¿Qué falta para que Roberto Sánchez y Germán Alfaro rompan definitivamente? Simplemente, que uno de los dos lo diga. Porque caminan como rivales, hablan como competidores y se desafían como contrincantes, pero ninguno de los dos se atreve a decirlo en público. Es solamente eso lo que separa públicamente a Juntos por el Cambio de la disolución definitiva en Tucumán. Y es justamente ese silencio lo único que les permite abrigar expectativas de que puedan presentarse juntos el 14 de mayo.
Como desde finales del año pasado, sólo se escucharon lamentos de un lado y rezongos del otro. Sin lograr dar un paso concreto hacia la unidad, el principal espacio opositor se dio el lujo de comenzar la semana con dos alianzas inscriptas y de terminarla con tres frentes electorales habilitados para competir: Juntos por el Cambio, de la UCR y un partido provincial; Juntos para Cambiar Tucumán, del alfarismo; y Compromiso PRO Tucumán, del macrismo.
El lunes, horas antes del vencimiento del plazo de inscripción de alianzas, se dio el último intento formal por buscar un acercamiento. Durante la siesta, el radical y el líder del Partido por la Justicia Social se reunieron en el Hilton junto a dirigentes de ambos espacios y del macrismo. Sánchez propuso lo que vienen repitiendo en el radicalismo: quien acepte ir de candidato a vicegobernador tiene derecho a elegir el candidato o la candidata a la intendencia de San Miguel de Tucumán. La réplica de Alfaro también fue previsible: que se realicen encuestas para determinar el orden de la fórmula y todos los postulantes en las municipalidades. O, en su defecto, que esa definición por sondeos se circunscriba a la Capital.
Por supuesto, ninguno de los dos cedió y la reunión deambuló entre los merecimientos de uno, los recuerdos sobre el origen de la alianza entre peronistas y radicales allá por 2015 y el valor de las encuestas que se ponían sobre la mesa. La postal del cierre de ese mitin resume la situación de JxC: Alfaro se levantó de la mesa y se fue. Desde entonces, y con cuatro días transcurridos, no hubo más diálogo entre el diputado y el intendente.
Por el contrario, los hechos que se sucedieron luego muestran que cada uno se está preparando para disputar los comicios por su cuenta. Y tratando de ventajear a su rival. Así, el sanchismo pretendió quedarse con la exclusividad de Juntos por el Cambio e intentó ante la Junta Electoral Provincial que el alfarismo no pueda llamarse Juntos para Cambiar Tucumán. Esa impugnación, finalmente, no prosperó. Pero la trastienda de la resolución del conflicto ante la JEP grafica el nivel de desconfianza y de beligerancia que hay en la oposición: el jueves, poco antes de las 14 y al percatarse de que ya habían pasado casi 72 horas desde la impugnación radical, el propio intendente Alfaro fue hasta la Junta Electoral para preguntar por qué no había avances en el trámite. Finalmente, la discusión fue resuelta. El apuro de Alfaro tenía una razón: si no obtenía esa autorización el mismo jueves no iba a poder cumplir con el cronograma interno y efectuar la convocatoria a elecciones cerradas dentro de su alianza, plazo que vence el martes 14. Aunque se trate de un proceso que se realiza puertas adentro y sin intervención del órgano que fiscaliza las elecciones generales, el alfarismo corría el riesgo de quedar a tiro de alguna objeción por no haber cumplido con ese trámite.
Con los pasos del cronograma cumplidos, la realidad ubica hoy a Sánchez y a Alfaro enfrentados y al macrismo local esperando un acuerdo o, en su defecto, decididos a ir eventualmente acoplados a la fórmula del jefe municipal capitalino. Incluso hasta se preparan para transitar el último tramo de la campaña en plena batalla y sumando confusión. De hecho, es la apuesta de ambos y eso se percibe hasta en la cartelería que hay en las calles. Otro detalle de color: Roberto Sánchez, que tiene el sello Juntos por el Cambio, hasta aquí no puso esa inscripción en sus gigantografías. Pero sí lo hizo el alfarismo, que pícaramente explota esa confusión. Lo que se viene, en definitiva, es una pelea por demostrarle al electorado cambiemita cuál de los dos espacios los representa en Tucumán.
¿Está agotada la posibilidad de un acuerdo en la provincia? Las instancias de diálogo se dieron por cerradas. Así lo admiten en uno y en otro sector, que logran conversar con cordialidad pero chocan con un impedimento concreto: Alfaro y Sánchez no están dispuestos a sentarse a solas y discutir el futuro. Y si los dos líderes no pueden reunirse, cualquier borrador que punteen abajo resulta en vano. La única salida, admiten todos, es que haya una intervención directa desde la mesa nacional de Juntos por el Cambio.
Si Sánchez dice que no se bajará y Alfaro repite lo propio; ¿quién desde Buenos Aires puede hacerlos cambiar de opinión? La chance que se abre es que entre Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales la situación de Tucumán pase a ser una cuestión prioritaria y pretendan resolverla cuanto antes. Algo así aconteció en Córdoba y en Mendoza, en donde radicales y macristas caminaron al filo de la ruptura. En el caso de la provincia cuyana, el radical Alfredo Cornejo ganó la pulseada porque el jefe de Gobierno porteño finalmente convenció a Omar de Marchi que compita por la Gobernación dentro de las PASO de Juntos por el Cambio. El diputado del PRO amenazaba con ir por afuera de la coalición opositora y en el radicalismo denunciaban que se estaba rompiendo el reglamento de la Mesa Nacional. En el caso de Córdoba, esta semana el senador Luis Juez y el diputado Rodrigo De Loredo confirmaron que la candidatura a gobernador de JxC será definida durante este mes por medio de una encuesta. Quien mejor esté en esa medición, dijeron, enfrentará al oficialista Martín Llaryora.
El asunto es que nadie se anima a certificar que Alfaro o Sánchez vayan a aceptar lo que finalmente acuerden Morales y Rodríguez Larreta, o si acatarán lo que alguno de estos dos referentes disponga para Tucumán. Hasta aquí, ni siquiera la intervención desde Suiza de Mauricio Macri tuvo éxito y el margen de negociación es cada vez menor porque los plazos corren. Ahora hablan de lunes o martes como última fecha para encontrar un entendimiento. Ocurre que el 14 cada partido o frente debería tener sus candidatos definidos para preparar la documentación y registrarla ante la Junta Electoral hasta el 12 de abril.
Por lo pronto, Sánchez y Alfaro mantienen chances de estar juntos sólo porque ninguno de los dos se atreve a decir en público que competirán separados. En rigor, el temor a aparecer como el responsable de la ruptura de Juntos por el Cambio en esta provincia es lo único que mantiene en pie a la alianza opositora en Tucumán.