CUENTOS
LAS SEMANAS VACÍAS DEL VERANO
KATHARINA BENDIXEN
(Serapis - Rosario)

¿De qué hablamos cuando hablamos de cuentos? Hablamos, por ejemplo, del cuento que pone en jaque el concepto de normalidad -o mejor: plantea la tensión entre lo que se considera normal y lo que no- y propone nuevas preguntas. ¿Qué es el orden? ¿Qué es lo convencional y qué es lo anómalo? ¿Por qué ese término -anómalo- se ha vuelto tan frecuente en estos tiempos? ¿Quizás porque ese es el orden actual, el orden de lo anómalo, lo extraño? ¿Quizás por eso la difuminación de los límites entre lo real y lo fantástico?

Hay algo de eso en los cuentos Las semanas vacías del verano, de Katharina Bendixen, que acaba de editar Serapis en Argentina. Katharina Bendixen nació en Alemania en 1981, vive en Leipzig y trabaja como periodista, editora y traductora. Estudió Bibliología, Filología Hispánica y Ciencias de la Información. Recibió varios premios literarios y becas, y es miembro del centro PEN Alemania. El árbol de las botellas de whisky fue su primer libro publicado en Argentina, un tomo de relatos breves, maravillosos, inquietantes, perturbadores.

Un plan de confusión

Los cuentos de Las semanas vacías del verano reinciden en esas inquietudes y trabajan sobre el rol de la familia (madres, padres, hijos, hermanos: en fin, la herencia), situaciones cotidianas, conflictos emocionales -la locura, el retraimiento, el extravío, la ira-, dotados de un fuerte tinte simbólico. Pero esas reincidencias, lejos de apagarlos, los encienden. Los huecos argumentales que despliega Bendixen, lo sugerido, lo elusivo, ese espacio vacío que debe completar quien está de este lado de la página, es un plan de confusión perfectamente diagramado.

Emociones que se vuelven tangibles (“me llevo el miedo para arriba”, “ata su esmero en el pelo”) en “Armándome”, frente a la fuerza que toman los objetos en el cuento que da título al libro; la proyección y el deseo y las circunstancias límites en “Un corazón de la cima de la montaña”; las ficciones personales y las ficciones colectivas en “Bien agarrada”; la incapacidad de amar, el temor a la realización personal y la insatisfacción en “Mi zorro blanco”, basten como muestras.

La compleja sinuosidad en que se deslizan las narraciones va en clara sintonía con sus personajes. Sujetos que, desde sus percepciones, motorizan una realidad y en simultáneo se ven atrapados en ella. La fragilidad en la que se mueven los hace forasteros del mundo que los rodea y, por momentos, también de sí mismos, porque no terminan de encajar en él y deben sobrevivir a su propia locura, como si las cosas del mundo, y ellos mismos, estuvieran en un lugar que no termina de corresponderles. Transitan o buscan transitar una transformación que a la vez es y no es, que se da y no se da, que está a las puertas de.

Esa anormalidad de la que hablábamos antes se hace carne en el único cuento que figura fechado: se titula “Confinamiento”, pero fue escrito en 2016, adelantándose a los tiempos que vendrían. De esa materia constitutiva que es el lenguaje, y las grietas que el lenguaje abre e insinúa, es de lo que están hechos los cuentos de Bendixen.

Conexión alemana

Serapis era una mixtura de varios dioses, los egipcios Osiris y Apis y el griego Zeus, figura sincrética imaginada por Ptolomeo con el propósito de vincular culturalmente a los dos pueblos. En esa búsqueda se vincula a Argentina con Alemania a través de esta autora.

Dice Julia Sabena, editora de Serapis, respecto de por qué decidieron publicar a Bendixen:

-Llegamos a la obra de Katharina Bendixen por la traductora, Carolina Previderé. Así es como llegamos a muchas de las obras, por el traductor o la traductora. Ella ya nos había hecho conocer a Nina Jäckle, que editamos en nuestro sello. Carolina viajó varias veces a Alemania y en algún momento, no sé cómo, se encontró con la obra de Katharina, tradujo algunos de los cuentos de nuestro libro anterior, El árbol de las botellas de whisky, nos encantó, y así decidimos publicarla.

Por su parte, Previderé, cuenta que descubrió a Bendixen hace unos diez años, en su primer viaje a Alemania, y, pese a que fue recién en 2018 que se publicó en nuestro país El árbol de botellas de whisky, comenzó enseguida a traducir los cuentos y a armar las primeras versiones, que luego pasarían por largos períodos de pausas y revisiones.

-¿Por qué elegí a Bendixen en aquel entonces? -se pregunta Previderé-. Objetivamente diría que de sus textos siempre me atrajo mucho el manejo que tiene de ese terreno fronterizo -deliberadamente anfibio- entre lo fantástico y lo real que abre a lo inquietante. Pero por otro lado creo que, si analizo mis elecciones retrospectivamente, siempre elijo para traducir textos que de algún modo u otro me conciernen, que tocan en mí alguna fibra íntima de modo tal que me sorprendo pensando involuntariamente “¿cómo diría yo esto en castellano?”

PERFIL

Katharina Bendixen nació en Leipzig, Alemania, en 1981. Escritora, traductora y periodista. Estudió bibliología y filología hispánica en Alicante y Leipzig. Publicó en revistas literarias y antologías. Sus dos libros de relatos (Der Whiskyflaschenbaum y Gern, wenn du willst) fueron editados por la editorial Poetenladen en 2009 y 2012 respectivamente.

Hernán Carbonel