Carlos Duguech
Analista internacional
Las palabras del primer ministro Yair Lapid en la Asamblea General de la ONU el 23 de septiembre último marca una divisoria de aguas en la política exterior de Israel. Se animó a expresar ante el mundo una contundente posición:
(A) “Un acuerdo con los palestinos, basado en dos Estados para dos pueblos, es lo correcto para la seguridad de Israel, para la economía de Israel y para el futuro de nuestros hijos”. Y agregó: “A pesar de todos los obstáculos, aún hoy, una gran mayoría de israelíes apoya la visión de esta solución de dos Estados”. Y con un estilo frontal se animó y dijo: “Yo soy uno de ellos”.
Y seguidamente cristalizó condiciones para semejante posición: “Sólo tenemos una condición: que un futuro Estado palestino sea un Estado pacifico. No se convierta en otra base terrorista desde la cual se amenace el bienestar y la propia existencia de Israel. Que tengamos la capacidad de proteger la seguridad de todos los ciudadanos de Israel, en todo momento”. Comprensible ese agregado.
¡Cuándo no, Netanyahu!
(B) Aún no extinguidos los ecos del discurso de Lapid en el majestuoso salón de la ONU donde se reúne su Asamblea General -casi a unos minutos- Netanyahu y la mayoría de los sectores de la derecha israelí se pronunciaron con críticas al discurso en la ONU. “Lapid está devolviendo a los palestinos al frente del escenario mundial y poniendo a Israel justo en la trampa palestina” en palabras de Benjamín Netanyahiu, ex primer ministro israelí. Tan enojado que agregó en su cuenta de Twitter: “No permitiremos a Lapid establecer un Estado palestino y devolvernos al desastre de Oslo (Referencia a los acuerdos en la capital Noruega de 1993). Era una notable pieza la del discurso de Lapid. No oídos esos conceptos y definiciones en los últimos tiempos en esa sede de los discursos anuales -desde mediados de septiembre- de otros primeros ministros, que se cuidaron de dar margen a especulaciones interpretativas. Ahora con el triunfo electoral de Netanyahu y ya encargada de formar gobierno por el presidente Herzog.
(C) Resolución de 22 de noviembre de 1967 (Guerra de los seis días): el Consejo de Seguridad, expresando su constante preocupación por la grave situación en el Oriente Medio; Insistiendo en la inadmisibilidad de la adquisición de territorio por medio de la guerra y en la necesidad de trabajar por una paz justa y duradera, en la que todos los Estados de la zona puedan vivir con seguridad; Insistiendo además en que todos los Estados Miembros, al aceptar la Carta de las Naciones Unidas, han contraído el compromiso de actuar de conformidad con el artículo 2 de la Carta. (Los Miembros de la Organización, a fin de asegurarse los derechos y beneficios inherentes a su condición de tales, cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con esta Carta). (Enfatizado por este columnista)
(D) La provocación de Mike Pompeo, Secretario de Estado de EEUU del gobierno de Trump al visitar Israel en noviembre de 2020 y específicamente las zonas donde se instalaron colonias de judíos (en Cisjordania) y los Altos del Golán, usurpado a Siria, de tal modo que sin ambages legitimaba los asentamientos que se produjeron a partir de 1967 (“Guerra de los seis días” iniciada por las fuerzas israelíes el 5 de junio de 1967) como política oficial de los EEUU en los últimos coletazos de la administración del tiburón rubio Donald Trump. Un presidente que presumió de que su plan para el Medio Oriente era excepcional, justo y efectivo, pese al apartamiento grosero de las normas precisas del derecho internacional público, que lo ignoró como en tantas otras ocasiones durante su gestión desde Washington. Así las cosas, el poderío de Israel no es unitario. Ni solitario. Se asocia” -muy estrechamente- con el de una de las principales potencias, allende el Mediterráneo y el norte atlántico.
La Declaración Balfour
Se escribió en una carta enviada por Arthur Balfour, ministro de Exteriores británico el 2 de noviembre de 1917, al barón Lionel Walter Rothschild, de Gran Bretaña, un líder de la comunidad judía cut¡yo texto es: “Estimado Lord Rothschild. Tengo gran placer en enviarle a usted, en nombre del gobierno de su Majestad, la siguiente declaración de apoyo a las aspiraciones de los judíos sionistas que ha sido remitida al gabinete y aprobada por el mismo. ‘El gobierno de su Majestad ve favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y usará sus mejores esfuerzos para facilitar el logro de este objetivo, quedando claramente entendido que no debe hacerse nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el estatus político que disfrutan los judíos en cualquier otro país’. Estaré agradecido si usted hace esta declaración del conocimiento de la Federación Sionista”.
De la “Declaración Balfour: “…entendiéndose claramente que no se hará nada que o pueda o perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina.
Un larguísimo camino
El periodista y activista político Theodor Herzl, de origen judío, austrohúngaro, nacido en Budapest en 1860 y fallecido en julio de 1940 fue reconocido como el fundador del sionismo. Y el que levantó banderas en favor de crear el Estado Judío para lo que era necesario sugerir lugares donde los judíos pudieran desarrollar sus vidas seguros y lejos de las amenazas y persecuciones (los tristemente conocidos pogromos en Rusia a lo que se sumaba el antisemitismo en muchos lugares de Europa). Escribió un libro -“El Estado judío”- en el que sugería alternativas de localizaciones. Imaginó Palestina (por entonces integraba el imperio del sultanato Otomano) y aventuró Argentina en uno de los capítulos de su libro que planteaba “¿Palestina o Argentina?” (¿Será porque rimaban?). Y definía: “Es uno de los países materialmente más ricos del mundo con una superficie inmensa, escasa población y un clima moderado”. Sumó a esos ditirambos una expresión que produce cierto estupor por lo atrevida en términos políticos, aun de ese entonces, finales del siglo XIX: “La República Argentina tendría el mayor interés en cedernos un pedazo de territorio”. Era el efecto incentivador -equivocadamente interpretado, más allá de la rigurosidad de su letra y espíritu- provocado por los términos sobre inmigración, muy generosos en verdad, de la Constitución Nacional desde 1853. Otro sitio fue ofrecido por el Reino Unido en 1903 y comprendía parte de un territorio británico (colonia) en África oriental (“Plan Uganda” con parte de Kenia). No fue aceptada ninguna de las variantes en cuanto a localización del Estado Judío cuando el Congreso Sionista (1905) insistió que el territorio para el Estado Judío fuera, finalmente en Palestina.
El imperio Otomano
La “Gran guerra” (1914/1918) que hoy llamamos IGM por imperio de la IIGM borró de los mapas la mancha extensa del sultanato que se expandía como Imperio Otomano. Palestina vaciada de esa dominación.
Lo oculto es vencido por el tiempo. Así el secreto que se consagró un “acuerdo Sykes-Picot” (2016, en plena IGM) se diagramaba la división del Medio Oriente para cuando finalizara la contienda. Se diagramaba el reparto del botín mientras se estaba en la guerra de conquista. A como fuera. A los árabes les prometieron, gestión del mítico Lawrence de Arabia, al servicio del Reino Unido, que su colaboración en el enfrentamiento con el imperio otomano les significaría un amplio90 apoyo en la conformación de sus naciones y reinos. No fue así. Se sintieron, hasta hoy, traicionados por el incumplimiento de las promesas.
Sociedad de las Naciones
Antecesora de la ONU, asume la responsabilidad de definir en los territorios donde se desmanteló por la guerra al Imperio otomano. Crea el sistema de los Mandatos y le otorga sobre Palestina al Reino Unido y sobre Siria y Líbano a Francia. Creada la ONU en 1945 realiza su primer período extraordinaria de sesiones en 1947. Se crea una comisión especial sobre Palestina (Unscop). 11 estados miembros para investigar las cuestiones referidas a Palestina y sugerir soluciones. Mientras cinco países árabes (Egipto, Arabia Saudita, Irak, Líbano y Siria) pugnaban porque se incluyera en la temática de la Asamblea Extraordinaria “la terminación del Mandato sobre Palestina y la declaración de su Independencia). No lo lograron. La comisión de 11 miembros, durante 75 días visitó Palestina, Líbano, Siria y Transjordania y los campamentos de desplazados en Alemania y Austria. En tan escaso tiempo (dos meses y medio) la Comisión emitió dictamen de mayoría: lo que derivó en la “Partición de Palestina” en tres sectores: para un estado judío, para uno árabe y Jerusalén con administración por la ONU. El de minoría (tres miembros) proponía una Federación de Estados (Judío y Árabe) y un miembro, Australia, se abstuvo de votar porque el tema “excedía las facultades de la comisión”.
La Asamblea, finalmente, con los votos justos en número, a la resolución 181(II) de “Partición de Palestina” el 29 de Noviembre de 1947. El mal cálculo de los palestinos generó que en e4stos 75 años se sucedieran guerras y ninguna solución para sus necesidades y sueños.
Sumatoria de fracasos
El “Cuarteto para la paz en el M.O.” integrado por la ONU, EEUU, Rusia y Reino Unido sólo atendió los intereses de las partes representadas mientras se conformaba en un grupo de una heterogeneidad que hacía imposible logros sanos y justos.
Los incumplimientos de las resoluciones del Consejo de Seguridad 242, “Retiro de Israel de los territorios ocupados en el reciente conflicto” (Guerra de los seis días, 1967) y 338, (Guerra de Iom Kipur, 1973) ratificadora de la anterior, por parte del estado miembro pleno de la ONU, Israel, echan por tierra.’
¿Una misma cita de israelíes y palestinos? ¡Sí, misma fuente!
(Oídos sordos de Reagan y Yitsak Shamir)
Un poeta, Mahmoud Darwish, redactó la Declaración de Independencia de Palestina, desde el exilio en Argalia, proclamada por el mítico líder de la OLP, Yasser Arafat. Fue el 15 de Noviembre de 1988. Como si no hubiera ocurrido. Los oídos sordos del presidente de EEUU y los del primer ministro de Israel no alcanzaron a percibir ninguna palabra del texto de la Declaración.
“Y sobre la base de la legitimidad internacional que se ha consagrado en las resoluciones de las Naciones Unidas de 1947, y mediante el ejercicio por el pueblo árabe palestino de su derecho a la libre determinación la independencia político y la soberanía en su territorio”.
En la Declaración de Independencia de Israel (14.05.1948) se leen palabras similares a las de los palestinos. La misma referencia: la Res. 181 de la ONU de 1947. La misma fuente de su derecho a la independencia.
“…y en virtud de nuestro derecho natural e histórico y basados en la Resolución de la Asamblea general de las naciones Unidas, proclamamos el establecimiento de un estado judío en Eretz Israel que será conocido como Estado de Israel.
NOTA: Los fragmentos (A), (B) , (C) y (D) consignados en cabeza de esta columna dan la pauta de lo deliberadamente complicado que, a propósito, hacen a su turno, los que están involucrados. Y a ello sumada, deliberadamente, la sordera mencionada de las máximas autoridades de EEUU e Israel, particularmente en 1988. Muy valioso-y valiente- lo de Lapid.
NOTA 2; El fracaso de la ONU, “Partera de los siameses, obligada de convocar al cirujano que asegure la separación con una cirugía de excelencia de las dos “criaturas”. Las dos “vivas”. Es su obligación nacida desde la “Partición de Palestina” en 1947.