La semana pasada se cumplió exactamente un año desde que la rama de un eucalipto gigante cayó sobre los juegos infantiles del parque Avellaneda. Varios niños se encontraban jugando a esa hora (alrededor de las 14) y cinco resultaron heridos. Entre ellos estaba Luana, la más afectada de todos: sufrió un traumatismo craneal severo y heridas en su tórax, brazo izquierdo y la clavícula. Recién en julio de este año le dieron el alta.

El jueves de la semana pasada varios árboles volvieron a sucumbir: producto del viento cayeron aproximadamente 25 en San Miguel de Tucumán y 18 en Yerba Buena.

Los vientos no fueron menores, es cierto. Buena parte de ellos superaron los 45 km/h y de hecho volaron otro tipo de cosas. Ese día provocaron la caída de los carteles publicitarios y de un trozo de tribuna en el estadio La Ciudadela, de San Martín. Por suerte para los hinchas, no había ningún partido jugándose aunque tranquilamente los vecinos podrían haber sido afectados. El año pasado había sucedido algo similar con las torres de iluminación, nuevamente con la fortuna de no tener heridos.

La pregunta que surgió en el aniversario del accidente en el parque Avellaneda es sobre el éxito de las gestiones para tener un control sobre el arbolado urbano. “Hace tiempo firmamos un convenio con la UNT a través del cual se estipuló que alumnos de diversas carreras iban a ayudarnos a hacer un relevamiento fragmentado de la ciudad. Hoy ya contamos con datos parciales sobre la situación del arbolado en Barrio Sur y planeamos avanzar con este trabajo de manera ininterrumpida el año que viene. Es un gran paso para disponer de una base de datos fresca y constantemente actualizada sobre las especies en mal estado”, aseguró el subdirector de Arbolado Urbano de la Municipalidad capitalina, en una entrevista con LA GACETA.

El funcionario también puso énfasis en un elevado número de ciudadanos y empresarios de la construcción que realizan extracciones ilegales los fines de semana o los feriados, “sumado a un aumento en las acciones vandálicas hacia los árboles”; asimismo, mencionó trabajos de empresas de servicios que al romper las veredas cortan las raíces de los árboles urbanos, con lo cual los debilitan. Dijo que particularmente con la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) propusieron algunos mecanismos para intentar resolver el problema, “pero no se llegó a ningún acuerdo. El municipio no puede ordenar ni corregir lo que ocurre porque la forma en que operan dificulta que tomemos cartas en el asunto”,

La provincia necesita un proyecto amplio, claro y cualitativo para abordar este tema, en el que haya cooperación con los municipios. Uno de los proyectos aprobados en el programa Conscientes proponía hacer un relevamiento de ejemplares y hacerles un seguimiento con personas nombradas como responsables. No fue para Tucumán, pero el ejemplo vale por lo que inspira.

Las condiciones climáticas son incontrolables, aunque medianamente predecibles por los servicios meteorológicos. Lo que sucede en la ciudad que sufre las inclemencias sí podría ser predecible y probablemente atenuar mediante la prevención.