Jugar al básquet -y estudiar, por supuesto- en alguna de las grandes universidades estadounidenses estaba a medio camino entre el sueño y el objetivo. Pero “Felipe Palazzo III” (tal como se presenta, por ser tercera generación con el mismo nombre) puede darse por satisfecho. Llegó a Oregon State para integrar el plantel en la División I de la NCAA, la exigente liga que sirve de semillero a las franquicias de la NBA. Su carta de presentación destaca que tiene 21 años, mide 1,96 m, juega de perimetral y esta temporada luce la camiseta número 23.
“Desde que era chico siempre quise irme a Estados Unidos, me preparé para eso desde los 12 años. Iba a un colegio bilingüe en doble turno -el Nueva Concepción- y para entrenarme las horas necesarias para el alto rendimiento tenía que ir al gimnasio a las cinco de la mañana. Después de clases me retiraban mis papás y me iba a practicar al club”, relata.
Tras pasar por Estudiantes, Talleres y Tucumán BB, Palazzo dio el salto a Norteamérica en 2020, al terminar la secundaria. Pero el comienzo no fue fácil, porque su arribo coincidió con la pandemia. Asistió a una universidad en Florida de la Division II y volvió a Argentina. Esa etapa coincidió con un momento familiar muy especial. “Tuve la suerte de estar con mi abuelo Felipe en sus días finales. Lo admiraba mucho y su muerte fue un gran golpe”, apunta.
Pero Palazzo fue paciente y la gran chance apareció. “Jamás me hubiera imaginado llegar a una de las grandes cinco conferencias, como es el PAC-12. Pero uno de los entrenadores se contactó conmigo y decidí venir a Oregon State -relata-. La adaptación fue dura, es otro tipo de básquet, más dinámico, con muchos jugadores talentosos. También fue duro entender mi rol, en Tucumán tenía uno mucho más protagónico y acá es más de equipo. Estoy jugando de alero, soy un soldadito en la cancha. Me gusta hacer de todo. Mi coach principal se llama Wayne Tinkle”.
Un mundo diferente
Fuera de las canchas no baja la intensidad y estudia dos carreras: “una es Finanzas; la otra Análisis de Datos, con especialidad en análisis del consumidor. Me está yendo muy bien, con muy buen promedio, y eso es muy importante para mí, pero también para el deporte porque hace falta un mínimo de buenas notas para jugar”.
El equipo está en una conferencia muy competitiva, pero Palazzo no se achica: “tenemos un grupo muy joven y enfrentamos a grandes rivales. UCLA va a ser muy competitivo; Southern California también; Oregon, que es nuestro clásico, lo mismo; Arizona... Todos van a ser duros”. Oregon State está en Corvallis, cerquita de Portland: “es una ciudad universitaria, de 30 o 40.000 habitantes, y todos son hinchas de Oregon State. Nuestra fan base es de mucha gente adulta y el ambiente es muy lindo, por ahí no eufórico como el que acostumbramos en Argentina, pero sí muy familiar”.
“El año pasado nos fue muy mal en la temporada y teníamos siempre gente alentando -agrega Palazzo-. El apoyo siempre está. Estoy muy cómodo y con muchas expectativas de lo que depara mi futuro”. A pesar de no haberse puesto nunca la camiseta argentina, ese es su otro gran sueño: “fui capitán de la selección de Tucumán en U15, U17 y U19, pero nunca estuve en la Selección nacional. Mis mayores objetivos son debutar en la Division I de la NCAA y vestir la celeste y blanca”.
Palazzo disfrutó unas largas vacaciones pasando por México (visitó a sus amigos Tico y Javier), Tucumán (estuvo con papá Felipe, con mamá María Emilia Saadi y con su hermana María Lourdes) y España (en Valencia compartió con sus amigos Alex, Álvaro, Carlos y Adrián). Ahora está enfocado en el básquet y en el estudio. Y también en un hobby tan particular como la magia. “Es una de mis actividades favoritas”, avisa. En la cancha también hace falta algo de magia, pero sobre todo trabajo. Y Palazzo sabe que para eso no hay trucos que valgan; todo pasa por el esfuerzo y la dedicación.