El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) difundió un pronóstico para este verano que prevé temperaturas por encima de lo normal en nuestro país. Y de hecho, estamos viviendo días con temperaturas muy altas.
Por todo esto, es muy importante estar prevenidos y tomar todos los recaudos necesarios, fundamentalmente con niños y bebés, con el objetivo de evitar un golpe de calor.
Según el doctor Guillermo Colantonio, jefe de Neonatología del Sanatorio Finochietto, de Buenos Aires, los niños con mayor riesgo de sufrirlo son los menores de cinco años. Con mayor razón aquellos que todavía no cumplieron un año.
También requieren cuidados especiales los que sufren enfermedades crónicas cardíacas, renales, mentales o neurológicas, entre otras; los que tienen fiebre o diarrea.
También deben ser tratados especialmente los que presentan obesidad o desnutrición o los que tienen quemaduras en la piel por haberse expuesto al sol.
¿Cómo prevenirlo?
Hay que prestar atención a la hidratación y a la alimentación.
En el caso de los lactantes, es recomendable darles el pecho con mayor frecuencia.
En el caso de los niños, ofrecerles abundante agua segura y jugos naturales durante todo el día. En cambio hay que evitar las gaseosas y tampoco hay que darles bebidas muy frías o calientes ni comidas pesadas.
Por otra parte, se debe reducirles la actividad física en los horarios de mayor calor, y mantenerlos en lugares ventilados y frescos.
Hay que proponerles juegos tranquilos para que no se aburran ni se cansen físicamente.
Vestirlos con ropa holgada, liviana, de algodón y colores claros, o incluso desvestirlos, bañarlos o mojarles el cuerpo con frecuencia.
No exponerlos al sol directo entre las 10 y las 16, y nunca antes de cumplir un año de vida.
Respecto de los síntomas del golpe de calor, hay que tener en cuenta que se presenta sudoración excesiva. En los bebés, puede verse la piel muy irritada en el cuello, pecho, axilas, pliegues del codo y la zona del pañal. Piel pálida y fresca, sensación de calor sofocante, sed intensa y sequedad en la boca, calambres musculares, agotamiento, cansancio o debilidad.
También hay dolores de estómago, inapetencia, náuseas o vómitos, dolores de cabeza, irritabilidad (llanto inconsolable en los más pequeños), mareos o desmayo.