“La ficha de que andar en bicicleta es como meditar me cayó cuando comienzo a recorrer Buenos Aires en dos ruedas luego de volver del exilio, por decirlo de alguna manera. Empecé a notar que alcanzaba cierto estado similar a cuando medito o cuando estoy contemplando y ahí se me produjo un ‘click’ de que andar en bici era similar”, explicó Juan Carlos Kreimer a LA GACETA en diálogo telefónico.
El autor del libro “Bici Zen” (Editorial Planeta) que fue publicado en 14 idiomas en los últimos 10 años, destaca que “lo zen” está en el momento en el que se ingresa a un estado alterado de conciencia en donde, mientras pedaleás, vas pensando en muchas cosas pero, al mismo tiempo, estas alerta a los autos, al paisaje y a otras cosas.
“Esa doble instancia empieza a provocar en la mente un estado muy similar al que se alcanza meditando”, subrayó. “Tomar conciencia de lo que día a día observamos en automático es la puerta de entrada al zen. Mientras pedaleamos, lo que percibimos en nuestro interior, lo primero que aparece es ese sonido plano que hace el aire al entrar y salir por los orificios de la nariz y la boca. Si no estamos tensos y podemos acompañarlo, descubrimos que se crea un ritmo. No importa si la respiración es larga o entrecortada, si podemos tomar más aire o si largamos todo lo que entró. Empezar a ver con el ojo de la mente hace que distingamos las zonas a las que llega el aire”, escribió Kreimer.
“La respiración es el mejor pasillo de entrada a esa conexión con el aquí y ahora. Los yogas dicen que al inspirar no solo nos alimentamos con la energía del universo (prana), sino que esa energía se reencuentra con la energía del universo que hay en nosotros. De hecho, la respiración consciente muestra al que la práctica cómo opera la ley de reciprocidad mente/prana. Cada estado emocional regula un determinado tipo de respiración. Inspiración serena acompaña invariablemente a una actividad mental semejante. Ciclo corto, mente agitada”, subrayó el autor.
“Aunque estemos en medio del tránsito podemos hacer el ejercicio de acompañar con la conciencia una cierta cantidad de ciclos de inspiración y exhalación, por ejemplo de 10 en 10”, agregó.
“Bici zen” es un libro vital, sensible y a la vez un manual que incluye ejercicios e instrucciones de uso para andar, para dejarse llevar y con sugerencias de estiramientos para hacer al finalizar la actividad ciclística.
“Yo me dedico a escribir y me llamó mucho a la reflexión lo que me sucedía cuando andaba en bici porque las ideas me venían ahí y no en mi escritorio trabajando. La mente estaba más limpia y hacía que salieran pensamientos y percibiera algunas ideas o situaciones desde otro lugar. Veía las cosas más claras”, resumió.
Según su propio autor, en los países que recorrió debido al lanzamiento del libro, el suceso se explica no solo por el boom del ciclismo, especialmente el urbano, sino porque puso en palabras cosas que muchos sentían y no se decían. “El mayor hallazgo del libro más allá de haber unido al budismo con la bici es haber puesto en palabras lo que sentimos al andar en bici. Muchos me dijeron eso. Otros agradecieron también los consejos prácticos porque te enseñarán a andar en bici pero nadie te enseña a hacerlo correctamente”, sostuvo.
Paisaje urbano
“Las bicicletas han vuelto a ser parte de la vida cotidiana. Casi todas las ciudades del mundo están demarcando sus calles para estimular y proteger su uso. Lo que parece ser una forma es un contenido. Cualquiera sea su uso, crea hábito. Personalmente valoro la intención de que se esté evaluando un espacio seguro para los ciclistas. En Latinoamérica hay que trabajar eso, tener mucho cuidado con los autos, los peatones. Hoy no tiene sentido movilizar un auto por una persona”, explicó.
Y recalcó: “la relación con la bici y la infancia creo que se ha perdido un poco y me encantaría que se recupere. Andar en bici en la infancia era un símbolo de libertad y la bici, en general, es símbolo de juventud”.
Cuidarla es cuidarme
En uno de los pasajes del libro, el autor explica lo siguiente: “La actriz Michele Pfeiffer confesó varias veces que se relaja desarmando su bicicleta y volviéndola a armar. Ernest Hemingway decía algo de la escritura también válido para la bici: Uno es quien sabe realmente lo que no está funcionando”.
“El mantenimiento de la bicicleta también es una metáfora de lo que hacemos con nosotros mismos. Al volver de una salida, muchas veces lo primero que ansiamos es abrir la heladera y la bici queda así como llegó, apoyada sobre una pared. Al día siguiente, la giramos y montamos en ella. No digo que debamos agradecerle (aunque, ¿por qué no?) los servicios prestados en cada trayecto ni hacerle un service diario. Pero tomar conciencia de su ‘vida’ y de los efectos que el uso va provocando en sus piezas puede darnos pautas de por qué funcionan de determinada manera y no de otra. Establece un vínculo que trasciende el de usuario-artefacto. Al cuidarla, nos cuidamos. Cuidamos ‘nuestro’ (de ella y de nosotros) andar alineados”, concluye.
Perfil
Juan Carlos Kreimer nació en la Argentina en 1944, fundó la revista Uno Mismo y la dirigió durante 12 años. Diseñó un método de escritura a partir de la teoría de la Comunicación, el Enfoque Gestáltico, la Perspectiva Transpersonal y su larga experiencia como periodista contracultural, escritor y editor.