetaria había establecido refinanciación al 0%, indica un informe que publicó TN.

Luego la limitación se fue achicando y el costo subió al ritmo de los incrementos en la tasa de referencia. Hace dos días, el Directorio del BCRA definió un alza de 300 puntos básicos en el rendimiento de las Leliq y los plazos fijos, que se replicará también en el valor de refinanciar la deuda con plásticos.

La falta de ofertas desacelera el consumo con tarjetas de crédito

Debido a la inflación, el tope de $ 200.000 resulta cada vez más acotado para los consumos que se hacen con tarjeta de crédito. Según la normativa vigente, a aquellos clientes que deban refinanciar saldos por una cifra mayor se les aplicará un cargo que no puede superar en más del 25% a la tasa de interés promedio que los bancos cobran sobre los préstamos personales.

Según el último informe monetario mensual, durante marzo la tasa de interés correspondiente a los préstamos personales promedió 79,7% nominal anual (116,4% efectiva). En cambio, de acuerdo con el régimen de transparencia del BCRA, los bancos cobran entre 110% y 180% por refinanciar saldos impagos en tarjetas de crédito.

Se usan cada vez menos

Según los cálculos de la consultora LCG, en marzo la financiación con plásticos mostró una caída real de 0,3% mensual y de 12,6% interanual.

Guillermo Barbero, socio de First Capital Group, explicó que esta dinámica tiene varias razones:

- Una menor oferta de cuotas.

- Una autolimitación por parte de los consumidores a comprar en cuotas debido a los mayores costos por financiamiento.

- Un parque de tarjetahabientes que tiende a achicarse por el incremento del riesgo crediticio.

- Límites de crédito que no crecen con la frecuencia y en el importe necesario para absorber los mayores gastos.

LCG señaló que la baja actividad económica que esperan para este año seguirá afectando la demanda de crédito, junto con costos financieros más altos y la típica incertidumbre electoral. “Sin embargo, durante el año podrían observarse períodos con una mejor dinámica producto de políticas aisladas de fomento al consumo como el Ahora 30″, apuntaron los economistas de la consultora.