HOMENAJE

OFERTORIO

CARLOS DUGUECH

(Vleer – Tucumán)

Ofertorio, de Carlos Duguech, es un homenaje a Mercedes Chenaut; un reconocimiento a su labor literaria, cultural, y a su persona.

El prólogo, a cargo del Dr. Máximo Mena, alude al “estrambote” según algunas reflexiones de Chenaut, cuando dice que “sus codas no son… ‘extravagantes, irregulares’ sino que, adquieren un matiz de reescritura y revisión necesaria, una ‘intención narrativa’, y que es allí donde ella se permite aseverar que el estrambote adopta, acaso, la silueta y el sentido del microrrelato”. Material de una ponencia que Duguech transcribe en la primera parte: “El texto que inspiró este libro”, con la que Chenaut participara en el Congreso Internacional de Microrrelatos, organizado por la Asociación David Lagmanovich.

En el apartado “Setenta años después”, con un primer soneto que el autor escribió en Tafí Viejo en 1951, proporciona su mirada sobre el soneto, las variantes de rimas que utiliza y sus aportes sobre el estrambote.

En el apartado “Arco iris” selecciono “De la palabra”, donde el poeta manifiesta su deseo de volcar versos con amor, “sin estridencias, palabras pura sangre, repentinas, que acarician la herida aún abierta”; o la ruta irreversible del tiempo que “tiene alma de río […] siempre va, y en las lontananzas” está ese fluir temporal y la finitud irreparable en ese vuelo que “Ícaro plasmaba” y que la rotundidad de un estrambote sella de modo irrevocable. Hay también en sus versos una concientización de los límites del hombre, de lo inabarcable como existencia en sí misma, un “misterio inalcanzable, pero donde no falta la presencia del amor cuando en un último terceto dice: Yo sé bien que el amor correspondido / bien vale al corazón como el latido.

En la parte titulada “Ahora Borges” aparece la fotografía, imágenes de la plaza Urquiza; poemas/ diálogos, sombras cuasi fantasmales entre el poeta y Borges, versos fronterizos entre su ceguera y la presencia de la muerte.

Siempre está la palabra como un río, como un valle que nunca muere porque está en la esencia del poeta; y siempre está la memoria, como una sustancia intangible, a la que no se puede renunciar entre versos que resisten la presencia del olvido más allá de toda poesía, “donde brilla tu luz como un legado”.

El soneto, fórmula poética que respira su inexorable ritmo, está supeditado, invariablemente a la búsqueda del lenguaje en la que es ineludible la sensibilidad poética rimada, la imaginación y el deseo que también hace lo suyo. Carlos Duguech arriesga y persiste con este formato en Ofertorio, una puesta escrituraria que condensa versos endecasílabos para decir los avatares del hombre, su tiempo y su universo.

Impecable el trabajo de la Editorial Vleer tanto como la imagen de tapa y las figuras en blanco y negro del interior del libro, realizadas con refinados trazos, por el pintor tucumano Luis de Bairos Moura.

Liliana Massara

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