El kéfir y el yogur son ambos alimentos fermentados que proporcionan nutrientes esenciales y tienen beneficios para la salud. Sin embargo, hay algunas diferencias importantes entre los dos. Pero… ¿qué es el kéfir?
El kéfir se hace a partir de un cultivo especial conocido como grano de kéfir. Así como no todos los yogures naturales son iguales, tampoco lo son todos los kéfires. Atendiendo a sus componentes, existen dos tipos: “pueden ser de agua o de leche, consumidos en ayunas tienen una mejor absorción”, explica Juliana María López, licenciada en nutrición y especialista en microbiota.
“El kéfir de agua se hace con un cultivo de bacterias benéficas y levaduras capaces de generar distintas especies de pre y probióticos sin necesidad de lácteos. El kéfir lácteo se obtiene a partir de la mezcla de leche y gránulos de kéfir de leche, y la posterior doble fermentación que se produce al juntar ambos ingredientes”, señala la especialista.
El yogur y el kéfir: probióticos naturales
Tanto el yogur como el kéfir son considerados probióticos naturales, es decir que contribuyen a mejorar la microbiota intestinal. “Junto con una alimentación prebiótica se encargará de mejorar el sistema inmunológico y metabólico del paciente, buscando lograr un equilibrio en la salud digestiva. Cuestión muy importante ya que por los intestinos pasa todo, no olvidar que está totalmente conectado a nuestro cerebro”, acota.
La nutricionista Priscila Aiachini agrega: “El kéfir y el yogur se suelen confundir por su aspecto y propiedades similares, pero son alimentos diferentes. La primera diferencia es que si bien ambos se obtienen con la fermentación, en cada uno intervienen microorganismos diferentes, en el yogur son bacterias lácticas”.
Sobre los beneficios, comenta: “Cuando se consumen en cantidades adecuadas, tienen una influencia positiva en nuestra salud. Evitan infecciones ya que contribuyen a la maduración del sistema de defensas y del sistema nervioso central. Ayudan en la producción de vitaminas, aminoácidos y neurotransmisores, es rico en triptófano, calcio, magnesio, fósforo, vitaminas B y K. Además de yogures y kéfir también aportan probióticos el kimchi, chucrut, verduras y legumbres”.
La obtención de estos productos es similar, pero, los nódulos de kéfir se pueden conseguir en dietéticas y grupos de compra venta. El yogur puede producirse en casa. En conclusión, la importancia de incorporarlos en nuestra dieta es esencial. Las profesionales destacan que si bien ambos son buenos para todos aquellos que quieran cuidar su flora intestinal, es importante ver la situación particular de cada paciente.
En el caso del yogur, la licenciada Victoria Bazán comenta que la alternativa casera es mucho mejor para la salud que el envasado, que es un ultra procesado con aditivos y conservantes. “El argentino es muy estructurado con el desayuno, almuerzo, merienda y cena, podemos empezar a incluir el yogur en el desayuno o en la merienda, también se adapta para la cena o el almuerzo. Suele tener menos lactosa que la leche, lo recomiendo para todos sin importar la edad o circunstancias de vida”.
Yogur casero
¿Es un noble producto lácteo al que la industria de a poco fue dándole sabores y estilos más atractivos? ¿Es una simple pócima para calmar el ataque de hambre? Este antiguo preparado en base a leche no sólo sirve para potenciar el sistema inmunológico a cualquier edad, sino que es esencial en nuestras heladeras, especialmente en el verano, coinciden las especialistas.
(Producción periodística: Victoria Reinoso)
Cómo preparar el yogur en casa
A continuación, la receta brindada por la nutricionista Juliana López:
Ingredientes
1 litro de leche o 16 cucharadas de leche en polvo más 1 litro de agua.
1 pote de yogur neutro o natural.
2 cucharadas de leche en polvo.
Procedimiento
Calentar la leche. Cuando llegue a los 40° añadir el yogur y la leche en polvo. Mezclar bien. Introducir en un bol, cubrir con papel film. Fermentar durante 8 horas, reservar en frío hasta su consumo. Retirar y disfrutar.
Ideas para acompañarlo
Se le puede agregar fruta, semillas de chía, copos de maíz sin azúcar, avena, granola o frutos secos. También se puede decantar con alguna tela, y queda mucho más cremoso y firme, como un yogur griego casero.