Hace unos días, en momentos en que salí a poner dos bolsas con residuos en el canasto que tengo en la vereda para que las lleve el recolector, pasaron unos seis jovencitos pateando una botella descartable llena de aire. Justo, en ese instante, la botella cayó a mi lado impulsada por uno de ellos. Yo, arbitrariamente (reconozco), la levanté, la destapé, la pisé y la metí en una de las bolsas que sacaba, al tiempo que les dije a los muchachos: “Chicos, perdonen que haga esto, pero lo que ustedes van pateando es basura. Basura que luego dejarán en cualquier parte abandonada. No sé si en sus casas o en la escuela a la que concurren no les dijeron que esto no se hace. Porque esta simple botella forma el conjunto de residuos que tranca las cañerías y ocasiona problemas los días de lluvia. Y, aunque no llueva, las botellas descartables tiradas en el piso ensucian y afean la ciudad. ¿Acaso no les gusta ver la ciudad limpia? ¿No les parece que hay que ir aprendiendo a vivir mejor con el paso de los años? Ustedes recién están creciendo y aprendiendo a vivir; aprendan a vivir bien y vayan superándose y construyendo un lugar mejor que este en el cual vivimos, para el provecho de todos, pues todos nos beneficiamos con esto”. Los chicos me escucharon en silencio y con mucho respeto. Sólo uno dijo en voz baja: “tiene razón el hombre”. Y se marcharon en silencio.

Daniel Chavez

chavezdaniel04@gmail.com