Desde que comenzó la pandemia de coronavirus, en RollingCode comenzamos a trabajar con una aplicación de Meta que permite trabajar en una oficina virtual del metaverso. Allí podemos saludarnos, acercarnos, escribir en un pizarrón y conversar. Es algo muy distinto a tener una llamada por Zoom: te da, literalmente, otra sensación. Nosotros creemos que es muy útil para facilitar los procesos creativos a distancia y por eso venimos siguiendo de cerca su desarrollo desde hace ya tres años.
Pero antes de hablar del metaverso hay que explicar qué es la realidad virtual (RV). Ella tiene el objetivo de llevar a la persona que utiliza el dispositivo de RV a un mundo en el que no tiene contacto con lo que la rodea en el mundo real; mientras mejor sea la experiencia, menos te vas a dar cuenta de dónde estás y más vas a sentir que estás en otro lugar. Incluso podés llegar a sentir que no sos vos mismo. La magia está en que podés interactuar con tu cuerpo, con tus manos, con tus movimientos, dentro de otro personaje.
El metaverso, entonces, es el nombre que le puso Facebook, para relanzar su marca con un nuevo empuje comercial, a un universo de realidades virtuales conectadas entre sí. La visión que tiene esa empresa es la de crear un conjunto de mundos virtuales donde la gente comparta entre sí, pero hay otras empresas desarrollando otros metaversos, de manera que dentro de poco podríamos estar hablando de un “Appleverso” y otros universos por el estilo.
En todo caso, estamos hablando de una transformación a largo plazo: hay muchas cosas que todavía tienen que desarollarse, hay muchos mecanismos que tienen que encontrar su lugar para que esto sea más aprovechado. Los dispositivos de RV, para empezar, todavía son muy caros: hace falta mucha más competencia para que haya suficientes en el mercado y puedan ser más accesibles. Pero yo soy un entusiasta del metaverso y soy optimista, y creo que de aquí a algunos años estos dispositivos van a estar en todas las casas, así como hoy lo están los teléfonos inteligentes.
Pienso que el metaverso es uno de los lugares donde se va a cimentar el futuro. Es algo que funciona, que está probado, aunque todavía falte tiempo para que veamos a mucha gente usándolo en el día a día. Ese futuro, sin embargo, también nos plantea dificultades: ¿debemos darles estos dispositivos a los niños? ¿Habrá problemas de seguridad que tendremos que controlar? ¿Nos acostumbraremos al metaverso hasta un punto en que no sepamos qué hacer sin él?
Como toda tecnología, la RV puede se usar con un fin social, como conversar e interactuar con gente que está en otros lugares y compartir experiencias más cercanas, o puede entrar en un terreno más peligroso donde perdamos el control. Pero los seres humanos somos libres y yo creo que la sociedad se va a adaptar como se adaptó a internet y a los teléfonos inteligentes.