La polvareda por las filtraciones del Cadillal (que en realidad eran asentamientos en la presa 3) se desvaneció. Pero al aclararse el panorama, aparecieron otras dos complicaciones: el grado de colmatación del embalse, que según el organismo de regulación de presas (Orsep) es del 40% y la urgencia para hacer una contratación directa para arreglar el problema en la presa. Una acaso podría tener una respuesta técnica y la otra ha de generar revuelo político.

Este revuelo se centra en las razones de la urgencia para encargar por contratación directa las obras de la presa 3, si en realidad no había riesgo. Es difícil entender que hubiera un interés electoral en esta decisión, pero sí parece producto de mala praxis política que se haya llegado a esta instancia, después de al menos un año y medio de advertencias del problema de esa presa. Los funcionarios le escapan a esta  discusión. El ministro de Obras y Servicios Públicos, Fabián Soria, dijo en el programa “Panorama Tucumano” que lo del riesgo de la presa 3 fue una exageración de la prensa -aprovechada políticamente por la oposición- a partir de una preocupación “genuina” de las autoridades, que tenían la obligación de advertir el problema del mismo modo que una azafata al comienzo de un viaje en avión da un protocolo de seguridad para caso de accidente.  

Destino inexorable

En cuanto al problema de la colmatación o la acumulación de sedimentos, es normal. “Todo embalse que retiene agua de ríos está destinado a terminar su vida útil repleto de sedimentos, es decir muerto e inútil. El tiempo para que ello ocurra puede ser más largo o más corto, dependiendo de diversos factores, algunos provenientes del diseño de la obra, otros antrópicos (como el uso y cuidado de los suelos en la cuenca para reducir la erosión) y otros naturales (como las variaciones en el régimen de lluvias, susceptibilidad de los suelos de la cuenca a la erosión por agua, etc.)”, dice el ingeniero Franklin Adler en su artículo “La lenta y triste agonía del embalse El Cadillal”, del 9 de enero pasado, en el que da cuenta de que la colmatación del lago es del 44%. Un poco más que el 40% del informe que el Orsep entregó a la diputada Paula Omodeo, luego de que esta solicitara los datos técnicos para entender la emergencia generada por el problema de la presa 3.

A medida que se va colmatando, un dique deja de ser útil. Adler cita el del río Itiyuro, cerca de Tartagal (Salta). Hay otros casos en los que se pueden ver circunstancias vinculadas a esa “lenta agonía”. Por ejemplo, en el sur tucumano, en la zona donde el río Marapa desemboca en el embalse Frontal de Río Hondo, la alta sedimentación ha hecho desaparecer poblaciones cercanas al embalse, que las va tragando. LA GACETA ha ido dando cuenta en los últimos 20 años cómo los pobladores iban abandonando Esquina, ahora reducida a páramo derruido y semitomado por el salitre y el lago. En la cercana Sud de Lazarte, la gente se fue por miedo. La explicación de lo sucedido estaba en los desmontes en la parte alta del Marapa, en la falta de sistematización de la cuenca del río, en la desaparición de los humedales de la zona entre el Marapa y el río San Francisco, que derivó en la salvaje creciente que azotó a La Madrid en 2017. La Madrid está cerca de El Frontal.

El Cadillal y su entorno no son como eran en el tiempo en que fue construido el dique (1962, habilitado en 1965) con la idea de resolver los problemas de agua potable para San Miguel de Tucumán y el área norte capitalina, proveer líquido para la agricultura (caña de azúcar sobre todo) y la industria (principalmente los ingenios) y prevenir inundaciones, al ser regulador de la cuenca del río Salí. Hoy el crecimiento poblacional ha generado una crisis hídrica enorme, a tal punto que se espera que en algún momento se concrete el anunciado nuevo acueducto de Vipos y hay quienes mencionan desde hace muchos años la hipótesis de que algún momento haya que construir los diques de Potrero de las Tablas (que algo de agua llevaría a Lules y a la zona sur de la capital) y El Naranjal, al sur. Catamarca está interesada en que capitales chinos construyan el dique Potrero del Clavillo, que acaso podría servir para riego en el sur provincial. Nunca se ha terminado de discutir la utilidad de este embalse, por ahora lejano proyecto.

De la colmatación del Cadillal comenzó a hablarse hace al menos dos décadas. En esta columna se publicó el 05/03 que en 1999, el entonces titular del Ersact, Daniel Arancibia, decía que El Cadillal “en cinco o 10 años puede alcanzar un punto crítico” y recomendaba reflotar el proyecto del dique Potrero de las Tablas. También por ese tiempo circuló la versión de que capitales japoneses habían hecho contactos informales con el Gobierno para sacar los sedimentos del embalse y llevar ese barro -que es rico en metales pesados- para procesarlo en Japón, como se hacía con el barro que se transportaba por el mineraloducto desde La Alumbrera hasta El Bracho. Pero al parecer el proyecto de limpieza era demasiado caro y el asunto no pasó de conversaciones informales.

Duplicación

Como sea, la sedimentación pasó del 26% en 1999 a casi el doble ahora. El Orsep se encarga de controlar eso y la empresa concesionaria del embalse, Hidroeléctrica Tucumán, terceriza sondeos para hacer cada dos años una ecografía del dique y luego se anoticia a la Provincia. Áreas de Medio Ambiente deben ocuparse de medidas vinculadas para prevenir en la parte alta del embalse, la cola, donde llegan los ríos, y en los que los desmontes pueden acelerar la sedimentación.  Según Adler, estas medidas preventivas no se han realizado. “Desde hace más de 20 años se han construido irresponsablemente instalaciones y barrios de vivienda ribereños que no soportan crecidas normales del río y constituyen serios problemas para la operación del dique. Tal irresponsabilidad es achacable en su mayor parte a los organismos provinciales que autorizaron, toleraron o hicieron la vista gorda sobre tales emprendimientos”, advierte.

Paula Omodeo dice que ha pedido informes a Medio Ambiente y la Dirección de Recursos Hídricos “para que expliquen la situación hídrica de la provincia y las medidas que se están tomando ante la reducción de la capacidad del embalse y para el uso racional del agua”.

Crecimiento urbano

Un informe sobre estos cambios sería importante para definir políticas de futuro, porque toda el área está creciendo de manera vertiginosa. Hace dos años había escándalos por las usurpaciones a lo largo de la costa suroeste del Cadillal en dirección a Ticucho, y una intervención fuerte de Turismo junto con Fiscalía de Estado y Catastro puso en evidencia a muchos usurpadores. Ahora que se ha creado un sector protegido para hacer un parque en El Cadillal habrá que regularizar los dominios de cerca de 800 propietarios en el área de Ticucho. Además hay una creciente urbanización en todas las zonas posibles alrededor del lago. Debajo de la presa 3 surgieron cientos de casas. Hace 20 años el sector estaba pelado. Ahora se está registrando a los pobladores de antes de 2018. Arriba, en Ticucho, hace pocos días se entregaron una decena de casas de un barrio nuevo que tendrá 20 viviendas. Paradójicamente, siendo El Cadillal el proveedor del líquido de capital y alrededores, las poblaciones que rodean al lago no tienen agua potable. Se abastecen con camiones tanque que les lleva la SAT o la compran. Para cambiar las cosas, habría que hacer una planta potabilizadora más arriba de la actual o enviar a la parte alta líquido potable con bombas. Cada vez será más crítica la situación, dado que esta zona, además, está llamada a ser uno de los centros de atracción turística de este tiempo. ¿Qué pasará si se colmata el dique? Consultados expertos acerca de cuándo podría llegar la colmatación del embalse, dijeron que no es un proceso lineal mensurable como hizo Arancibia en 1999, que le vaticinaba 10 años más, hipótesis que no se cumplió. “Se va agotando progresivamente y va dejando de ser útil a los distintos usuarios”, dice Adler, que sugiere que antes de pensar en nuevos diques, sería importante corregir el alto nivel de pérdida de agua. “Gran parte del agua enviada desde El Cadillal hacia los ingenios y los campos agrícolas se pierde por infiltración en los suelos. Tan solo 12 km de canales, de un total de 147 km son revestidos e impermeables”, dice. El tipo de riego por inundación es altamente ineficiente, y en cuanto a las pérdidas de las viejas redes de cañerías de agua potable, no están medidas. El ingeniero sugiere aprovechar la reciente experiencia de la empresa AYSA en Buenos Aires para hacer una medición satelital de las pérdidas.

Pero después, si llegara a acelerarse el proceso de colmatación, ¿qué habrá en su reemplazo? Adler dice que está demostrada la falsedad del mito de que en Tucumán el agua sobra. En cambio, lo que parece bien demostrado es que no se sabe aprovechar eficazmente el recurso hídrico, ya que el agua que no se puede guardar, se pierde. Hoy que la sequía se hace sentir fuerte, la agonía del Cadillal debería interpelarnos.