Ingresó a la sala para la conferencia de prensa y saludó cordialmente a los periodistas. Pero la procesión iba por dentro. Iván Delfino no estaba ni conforme, ni contento, ni de ánimo para analizar un nuevo paso en falso de su equipo.

“Son cosas personales y siempre trato de ser lo más cauto que se puede. A las decisiones; todas, para bien o para mal, trato de tomarlas lo más frío posible. Y ahora no es un momento en el que estoy frío, aunque parezca”, dijo el entrenador cuando LA GACETA le consultó si al no encontrar respuestas en sus dirigidos se le había pasado por la cabeza tirar la toalla.

“El hincha está en su derecho de expresarse. Tuvo mucha paciencia. Alentó hasta el final y después se expresó”, explicó admitiendo que a lo sucedido en las tribunas lo provocaron sus jugadores. “Las buenas sensaciones se transmiten de adentro hacia afuera y el equipo no lo hizo. No logramos exponer lo que entrenamos”, resumió.

El “santo” entró dormido y cuando intentó despertarse recibió un mazazo que lo dejó groggy. Y partir de ahí no logró recuperarse más. “El equipo tuvo pánico y se mostró atado. Se puede perder, claro que se puede perder. Pero tenés que intentar juntar unos pases o darle la pelota a un compañero. Nosotros somos los responsables de todo”, remató. Todo parece indicar que se vienen horas claves en La Ciudadela.