1) Lo dijo Rodrigo De Paul, lo sugirió Lionel Scaloni, es una convicción entre el cuerpo técnico y los jugadores: puede salir un partido idéntico al del miércoles. Lo visto hasta aquí de Australia lo ratifica, no es un equipo de posesión, sino de transiciones rápidas, cómodo cuando le cede la pelota al rival y acelera de contragolpe. Esa es la historia que se perfila en las mesas de arena de la previa. Esta llave de octavos de final opone dos concepciones contrapuestas de entender el juego y, básicamente, una marcadísima diferencia de jerarquía entre los planteles. Después, en el verde césped -como filosofaba Angelito Labruna- todo puede suceder. Argentina yendo y Australia lista para dar el zarpazo, así pinta un choque que nadie calculaba. La teoría señalaba que la Selección debía cruzarse con Dinamarca o, a lo sumo, con Túnez. Así son los Mundiales; Australia lo hizo.
2) Antes del quiénes siempre conviene destacar el cómo. Y Argentina sabe rendir esa materia; la aprobó con sobresaliente al cabo de la inspirada producción frente a Polonia. Se trata de manejar la pelota con paciencia, sí, pero con ritmo, imponiendo la misma dinámica de movimientos que desconcertó a los polacos. Laterales lanzados, volantes capaces de romper líneas, pases verticales, triangulaciones… Así ganó la Selección el miércoles y no se espera otra cosa contra los australianos. Presionando en la media cancha y sin regalar la pelota para evitar algún dolor de cabeza de contra. Un equipo concentrado y decidido.
3) Puede que la práctica de ayer despiste y las modificaciones no sean tantas como el reparto de pecheras podría indicarlo. Es cierto que sigue el ida y vuelta entre Molina y Montiel en el lateral derecho, una carrera en la que hasta aquí se vio mejor al primero. Montiel aporta la velocidad necesaria para controlar de cerca al veloz Mitchell Duke. Habrá que ver. Del otro lado todo indica que seguirá Acuña. “Está bien, contra Polonia salió porque estaba amonestado”, informó Scaloni. Repiten “Cuti” Romero-Otamendi en el fondo y el lucido trío De Paul-Enzo Fernández-Mac Allister en el medio. La cuestión es: ¿quién jugará por delante de Messi?
4) El DT alternó durante el entrenamiento con Julián Álvarez y Lautaro Martínez. ¿Saldrá Julián? Sería llamativo. La cuestión aquí es qué decisión se tomará con Di María, quien no practicó con el grupo y se movió sin exigencias, atento a la sobrecarga en el cuádriceps que lo había sacado de la cancha el miércoles. A Scaloni no lo disgusta la opción de dejarlo en el banco, para apelar a su capacidad de desequilibrio si el partido lo requiere en la media hora final. Eso le permitiría, en el caso de que Argentina resuelva antes las cosas -crucemos los dedos-, no darle entrada y cuidarlo para lo que viene. ¿Quién sería el titular entonces? El entrenador probó con “Papu” Gómez y con Ángel Correa; también con la incorporación de Paredes a la media cancha para adelantar a Messi. Son varias las posibilidades, en cuestión de horas conoceremos la respuesta.
5) Australia es dirigida por el simpático y verborrágico Graham Arnold, quien sacó pecho de la victoria del año pasado en los Juegos Olímpicos. “Ya le gané a Argentina, por supuesto que vamos a vencerlos de nuevo”, pronosticó. Su equipo le dio la satisfacción de derrotar a tunecinos y a daneses, en ambos casos por 1 a 0. Se vio entonces a una Australia aguerrida, muy firme atrás, utilitaria, comprometida en el sacrificio. Nada que ver con el debut, cuando Francia le dio una paliza (4-1) de toques en velocidad, comandada por Griezman y por Mbappé. La particularidad es que Australia había empezado ganando ese partido; luego no pudo aguantar la presión del defensor del título. Los “socceroos” no tienen jugadores de elite, sus hombres se reparten entre el ascenso inglés, la liga escocesa y el torneo local. El arquero Matt Ryan juega en Dinamarca y el lateral Miloš Degenek lo hace en Estados Unidos. La dupla ofensiva la integran Riley McGree y el veloz Duke; y el corazón del equipo es el volante Mathew Leckie, autor del histórico gol de la clasificación contra los daneses. Por estas horas muchos comparan este equipo con la Polonia del pasado miércoles, pero vale un apunte: Australia está lejos de contar con un Robert Lewandowski.
6) El factor que más preocupa al cuerpo técnico es el físico, a partir de las prestaciones de un plantel que no llegó en óptimas condiciones a Doha y que poco a poco va recomponiéndose. Para eso necesita tiempo y descanso, justamente lo que falta tras el partido con Polonia, disputado hace escasas horas. Scaloni lo viene remarcando. Se espera, claro, un planteo de mucho roce de parte de los australianos, y un trámite en el que Argentina saldrá dispuesta a hacer el gasto. ¿Cómo repercutirá ese esfuerzo en el caso de ir al alargue? Que no sorprenda si en algunos pasajes la Selección regula un poco su andar, sobre todo ante la perspectiva de jugar media hora más.
7) Atada a esta circunstancia asoma la chance de ir a penales. En ese caso Australia tiene un as bajo la manga. El arquero suplente Andrew Redmayne es de lo más excéntrico, por momentos payasesco, pero se trata de un especialista en el rubro. El repechaje con Perú se resolvió por esa vía y el DT Arnold lo mandó a la cancha exclusivamente para la tanda de penales. Y Redmayne se convirtió en héroe. Por supuesto, del otro lado estaría “Dibu” Martínez y su marca registrada: “mirá que te como…” Pero nadie en la Selección quiere llegar a una definición de esta naturaleza.
8) “Messi es humano”. Así lo definió el DT australiano. De cómo planifique marcarlo nos enteraremos en el minuto uno. A Mbappé le dio muchas libertades y el astro francés terminó pintándole la cara. El factor Messi, como siempre determinante para propios y para los rivales, marca otra de las grandes diferencias que, en los papeles, separan a ambos equipos. Messi transita el Mundial a su manera, sabedor de que cada partido es una promesa de genialidad. Que Australia lo sufra, esa es la consigna.
9) Para el cierre, un aporte más a la inagotable construcción de coincidencias que podrían conducir a la Selección hacia la gloria. Tierra de memes que alimentan la mística. La única vez que Australia había accedido a los octavos de final de un Mundial (en Alemania 2006) perdió con el equipo que luego sería campeón (Italia). Puro realismo mágico futbolero.