Esta tarde, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dará a conocer el índice de pobreza del último semestre de 2022. Y aún con datos que pueden haber quedado desactualizados por la persistente inflación, los números son demoledores: alrededor de un 40% de la población es pobre y ese porcentaje es aún mayor entre los menores de 18 años: las carencias afectan a seis de cada 10 niños y adolescentes en el país.
Economistas y sociólogos han advertido que la situación es crítica y el panorama no es alentador para la reducción de los niveles de pobreza. El país viene de una caída de la actividad y la sequía extrema afectó a todas las actividades productivas; al punto que se estima una pérdida en ingresos para el país de más de U$S 20.000 millones durante 2023.
Agustín Salvia, titular del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, advierte que los índices de pobreza son prácticamente inamovibles en el país y que ya estamos, como sociedad, ante una tercera generación de familias pobres. Por eso, el observatorio afirma que la situación actual exige reconocer la existencia de una emergencia económico-laboral que requiere promover la inversión y la creación de empleos en la micro, pequeña y mediana empresa, incluso en la denominada economía social. Además -señalan los expertos- hay que abrir el camino hacia el consenso colectivo para consolidar la reactivación de la economía y de la ocupación, y luego la inversión y el desarrollo económico. Tras la pandemia, la situación empeoró porque la inflación se desbocó, según los especialistas. Así, un tercio de quienes tienen empleo en Argentina también son pobres. Es decir, ya no alcanza con trabajar para no ser pobre. El análisis muestra que las clases medias cayeron en la pobreza porque sus salarios pierden poder adquisitivo frente a la inflación y porque sus trabajos se van precarizando. Si la actualidad es apremiante, el futuro se asoma incierto. De acuerdo a los datos de Unicef, son 8,8 millones los niños que experimentan carencias monetarias o de algunos de los derechos fundamentales y 3,7 millones enfrentan ambos tipos de privaciones simultáneamente: tres de cada 10 menores viven en hogares con ingresos insuficientes y, a la vez, tienen al menos un derecho básico vulnerado.
Más allá de los datos que dé a conocer esta tarde el Indec, la realidad es que la pobreza ya es endémica en la Argentina. Y se presenta con una mayor desigualdad social en educación, en distribución de los ingresos, en las posibilidades de acceso a la salud y en la calidad de vida de nuestros niños. La pobreza se relaciona con la exclusión y la con marginalidad que padecen millones de argentinos. Este es un año de recambio de autoridades, lo que supone una oportunidad más para tratar de llegar a acuerdos políticos básicos. Que se diseñen programas con metas para atender la urgencia, pero con postas que permitan alternativas superadoras a mediano y largo plazo. Sólo así, Argentina podrá dar algo de previsibilidad para las futuras generaciones.