Quince años después, el portón de la cárcel se cierra e Inés Pereira vuelve a respirar la calle, “una vez más Inés nace desnuda”. Así regresa el personaje que protagonizó en 2005, Tuya, de Claudia Piñeiro.

Una mujer que se reinventa, será Inés Experey; otra identidad después de haber asesinado a Charo por prácticas infieles con su marido.

Tendrá un nuevo oficio: fumigadora. Amiga de la Manca, ex presidiaria, reciente detective privado, a quien suele ayudar en alguna tarea en su agencia de investigaciones, sobre todo para situaciones de infidelidad.

La historia adquirirá otros rumbos imprevistos cuando la Sra. Bonar, clienta de Inés, le entrega un sobre con dólares para que le consiga un insecticida para matar a la amante de su marido. Inés podrá tomarse un tiempo para pensarlo, en tanto la Manca, práctica y racional, le dice que la necesidad “no sé si tiene cara de hereje”.

Simultáneamente, una mosca se mueve alrededor de sus ojos, mientras el texto interactúa con otro que remite a la muerte del insecto como un modo de definir/se a través de la escritura de Marguerite Duras.

Se cruzan mundos íntimos de clientas; espacios de errores, alegrías, miserias que despellejan los cuerpos, pero están las palabras que son las más propicias para adquirir conocimientos, ensamblados a la novela por una suma de artículos acerca de las moscas y su vida sexual en un marco fronterizo con el humor, lo irónico, lo paródico, sumados a los acertados epígrafes de Medea sobre la discordia entre los seres humanos.

Una novela mapa, conformada por breves ensayos, informes, con documentación aclaratoria a pie de página y una especie de coro griego donde se escuchan voces que resuenan entre los discursos de Vivian Gornik, Rosa Montero, entre otras. Una junta de mujeres que constituye una asamblea, polemizando sobre conceptos y sentimientos, con algunas transcripciones de teorías sobre el pensamiento feminista de diferentes autoras de actualidad. Luego, la votación.

La investigación en torno a la Sra. Bonar y las hipótesis posibles sobre su relación con Laura, hija de Inés, rozan la frontera con lo policial; un entramado que se inclina por la “serie negra” pues se resuelve en su hibridez, sin límites precisos, lo que no constituye un policial tradicional de enigmas; sí, un interesante mecanismo de intrigas, con un soporte social y un lenguaje que amalgama, a veces, con la realidad descarnada del presente.

Novela que se sostiene en la vida misma, generando asombro y curiosidad mediante los enredos y el misterio.

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