“No me animaría a decir que somos candidatos”, afirma Rubén Darío Insúa. “Estamos para grandes cosas”, le retruca Adam Bareiro. Así, entre la cautela y la euforia va navegando este sorprendente San Lorenzo. ¿Quién podía imaginar que al cabo de las primeras siete fechas sería único puntero de la Liga Profesional? La respuesta la brinda en la cancha un equipo muy sólido, al que cuesta marcarle goles; un bloque sacrificado y efectivo que ayer se dio un lujo que no formaba parte de su menú: el de golear y gustar. Los hinchas, sencillamente, no pueden creerlo.
El 4-0 sobre Gimnasia dejó al “ciclón” sin compañías en la cima. El único que podía mantener ese ritmo era Defensa y Justicia, pero los de Varela fueron incapaces de vencer a Talleres. Empataron 1 a 1 y resignaron terreno en una carrera que tiene, hasta aquí, muchísimos pretendientes a subir al podio.
En ese pelotón el que manda es el San Lorenzo de Insúa, vestido ayer de chef para cocinar a fuego lento a un “lobo” juvenil y desnortado, que además jugó casi todo el partido con 10 debido a la irresponsabilidad de Guillermo Enrique. Se jugaban 12 minutos cuando Enrique le propinó un planchazo a Malcom Braida que el árbitro Pablo Echavarría castigó con roja. Si de por sí era insoportable jugar a las cinco de la tarde con un calor infernal, el hándicap de hacerlo en inferioridad númerica fue demasiado para Gimnasia. Y San Lorenzo fue capaz de sacarle el jugo a la situación.
El dominio del anfitrión era inapelable, dueño de la pelota en el medio y decidido a atacar. A los 38’, casi por decantación, llegó el 1-0 con un cabezazo de Andrés Vombergar. En la segunda parte el doblete de Bareiro encaminó la goleada (el primero de sus tantos picando un penal que fue, al menos, discutible) y al cierre lo puso Gastón Hernández, uno de los mejores defensores del campeonato. Detrás de los mejores movimientos del equipo estuvo siempre Andrés Martegani, clave por sus asistencias, por el manejo de la pelota parada y por la claridad que brinda cuando comanda las ofensivas o hace la pausa en la media cancha.
Con el 4-0 consumado, Defensa tenía que ganarle a Talleres en Varela si pretendía recuperar la condición de copuntero. Pero las cosas empezaron mal para el “halcón”, ya que de movida los cordobeses pasaron al frente. Rodrigo Garro ejecutó un tiro libre, la barrera se abrió y la pelota se coló junto a un palo.
La igualdad quedó envuelta en la polémica. Se jugaba tiempo de descuento, antes del entretiempo, cuando “Uvita” Fernández se zambulló en el área y Fernando Rapallini cobró penal. El VAR ni siquiera lo llamó, cuando las cámaras mostraban nítidamente que la infracción era un invento. El propio “Uvita” lo canjeó por gol, mientras el hijo del presidente de Talleres, Juan Pablo Fassi, escribía en Twitter: “robo”, “patotas” y “corrupción”.