Es tal la locura de Federico Mohammad por el pádel que se propuso construir en Yerba Buena un centro de práctica a la altura de los mejores del planeta, que, según su criterio, están en Europa. El resultado es Mad Pádel Club, el complejo vistoso con cuatro canchas con iluminación (tres de ellas techadas) ubicado en Boulevard 9 de Julio 1.153. El emprendedor es el primer beneficiario de su proyecto puesto que va a trabajar listo para sumarse a un partido cuando falta un jugador. Mohammad luce feliz. “Antes de abrir, las canchas ya estaban ocupadas el 70% del tiempo”, dice un mes después de la inauguración de Mad, denominación en la que convergen su apellido y su pasión deportiva.

En una locación donde faltaban instalaciones para pádel, el club pretende aprovechar la segunda vida de aquel deporte, que evolucionó no sólo desde el punto de vista técnico sino también ortográfico. Antes se escribía “paddle”, pero el anglicismo cedió cuando los españoles se “adueñaron” de la disciplina. El sustantivo ingresó al diccionario con la siguiente acepción: “juego entre dos parejas, muy parecido al tenis, pero que se juega entre cuatro paredes y en el que la pelota se golpea con una pala de mango corto”. La incorporación de la palabra al catálogo del castellano refleja la difusión del deporte entre los hispanohablantes, actividad que cautivó a Mohammad.

“La parte más linda del pádel es que pueden divertirse con él gente con muy diferente desempeño. Siempre y cuando se equilibre un poco, en un mismo partido disfruta quien juega bien y quien no juega tan bien”, refiere el contador. A este deporte generoso con los diferentes estilos y aptitudes, el dueño de Mad añade la impronta social. “Se presta para la charla y para ‘gastar’ al rival”, apunta. La suma de estos atributos convierte a los partidos en buenos momentos compartidos.

“El origen de este emprendimiento es la pasión por el deporte y, también, el tratar de mejorar un poquito lo que es Tucumán. Para Navidad, publicamos en nuestra cuenta de Instagram un mensaje en el que invitábamos a hacer un lugar más lindo juntos”, explica Mohammad. Y añade: “queríamos un centro moderno parecido a lo que se ve en Europa, donde hay un furor por el pádel, especialmente en España. Allí es la segunda disciplina después del fútbol. El pádel es uno de los deportes que más creció a nivel mundial. Ese auge me condujo hasta este emprendimiento”, dice sentado en la zona del quincho. De fondo se oye el ruido que hacen las paletas y las zapatillas en el trámite de marcar un tanto.

La revancha

El pádel tuvo su primer pico durante los 80 y los 90. Luego vino un tiempo de declive donde, incluso, muchas canchas que había en Tucumán se cerraron o se transformaron en otra cosa. ¿Qué tiene de distinto este segundo momento del pádel respecto de aquel en el que surgió y se desarrolló? Mohammad contesta: “en la década de los 90 se había puesto muy de moda. Era un deporte que todo el mundo practicaba sin saber mucho de qué se trataba. Yo lo veía más como un juego. Hubo una euforia bárbara. La gente viajaba por el país detrás de los campeonatos. La diferencia es que hoy el pádel está instaurado como un deporte. Incluso ahora será incluido como disciplina olímpica. Se trata de una práctica afianzada”.

¿Cuáles eran las contrapartidas del pádel viejo que se solucionaron para que vuelva a tomar impulso? “La superficie”, observa el emprendedor. Y agrega que antes el deporte estaba muy ligado a lesiones en las rodillas y los tobillos. “Es de alto impacto porque tenés saltos, frenos, y corridas hacia adelante y hacia atrás en un espacio corto. El cemento era una superficie muy dura para toda esa actividad y aparecían los problemas”, refiere. No ayudaba la subestimación de tales condiciones. “Como el pádel es un deporte en primera instancia fácil de jugar, muchos se metían a la cancha sin estar preparados físicamente y se reventaban después de dos horas. Así aparecían las dolencias”, relata Mohammad.

Las nuevas superficies, en particular el césped sintético, resolvieron el problema. El emprendedor asegura que ese piso evita totalmente las lesiones porque se trata de una alfombra de 12 milímetros de altura con un monofilamento texturado que lleva abajo una base de arena muy fina. “Esto hace que jugar sea muy placentero. Inclusive hasta es más fácil porque la pelota pica más lento respecto de lo que sucedía en el cemento”, detalla.

El suelo de material ya fue y el oficial es el que exhiben las cuatro canchas de Mad. También quedaron en el pasado las paredes de concreto. Hoy se impone “la caja transparente”. “Nuestras instalaciones son profesionales tanto en términos de superficie como de espesor de vidrio. El espesor aprobado por la FIP,  la Federación Internacional de Pádel, es de 12 milímetros. El 95% de las canchas que hay en la Argentina tienen vidrios de 10 milímetros. Hay una razón económica: el vidrio de 10 vale la mitad que el de 12. Aquí las cuatro canchas disponen del vidrio reglamentario”, acota Mohammad.

Para los muros de blindex existe una explicación deportiva y otra vinculada al espectáculo. “La segunda es obvia: el vidrio permite ver el juego. Con las paredes de material, era muy poquito lo que se podía apreciar”, precisa el fundador. La explicación deportiva es que el vidrio compensa el pique de la pared: “antes lo que aceleraba la bola era el pique del piso y la pared lo frenaba. Ahora, en cambio, funciona al revés. Lo que frena el pique es el césped y lo que lo acelera es el vidrio”.

Oficinista “adicto”

Mad Pádel Club levantó sus persianas el 23 de febrero. “El primer mes fue mucho más fácil de lo que yo me imaginaba. El proyecto ha despertado un grandísimo entusiasmo, en especial en la gente de Yerba Buena que no tenía a dónde jugar. No había clubes. Los comentarios que escucho son muy positivos. Veo que la gente está muy contenta, le gusta lo que hicimos y nosotros siempre estamos poniendo una cuota más para mejorar”, resume Mohammad.

El próximo paso de Mad Pádel (abre de lunes a sábado entre las 8 de la mañana y las 24) consiste en la incorporación de accesorios en las duchas, como jabón líquido, champú y toallas.

No hace falta asociarse para usar todos esos servicios, sino simplemente alquilar una cancha por un mínimo de una hora (desde $ 3.500). Las reservas de turnos se hacen por medio de una aplicación que se llama alquilatucancha.com, donde se puede ver la disponibilidad de tiempo en los próximos siete días. Otros canales de comunicación son las redes sociales y el teléfono fijo.

Antes de pasarse el día completo en Mad Pádel, Mohammad trabajaba en una oficina. “Mi actividad comienza en 2004, en el Banco Santander. Después paso a la (Minera) Alumbrera, donde trabajé 15 años. A continuación, puse una empresa de medicina laboral y otra de venta de insumos mineros. A esos proyectos agregué este club, que siempre fue mi pasión”, cuenta. Él comenzó a jugar a posteriori del boom del pádel: “fue en el año 2000. Practiqué este deporte hasta el momento en el que me fui a la Alumbrera y ya no pude hacerlo más. Pero permanecí cerca de alguna manera porque me encanta. Yo soy adicto a todo lo que se refiera al pádel”.

En su momento, Mohammad compitió, llegó hasta la segunda categoría y vio un potencial muy interesante. “El pádel en Tucumán tuvo una época muy buena: era una referencia para el Norte. Los mejores jugadores de la provincia eran Andrés Costantini y Gustavo Spector. Ellos ganaban todos los torneos. En esta nueva época el pádel se quedó un poco en cuanto al nivel de competencia. Decayó la organización (el emprendedor calcula que en la provincia hay alrededor de cinco clubes y 30 canchas, una minoría con las características de las de Mad)”, compara.

Su idea es generar un semillero: “en el club tenemos dos profesores, y estamos por incorporar a un tercero con el propósito de dar clases de pádel a niños y a todos los que deseen aprender. Recibimos a muchísima gente que ni siquiera sabe el reglamento. Hay todo un ambiente nuevo: los que venimos de los viejos tiempos no conocemos al 95% del público actual. Da la impresión de que un sector estaba esperando que esto, Mad Pádel, sucediera”.

Federico Mohammad cumplió uno de sus sueños. LA GACETA / FOTO DE JOSÉ NUNO

El negocio de Mad Pádel es el deporte: lo que gira alrededor de él es tan importante como lo que sucede en la cancha, pero el emprendimiento no busca obtener un margen de ganancias, por ejemplo, de la cantina. “Si revisás la carta de nuestro bar, encontrarás precios más bajos que en cualquier otro local gastronómico de Yerba Buena. Acá un desayuno cuesta $ 600. La meta es acompañar al pádel y apostar por la enseñanza”, comenta. Aunque ya vende paletas, pelotas y otros accesorios, Mohammad anticipa que está en sus planes añadir una tienda virtual de productos deportivos.

Si bien conoce la inversión al detalle, el emprendedor se reserva esos números. Sí dice que él no quiso esperar a que “la Argentina se arreglara” porque, si algo aprendió durante la pandemia, es que nadie sabe hasta cuándo vivirá. “Estoy en una edad en la que quiero entrenarme y, si puedo, competir también. Y quería hacer un club como lo soñaba”, afirma. Mohammad admite que pensó con su familia en la alternativa de vivir fuera del país: “pero no nos convence la idea. La Argentina nos gusta: tiene muchos contras, pero, también, ventajas. Y mis amigos que están en el extranjero no la pasan tan bien como se cree. Allá tienen estabilidad económica, pero hacen un sacrificio inmenso en lo afectivo. Yo no aguanto sin comer asado: necesito dos a la semana y de hecho aquí está la parrilla para el tercer tiempo. A la vida hay que vivirla. Y creo que la inversión va a funcionar”.

La receta de Mad Pádel Club

Ofrecer instalaciones profesionales para la práctica del pádel.

Poner a disposición del público servicios complementarios de alta calidad.

Apostar por la enseñanza del deporte, en especial a los niños.

Generar un público nuevo en Yerba Buena.

Respirar pádel de todas las formas posibles.

El emprendimiento en Instagram: @madpadelclub