Como es sabido, la menopausia es el final de la menstruación. Desde un punto de vista clínico se define como un total de 12 meses consecutivos sin período, lo que marca el momento en que los ovarios dejan de liberar óvulos. Algo que suele ocurrir entre los 45 y 55 años.

Perimenopausia -o premenopausia- significa “alrededor de la menopausia”, y designa al lapso de tiempo previo a este año completo de ausencia de reglas. No es otra cosa que una etapa de transición -que dura un promedio de cinco años- entre los primeros cambios hormonales y el cese completo de la menstruación.

¿Cuáles son sus síntomas? El más evidente: la mujer comienza a tener reglas irregulares y/o intermitentes, lo cual sucede por los cambios y fluctuaciones que se dan en los niveles de estrógeno y progesterona. Algunas conjuran esta incomodidad tomando pastillas anticonceptivas que les regularizan el ciclo.

Los famosos “sofocos” o calores son un clásico de este período de transición. Ocurren porque la glándula pituitaria y el hipotálamo en el cerebro intentan estimular los ovarios para producir el estrógeno que el cuerpo necesita y cuya producción se está desacelerando. Hiperactividad que aumenta la temperatura corporal.

Otra alteración frecuente es cierto dolor o insatisfacción durante las relaciones coitales, debido a la reducción en los niveles de estrógeno y sus efectos en la lubricación vaginal. Malestar que se maneja de forma muy efectiva con el uso de lubricantes (no sólo en la vagina, sino en la vulva en su totalidad).

Una molestia que puede experimentarse durante la perimenopausia -también como consecuencia directa de la fluctuación hormonal- son los orgasmos menos intensos: al haber una disminución en la circulación sanguínea en el área pélvica, la calidad de la estimulación se ve comprometida, lo cual afecta la intensidad del placer.

¿Algo más? Infecciones urinarias, cambios en el humor, cansancio, alteración en los patrones de sueño y sensibilidad en los pechos también figuran en la larga lista de síntomas esperables.

¿Qué hacemos entonces? Una nutrición equilibrada y un estilo de vida activo y saludable -momento perfecto para dejar de fumar y beber menos alcohol- son grandes aliados para enfrentar todos estos cambios y reducir las incomodidades y malestares que inevitablemente conllevan. Lo mismo que mantener ejercitada y fortalecida la musculatura del piso pélvico (mediante los ya famosos ejercicios Kegel). Y, por supuesto, la consulta a un/a profesional especialista en la materia