Además de las preocupaciones macroeconómicas propias de un país sin dólares, con una moneda nacional devaluada y subas constantes de precios, esta semana se le agregará otro componente sensible: la medición de pobreza y de indigencia al cierre de 2022. La inflación hizo estragos en el poder adquisitivo de la sociedad, que ya acumula cinco años de caída. El jueves, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) difundirá su informe sobre la Incidencia de la pobreza y de la indigencia del segundo semestre de 2022 que, según estimaciones privadas, aquella pobreza golpea a más del 40% de la población argentina.
El director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, Agustín Salvia, calculó que el 30% de los pobres son estructurales y que, en el último año, al menos seis millones de personas han caído en la pobreza, particularmente de sectores considerados de clase media. Según el investigador, más allá del incremento sostenido de precios, el duro cuadro de situación socioeconómico responde a la falta de desarrollo económico en un país que no genera puestos genuinos, particularmente con orientación hacia las PyME, y que promueve planes sociales sin contraprestación laboral. Si bien Salvia considera que esos programas estatales contribuyen a reducir las tasas de pobreza y de indigencia, no son la solución de fondo.
El último dato de pobreza en el Gran Tucumán-Tafí Viejo corresponde al primer semestre de 2022, cuando el índice estaba en un 35%, pero el cierre de 2021 marcó un 42% (un dato a tomar en cuenta para la comparación interanual). El punto de partida será el cálculo de las canastas básicas Total (el límite de ingresos para no ser considerado pobre cerró 2022 en $ 133.416 para una familia tipo) y Alimentaria ($ 61.200 mensuales para ese grupo familiar y que se requiere para no caer en la indigencia). En los dos primeros meses, ambas canastas se encarecieron en torno de unos $ 20.000.
Un escenario a tener en cuenta para observar la evolución de la pobreza y de la indigencia es el comportamiento de los precios en el segundo tramo del año pasado. Según Ecolatina, la inflación pasó de promediar 6,7% mensual entre julio y octubre a estacionarse en la zona del 5% entre noviembre y diciembre de 2022. Sin embargo, advierte, la desaceleración fue transitoria, y el comienzo del año vino con fuertes subas en alimentos básicos -en particular carnes, frutas y verduras- y aumentos en precios Regulados -servicios públicos, transporte, prepagas, telefonía e internet- que revirtieron la tendencia previa, haciendo que la inflación vuelva a ubicarse por encima del 6% mensual. “Esto terminó de echar por tierra la posibilidad que la inflación “comience con 3” en abril, tal como aspiraba el ministro de Economía, Sergio Massa. Lo más probable es que el dato de marzo sea cercano al doble de ese objetivo”, advierte la consultora.
La apuesta por sostener el salario real “hasta donde se pueda” será el -quizás el único- objetivo que el Gobierno se trazará en la previa electoral. Paradójicamente, o no tanto, esto no será a través de una desaceleración de la inflación, sino a incrementos salariales más cercanos a ella, minando todavía más el poder adquisitivo de trabajadores informales y beneficiarios de la seguridad social, puntualiza Ecolatina. En su intento por estimular el consumo, el Gobierno habrá contribuido a amplificar la brecha en los ingresos de estos sectores a lo largo de su mandato.
Por el momento, la respuesta oficial al aumento de la pobreza es promover la reapertura de paritarias, para que los salarios de convenio igualen a la inflación, y redoblar los esfuerzos en acuerdos de precios de los alimentos.
La pregunta es si esta estrategia tiene chances de reducir la pobreza. Para ello, Idesa compara la dinámica que tuvieron en el último año la Línea de Pobreza y los salarios. Según datos del Indec y el Ministerio de Trabajo, entre diciembre de 2021 y diciembre de 2022, se observa que:
- La Línea de Pobreza aumentó en 100%.
- El salario de los trabajadores formales creció en 102%.
- El salario de los trabajadores informales creció apenas 65%.
“Estos datos muestran que los salarios de los trabajadores formales siguen al ritmo de la Línea de Pobreza que crece con la inflación. Sin embargo, el salario de los trabajadores informales está desacoplado y marcha muy por debajo de la inflación”, sostiene la entidad que dirige el economista Jorge Colina. Si la informalidad fuera marginal en la economía, esto no sería problema porque se los podría compensar con asistencia social. Pero en la Argentina la informalidad alcanza al 50% de los trabajadores entre no registrados y cuentapropistas no profesionales.
La inflación afecta negativamente la actividad económica, disminuyendo la inversión productiva lo que desalienta la generación de empleos formales. “De aquí que la mitad de los trabajadores sobreviven en la informalidad, aceptando trabajos precarios y mal pagos. Este es el principal factor causal de pobreza”, subraya el diagnóstico privado. Según el Indec, en los hogares pobres sólo el 15% de los ingresos proviene del empleo formal, otro 35% proviene del empleo informal y el 50% proviene de fuente no laboral donde son preeminentes las transferencias del Estado. “Los datos son contundentes, por más que se aumenten los salarios de convenio y la asistencia social, hay una amplia proporción de los ingresos -los informales- que se mantiene rezagada a la aceleración de la inflación, lo que se traduce en más pobreza”, concluye el reporte privado.