Timon Lino
Antifútbol
David Foster Wallace fue escritor, filósofo y tenista profesional. Escribió un artículo exquisito donde muestra su habilidad para las tres cosas: “El tenis como experiencia religiosa”. Versa sobre Roger Federer. Propongo que estos párrafos valgan para Lionel Messi. No el Leo de los estadios repletos, sino el que juega con su perro a la pelota, que se absorbe en su propio talento, divertido e hipnotizado por la pelota igual que Hulk, su perro.
Cuando todo calla o peor, cuando todos hablan de lo que pasó, él juega con las bestias, se mide con otros seres vivos.
Foster Wallace dice de Roger: En los deportes masculinos nunca nadie habla de belleza o gracia o del cuerpo. Los hombres profesan su “amor” a los deportes, pero ese amor siempre debe estar fundido y promulgado dentro de la simbología de la guerra.
Eliminación vs. avance, jerarquía de rangos y posiciones, obsesivas estadísticas, análisis técnicos, trivial fervor nacionalista, uniformes, el ruido de la multitud, pancartas, golpes de pecho y caras pintadas, entre otras. Por razones poco comprensibles, los códigos de la guerra les resultan más seguros a las personas que los códigos del amor
La belleza de un atleta de primera es imposible de describir directamente. O evocarlo. El derechazo de Federer es un gran látigo líquido. Su revés, un tiro que él puede manejar plano, cargado con efectos, o deslizarlos con una clase de golpe seco que la pelota hace formas en el aire y patina en la grama, tal vez a la altura de los tobillos.
Su servicio tiene clase mundial y a la altura de sus variadas posiciones nadie le llega de cerca. Sus movimientos a la hora de sacar son ágiles y centrados, distintivos en televisión sólo como una completa agilidad al momento del impacto. Su anticipación y el dominio de cancha que tiene son de otro mundo, el movimiento de sus pies son los mejores del tenis (de niño también fue un prodigioso jugador de fútbol).
La explicación metafísica es que Federer es uno de esos raros casos de atletas, extraordinarios, que está exento, por lo menos en parte, de ciertas leyes físicas. No me extrañaría que Messi hubiera sido tenista, ni que Roger fuera futbolista. Disfrutemos de estos fenómenos, que luchan en realidad y se divierten desafiando las leyes de lo posible y no solamente a alguien con otra camiseta.