El último libro que publicó el periodista Sebastián Lacunza repasa la historia argentina a través del diario que supo dirigir entre 2013 y 2017, el Buenos Aires Herald. “El testigo inglés” (Sello Paidós, Ed. Planeta) narra “luces y sombras” del legendario diario de habla inglesa, su papel en la construcción de la historia del país, y su gesta en la denuncia del terrorismo de Estado.
El periodista, que actualmente se desempeña como corresponsal de medios extranjeros y es columnista de ElDiarioAR, describió a las prácticas políticas en Argentina como “intoxicadas”. “Siempre hubo en la democracia argentina ciertas prácticas a contramano del respeto institucional, como la connivencia espuria con el Poder Judicial, turbiedad en los servicios de Inteligencia, poderes fácticos que trascienden gobiernos. Durante el período de Mauricio Macri, esa trama que incluyó espionaje ilegal, procesamiento y detención de opositores y adversarios supuso un cambio de escala y sigue teniendo vigencia parcial”, analizó.
Lacunza cita las visitas de jueces a Olivos y la quinta de Macri Los Abrojos, el viaje a Lago Escondido recientemente conocido, la remuneración de arrepentidos, extorsiones coordinadas por espías ilegales, traslados de jueces a dedo, remoción de otros y absorción de causas en Comodoro Py como datos sobresalientes, “sin dejar de ver que personajes como Lázaro Báez, Pata Medina, Julio De Vido, José López y otros sumaran razones fundadas para ser investigados”. “Justamente porque los indicios eran serios, las garantías procesales deben ser respetadas, lo que también cabe por supuesto a ex funcionarios y allegados del gobierno de Macri”, dijo a LA GACETA.
Según el periodista, el personalismo es un signo constitutivo de la política argentina: “que Cristina no tenga sucesor de su propio espacio a la vista marca los límites de ella misma como líder. No quiere ni fue capaz de alumbrar más allá de su propia figura. Pero éste es un país en el que el personalismo fue fundacional de la política, desde Yrigoyen a Perón, de Alfonsín, a Menem, a los Kirchner. Cada uno de ellos tuvo su “ismo”. En ese sentido, Macri aparece como menos personalista; el macrismo es menos dependiente de Macri que el cristinismo de Cristina, hasta hoy”.
- ¿Cuál fue el hecho político destacado en 2022, según tu parecer?
- El atentado contra Cristina Fernández de Kirchner, desde ya, por la novedad negativa que significó para la dinámica política argentina, por la puesta en práctica de lo que ya estaba en el en el discurso público que es el odio. Significó un hito de la violencia política en la Argentina que no terminó de la peor manera por cuestiones casi de azar. Ese hecho interpela a los modos de hacer política y de plantear la discusión pública por parte de los actores -dirigentes de la política misma-, así como los medios de comunicación. No parece que ese hecho haya cambiado las prácticas porque incluso el tratamiento que se le siguió dando a la noticia no se modificó. Hubo medios que coquetearon con la justificación del hecho o trataron de minimizarlo. El odio siguió ahí, es perverso, pero extendido.
- ¿Y la sentencia a Cristina Kirchner, qué lugar ocuparía?
- Sin dudas, la primera sentencia contra Cristina estaría en los primeros lugares. También es un hecho demostrativo de los límites recurrentes y prácticas intoxicadas en que se desarrolla la política argentina, por dos factores centrales: el vínculo entre los Kirchner y un contratista del Estado que fue inventado como tal cuando asumió Néstor en 2003. Ni Cristina ni La Cámpora atinaron a explicar esa relación comercial impropia. Y luego, que esa sentencia haya sido dada por al menos un juez que jugaba al fútbol en la quinta de Macri, así como el fiscal Diego Luciani, y que haya quedado expuesto el vínculo del juez instructor, Julián Ercolini, con el Grupo Clarín, un ministro clave de Larreta, espías y fiscales en el viaje a Lago Escondido, demuestra el estado de la Justicia argentina. Las sospechas de corrupción sobre la dirigencia – todos- son motivo de investigación, pero todo ello debe darse con garantías procesales. Buena parte del macrismo y de la coalición de Juntos por el Cambio utilizaron los servicios de inteligencia en coordinación con periodistas y jueces con destino de persecución de adversarios, con o sin sospechas fundadas, pero utilizando prácticas que a su vez también les garantizan impunidad a ellos. Esa es una cara de la moneda igualmente nefasta.
- ¿La grieta social y política sigue profundizándose? ¿No hay forma de saldar la grieta en cuestiones generales para una mejor planificación del destino del país?
- Sí, la grieta caló hondo hasta socialmente. Las preferencias de los públicos y de las audiencias demuestran que no es sólo una cuestión impuesta de arriba hacia abajo. Tiene raigambre en la sociedad. Las propuestas políticas y mediáticas por fuera de la polarización no suelen tener demasiado éxito. No me quiero esconder detrás de la descripción de la grieta y de la búsqueda de un equilibrio, que no es lo mismo que pretender artificiosamente quedar siempre en el medio. Me parece que nosotros, como periodistas, tenemos que buscar la distancia y el equilibrio, pero no la equidistancia meliflua a rajatabla y el equilibrismo para quedar bien y decir que no somos parte de ninguno de los dos polos. A veces hay víctimas y victimarios, no hay que dejar de verlo. Te diría que también eso lleva a la pregunta de cuáles son los graves errores prácticos, estratégicos y éticos de quienes se presentan como la opción intermedia ¿por qué fracasan recurrentemente? ¿Qué méritos genuinos tienen los liderazgos políticos de Cristina y de Macri para establecer un diálogo con la sociedad que hasta ahora ha sido más exitoso que cualquier otra propuesta? No es solamente responsabilidad de los polarizadores, hay una sociedad que demanda. Quienes afirman que van por el camino del medio muchas veces se destacan por falta de constancia, errores en la estrategia, posiciones veletas y equilibristas. Nadie puede alegar su propia ineptitud como excusa para que ese esquema persista.
- Estamos comenzando un año de elecciones, ¿cuánto influye la economía y la inflación en la decisión que se lleva a las urnas?
- La pérdida de poder adquisitivo y el contexto de una inflación alta tienen obviamente una incidencia altísima en la decisión del votante. Es un momento particular. Argentina tiene una característica que es que en el último bienio, posterior a la pandemia, es de los países del mundo que más creció -10 puntos en 2021 y más de cinco puntos en 2022-. Hace poco me decía una persona del círculo más cercano Horacio Rodríguez Larreta que un gobierno con otro liderazgo, con otra coordinación, y con números de la economía para destacar que hablan de un movimiento importante -aún con graves problemas como la inflación- sería sin dudas competitivo en las elecciones y el presidente podría al menos aspirar a la reelección. Creo que la responsabilidad de que las cosas no sean tan así está dada, en parte, por la dificultad del liderazgo de Alberto, pero sobre todo por un grave error de lectura de Cristina Kirchner, que se demostró incapaz de entender el momento y manejar su propia creación política, el Frente de Todos. El incumplimiento de la promesa central del Frente de Todos era recuperar el salario real tras la abrupta caída con el Gobierno de Macri, de 19 puntos, y eso no se llevó a cabo, en gran medida por la pandemia. El costo electoral seguramente será alto, aunque la memoria de resultados tan negativos durante el Gobierno de Macri, sin pandemia ni guerra en Ucrania, está ahí. Hay que ver si Horacio Rodríguez Larreta logra convencer a los votantes de que es capaz de hacer un gobierno distinto al de Macri sin perder los votos de éste, que no son pocos y le resultan necesarios. A cada uno con su medida le cabe su cuota de responsabilidad por la falta de visión estratégica para solucionar problemas que la Argentina arrastra desde hace décadas, vinculadas a la calidad de las políticas y del gasto, el trazo fino del presupuesto, la buena praxis administrativa. Además de temas cruciales como la restricción de dólares que genera el crecimiento, el financiamiento del sistema previsional, los mecanismos de control. Ni el kirchnerismo, ni el macrismo, ni Alberto Fernández demostraron buena praxis para solucionarlos. La derecha llega con recetas que dice que se aplican en el mundo y terminan en colapso, como pasó con Macri, y el peronismo se recuesta en alertar sobre los riesgos del liberalismo sin abordar problemas de fondo. Un ciclo recurrente.
Sus escritos: tres libros
“El testigo inglés” (2021. Sello Paidós. Ed. Planeta) es el último libro del periodista Sebastián Lacunza. En sus 632 páginas repasa su trabajo, “las luces y sombras” del diario Buenos Aires Herald (1876-2017) “En los últimos dos siglos, los diarios de papel fueron fundamentales para que las sociedades se informaran y construyeran una mirada sobre su época. En ese marco, el Buenos Aires Herald, un periódico escrito en inglés en una de las principales capitales de Iberoamérica, fue un interlocutor tan singular como privilegiado de la vida de los argentinos. Fue publicado durante más de ciento cuarenta años, un tiempo de existencia que pocos diarios en el mundo han podido permitirse. Sin alcanzar nunca grandes ventas, supo encontrar a sus lectores, adaptarse a los cambios y lidiar con poderes locales y extranjeros. Y ese diálogo -fluido a veces, ríspido en muchos momentos, siempre tenso- encierra lo más importante de este medio”, repasa su reseña.
“Pensar el Periodismo. La crisis de la profesión y de los medios analizada desde las redacciones”. (2016, Ediciones B) Aquí Lacunza ensaya e informa sobre el estado del arte de la prensa nacional sin desconocer el contexto mundial y luego les da la palabra a profesionales de la talla de Hugo Alconada Mon, Julio Blanck, Luis Bruchs tein, Gustavo Cirelli, Jorge Fontevecchia, Gustavo González, Carlos Guyot, Facundo Landívar, Carlos Reymundo Roberts, María Seoane y Jorge Sigal. De esta riqueza de voces diversas, surgen tanto declaraciones provocadoras como puertas abiertas para entender un poco más las aguas en las que navegamos.
“Wikimedia Leaks la relación entre medios y gobiernos de América Latina”. (2012 Ediciones B) Sebastián Lacunza y Martín Becerra. Desde que en noviembre de 2010 se conocieron los más de 250 mil cables de intercambio entre el Departamento de Estado norteamericano y sus embajadas en el mundo, nada volvería a ser igual en la historia de la información. El explosivo archivo ofrecido por Julián Assange y su organización WikiLeaks ha sido leído y reinterpretado desde diferentes ángulos, y desde cualquiera de ellos sigue revelando una trama compleja y a menudo ocultada de las relaciones internacionales. Este libro aborda en exclusividad el material inédito sobre las tensas relaciones (o acuerdos de convivencia, en algunos casos) entre dueños de medios, periodistas y editores influyentes con los gobiernos latinoamericanos y la Casa Blanca.