Mauricio Macri viene de la actividad privada; empresario exitoso, hijo de un inmigrante italiano que llegó pobre a la argentina y, como muchos otros, amasó una fortuna en base a creatividad y esfuerzo. Su amor por el futbol y por Boca Junior lo llevó a postularse para la presidencia del club. Bajo su conducción, Boca tuvo los éxitos deportivos más importantes de su historia. Creó un partido político consiguiendo la gobernación de la ciudad de Buenos Aires; su labor transformó la ciudad mejorando su infraestructura, sus servicios educativos y de transportes, etc. Finalmente, culminando su actividad pública, llegó a la presidencia de la Nación. La tarea allí no es fácil: el peronismo dominando el parlamento, los gremios y los gobiernos provinciales; organizaciones sociales tirando piedras y exhibiendo helicópteros; artistas e intelectuales presionando porque “la patria está en peligro” o llorando en la televisión “por los jubilados”; docentes adoctrinando porque a Santiago Maldonado “lo llevó la Gendarmería”; distintos mediáticos preocupados por “el hambre”, etc. Fue el único presidente constitucional no peronista luego de Alvear que terminó su mandato. Se fue con el 41% de apoyo del electorado, que lo despidió además con 30 marchas masivas y espontáneas. Al poco tiempo, con la llegada del nuevo gobierno, lo empezamos a extrañar.
Luis Ovidio Pérez Cleip
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