La inflación de los alimentos, las desigualdades y la pobreza. Esas son sólo algunas de las razones por las que América del Sur y el Caribe es la región con la dieta saludable más costosa del mundo. Así lo indica el nuevo Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2022 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Y los datos son impactantes: el 22,5 % de las personas en la región no cuenta con los medios suficientes para alimentarse de forma correcta.
El número -dice el documento- representa un aumento de ocho millones de personas a comparación de 2019. Y según indican, existe una clara relación entre el nivel de ingresos de un país, la incidencia de la pobreza y el nivel de desigualdad. Además, hay varios factores más que se asocian a esta problemática, tanto a niveles socioeconómicos como nutricionales. En 2020, por ejemplo, el conflicto en Ucrania y el alza en la inflación alimentaria han aportado a que haya un aumento exponencial en los precios internacionales y, por ende, se hayan incrementado las dificultades para que las personas puedan acceder a una dieta rica en nutrientes.
En aumento
“Hablamos de la región del mundo con la dieta saludable más costosa, lo que afecta particularmente a las poblaciones vulnerables, como los pequeños agricultores, mujeres rurales y poblaciones indígenas y afrodescendientes, las cuales destinan un mayor porcentaje de ingresos a la compra de alimentos”, resalta Rossana Polastri, directora regional del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de la ONU. Para revertir esto -dice- es necesario “promover soluciones innovadoras que diversifiquen la producción y aumenten la oferta de alimentos saludables, mejorando el acceso de los pequeños productores a los mercados y los alimentos de calidad”.
El problema -indica el estudio- es que en el corto plazo es probable que cada vez más personas no puedan acceder a una dieta saludable. “La inseguridad alimentaria seguirá aumentando por la crisis de los precios de los alimentos y de los combustibles causada por el conflicto en Ucrania y las secuelas de la covid”, advierte Lola Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos.
Los factores que inciden, lógicamente, son varios. Los países con mayores niveles de pobreza y de desigualdad tienen mayores dificultades; y eso se asocia a su vez con otras problemáticas: una mayor prevalencia de hambre, desnutrición crónica en niños y niñas y anemia en mujeres de 15 a 49 años.
Panorama
Según revela el documento, en la Argentina esta problemática afecta a casi el 37 % de la población. Y, al igual que en otros lugares, la inseguridad alimentaria aumentó significativamente en el país en los periodos 2014-2016 y 2019-2021, casi 18 puntos porcentuales. De hecho, el mayor incremento en los niveles de hambre fue en América del Sur; entre 2019 y 2021, el hambre alcanzó una prevalencia del 7,9%; y la inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021 fue del 40,6%, a comparación del 29,3% en el mundo. Y un dato más: cifras presentadas en el informe señalan que la región registra una importante evolución respecto a la prevalencia de la desnutrición crónica en niños menores de cinco años.
Con estos números, el Panorama describe cómo han funcionado algunos programas de protección social, sensibles a la nutrición. Se destacan, por ejemplo, algunas estrategias de Argentina para subsanar el déficit de nutrientes, como el uso de la Tarjeta Alimentar o la implementación de menús nutritivos en programas de alimentación escolar.
Para poder subsanar esta dificultad alimentaria -advierten- es necesario tomar acciones para mejorar la disponibilidad y asequibilidad de alimentos nutritivos, sobre todo para apoyar a las poblaciones vulnerables y a los hogares de bajos ingresos, que gastan una mayor proporción de su presupuesto en alimentos.
Soluciones
Pero eso es sólo una parte. Mario Lubetkin, subdirector y representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en América Latina y el Caribe, señala que “ninguna política por sí sola puede proporcionar la solución a esta problemática. Es necesario reforzar los mecanismos de coordinación nacionales y regionales para responder al hambre y la malnutrición”. Para contribuir a la asequibilidad de dietas saludables -dice- hay que crear: incentivos para la diversificación de la producción de alimentos nutritivos, medidas para la transparencia de estos alimentos en el mercado y en el comercio y transferencias en efectivo y otras acciones como la mejora de los menús escolares.
Según destaca la ONU, “las políticas comerciales y de mercados pueden desempeñar un papel fundamental en la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición, ya que a través de una mayor transparencia y eficiencia se reduce la incertidumbre y se mejora la previsibilidad y estabilidad del comercio agroalimentario interregional.