“Sólo tengo recuerdos llenos de amor y de afecto”, afirma Raquel Giscafré cuando habla de Tucumán. Es así; en cada visita la santafesina -quien llegó a ubicarse en el puesto 12 del ranking mundial- recibe innumerables muestras de cariño. Y también el reconocimiento a una carrera brillante en el tenis. Por eso Mercedes Paz, una de las referentes en la organización de los torneos ITF disputados en la provincia, la invitó a entregarle la copa a la campeona Solana Sierra. Lookeada con un traje rojo tornasolado, la dama de 73 años disfrutó cada homenaje.
“Hacía tiempo que no sentía tanto cariño y un reconocimiento por las cosas que he logrado”, comentó. “Es una experiencia inolvidable que llevaré en mi corazón”, describió esos minutos en los que pisó el polvo de ladrillo tucumano con sandalias de plataforma alta, acorde con la elegancia de la vestimenta.
Giscafré competía cuando el tenis comenzó a convertirse en deporte profesional. Fue número uno del país entre 1972 y 1975; y fue la primera argentina en clasificarse a un Masters, el de 1975, que reunió a las ocho mejores tenistas del mundo. El año anterior había llegado a las semifinales de Roland Garros
Optó por retirarse a los 27 años. “Lo hice bastante joven -reconoció-. Fue un momento muy difícil. No tenía decidido lo que quería hacer. Afortunadamente se me ocurrió empezar a organizar torneos a partir de 1977. Después vino la caída económica en el país y me fui a San Diego”. En esa ciudad californiana se estableció y durante varios años (1985-2007) organizó un torneo considerado como el mejor del circuito de verano.
La mirada de Giscafré sirve para evaluar lo que se hizo en Tucumán. “No es nada fácil organizar cuatro torneos en dos semanas”, advirtió. La Asociación Tucumana de Tenis, encabezada por Augusto Arquez, aceptó el desafío que propuso Mercedes Paz. Giscafré subraya el éxito de los torneos que se jugaron en el Lawn Tennis y en Las Lomitas, en ambos casos con damas y caballeros en competencia y buscando sumar los primeros puntos profesionales. “Formaron un equipo fantástico. Fue impecable la presentación, organización y el trato que tuvieron”, destacó.
La misión actual
Giscafré siente que siempre será promotora del tenis y su paso por Tucumán tuvo que ver con ese rol de consejera. “Estoy en varios directorios que se dedican a promover el tenis entre los chicos y chicas en San Diego”, indicó. A la estadounidense de 16 años Karine Kulidjian le imparte una especie de bendición. ¿Por qué? “Creo en su pasión, soy parte coach y parte madrina”, apuntó, entusiasmada por el futuro de la jovencita que jugó la clasificación de los dos torneos tucumanos.
Entusiasmo en exceso, esa es la condición de Giscafré, básicamente, para vivir. Lo mostraba en la cancha y también fuera de ella porque fue una batalladora por la igualdad de derechos en el tenis. Tan comprometida estaba con la causa que en 1975 decidió no participar en el Campeonato del Río de la Plata porque no estaba de acuerdo con la distribución de premios entre damas (600 dólares para la campeona) y caballeros (6.000 se llevaba el campeón).
“Tuve la suerte de participar como jugadora en las decisiones que tomó desde el principio la WTA cuando la formamos”, recordó con orgullo Giscafré. Ella fue una de las 12 que formó la Women’s Tennis Asociation en 1973. “Estando en el Directorio de la WTA se logró establecer el mismo prize money (igual distribución de dinero en ambas ramas). Fue un logro muy importante que conseguimos porque teníamos un grupo de ejecutivos que eran muy buenos negociadores”, recordó.
En abril Giscafré volverá a sus orígenes. “Vuelvo a jugar. Voy a representar a Argentina en el torneo que se hará en Buenos Aires, celebrando el 75° aniversario del Club Internacional de Tenis”, anunció. Como siempre, a pura pasión y entusiasmo.